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Giovani... pobre niño rico empobrecido

LOS ÁNGELES -- Un día Ronaldinho le dijo a Joan Laporta: "Este será mi heredero. Es un crack. Será mejor que yo". Giovani dos Santos sonrió. El entonces directivo del Barcelona, también.

En lo futbolístico, Gio se quedó a años luz de Dinho. En dejarse seducir por las sirenas de los Siete Pecados Capitales agazapadas en los callejones oscuros del futbol, lo superó... ampliamente.

Poco después, por recomendación de Pep Guardiola, el Barcelona se deshizo de él. El técnico no vio lo que Ronaldinho creyó ver. Y tenía razón. Espejismos.

En lo personal, es inevitable, al conjuro del nombre de Giovani dos Santos, evocar aquella Final de la Copa Oro en el Rose Bowl de Pasadena. El verano de una golondrina.

¿Y quién no? Giovani pone a gatas, la posición más ridícula para un arquero, a Tim Howard, quien lo perseguía desesperadamente. Era un teatro guiñol.

Y Gio tallaba porcelana con el balón sobre el billar de Pasadena. Pespunteaba el balón como sastre de alta costura. Y la complicidad de la gordita blanca para el ballet del ultraje a EEUU. Para bailar tango se necesitan dos.

Howard a gatas y el resto de Estados Unidos de rodillas. Y el mexicano pone el balón en el ángulo contrario, ahí donde el gol pierde su nombre para llamarle éxtasis. La gloria se columpia ahí arriba.

La histeria y el frenetismo se recreaban en las máscaras de euforia de cien mil mexicanos en la tribuna del Rose Bowl. Howard abatido. Sus escuderos de hinojos. EEUU vejado en esa, su casa, que, ante México, jamás ha sido su casa.

Nunca un jugador, como ese, con esa cara aniñada, mofletuda, había hecho felices a tantos mexicanos en la eternidad de 11 segundos. Y tal vez, ahí, en ese momento, sólo en ese momento, Giovani soltó un buscapiés en honor a Ronaldinho.

Este viernes, Dos Santos sacó todos sus demonios del alma y decidió embolsarse ocho millones de dólares, como finiquito de su paso por el L.A. Galaxy. Pobre niño rico. Rico niño empobrecido.

La opción era aceptar una reducción de su sueldo. Ganaría menos del 30 por ciento de lo estipulado en el contrato. Menos que Jonathan, su hermano. 1.3 millones de dólares por año.

Le ofrecieron que si tenía una temporada deslumbrante con el Galaxy, se replantearía su contrato original. Era un reto. Una maniobra del Galaxy para recuperar el dinero dilapidado. La hormiga se volvió cigarra.

Gio no aceptó. Hoy es ocho millones de dólares más rico. Pero, no lo sabe aún, hoy su imagen como profesional se ha empobrecido ocho millones de veces.

Vestirá de frac, pero con el alma y el futbolista, en la indigencia moral. ¿Quién puede apostar ahora por un futbolista en decadencia ética y profesional?

Las lesiones frecuentes de Gio inquietaron al Galaxy. Jonathan trató de rescatarlo. Aseguran que hasta Carlos Vela quiso regenerarlo.

Nunca se apegó a ese entrenamiento invisible del que hablan los técnicos, ese de dormir diez horas, de no desvelarse, de no excederse. Gio despedazó los Diez Mandamientos del futbolista.

Con un perverso anecdotario a cuestas, desde aquella noche en Inglaterra, en la fiesta navideña del Tottenham, el 11 de diciembre de 2008, hasta el estigma de ser impuesto en la lista mundialista de Rusia 2018, a pesar de la oposición del cuerpo técnico, Giovani, a los 30 años ha entrado en el umbral de su jubilación como futbolista.

¿Resurgirá de sus cenizas? En México puede tener cartel. Monterrey, Cruz Azul y América lo han buscado. ¿Lo harán nuevamente? La MLS deberá tomarlo bajo su égida. Al cuarto de los trebejos.

Probablemente regrese, pero el antecedente atemoriza a cualquiera. ¿Firmará, como con el Galaxy, un contrato multimillonario, ofrecerá un buen primer torneo, para después volver a las andadas? Siempre hay un roto para un descosido.

"Es la peor inversión hecha por la MLS", confió un miembro de la Liga en julio pasado, cuando ya advertíamos en Raza Deportiva de ESPNDeportes que el Galaxy lo estaba ofreciendo a otros clubes. Pero ninguno lo quiso.

Ronaldinho debe arrepentirse por el padrinazgo fallido. Porque Gio nunca fue capaz de desazolvar sus vicios para liberar sus colosales virtudes como futbolista.

Y aquel gol a EEUU en esa Final de la Copa Oro, al tiempo, no se sabrá si es un mito o una leyenda urbana de la Concacaf... como su mismo protagonista.