<
>

Del #ÓdiameMás de América hasta el #ÓdioteMuchoMás de Pumas

LOS ÁNGELES -- Los hijos del miedo, son reclutas del suicidio. Aclaro: los kamikazes son suicidas por una lealtad hecha fuego en la sangre. Para ellos, el miedo es una fascinación por la muerte.

Pero este domingo, los americanistas fueron hijos del miedo, con atole y no trueno en la sangre. Suicidas, de esos, que rezuman lástima en su epístola final.

Pumas fue distinto. Fueron kamikazes del #ÓdioteMuchoMás. Y claro: Pumas 1-0 América. En futbol y en testosterona, pero, con fortuna para El Nido, Agustín Marchesín contuvo una hemorragia de escándalo en el marcador.

Pero Miguel Herrera contuvo a su alter ego. Ese, El Piojo voraz, combativo, temerario, apóstol de matar y morir en 90 minutos, sigue jugando al ajedrez, pero con algunas piezas de bisutería de damas chinas: Ibarra, Ibargüen, Roger, Benedetti, etc.

¿Nico Castillo? Lo más representativo de su reencuentro con la Cueva, fue cuando por segundos anduvo a gatas por la cancha del Olímpico Universitario. Sí, como se fue, a gatas, regresó al que alguna vez fue su santuario.

¿Pumas? Con sangre genuina de la cantera, todos entendían que para responder a ese #ÓdiameMás -obscenamente ofensivo en la pusilanimidad americanista--, había que jugar al #ÓdioteMuchoMás y bajarle dos rayitas a las pedanterías de las rachas de Herrera y del América.

Ciertamente no es la venganza que la tribuna universitaria reclama, pero vaya como un abonito de que sí se puede, más allá del discurso de Bruno Marioni, con fe depositada en una nueva voz de mando, hasta que quede afónica.

El remate de Carlos González sobre la estatua de sal, con credencial del IFE a nombre de Edson Álvarez, significó el 1-0, y América no fue capaz de responder. Su reacción fue entre jadeos y estertores, epilepsia de la impotencia.

Benedetti quiso entrar y poner orden, pero el caos se reflejaba en el enceguecimiento de Ibarguen, caracolerito corriente sin capacidad de definir o de entregar una exhortación clara al gol.

E insistir: Nico Castillo parecía llevar más la camiseta de Pumas que la de América. Un viejo amor... Era su examen de fuego, y murió incinerado.

Segundo revés de América al hilo. Y no hay secretos ni en la victoria del León ni de Pumas. Cuando los adversarios juramentan temeridad y valentía, América es festín para los chacales de ese válido rencor deportivo.

Reitero: no sólo se trata de si Miguel Herrera se atreve o no, sino también de que El Piojo redescubre el piojoso temperamento de algunos miembros de su tropa pueblerina.

La buena noticia para el América es que sigue Lobos BUAP. La mala es que saldrán, como León y Pumas, dispuestos a dar el partido de su vida...