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Paraguay, más útil que Chile para el Tri

LOS ÁNGELES -- Chile, y ese epitafio de 3-1, son historia. México debe restablecer la seriedad este martes por la noche ante Paraguay.

Como todo triunfo en amistoso, triunfo de bisutería, vencer a Chile debe pervivir por los momentos de entendimiento en la cancha. El marcador, en este caso, es cereza de un pastel aún precocido.

Paraguay ofrece otro tipo de desafío. Es el mejor equipo disponible para Eduardo Berizzo, ante el México B del Tata Martino. Sí, hay clases sociales, no rotaciones excéntricas. ¿Es más cruel, pero es mejor?

Relevante para Tata Martino es la fortaleza del opositor. Pero, sin duda, más relevante es si la legión de relevistas ha podido aprender de los cimientos en las prácticas, pero, sobre todo, de las modificaciones ante Chile.

Sabido es que Paraguay llega lastimado. Juan Carlos Osorio jugueteó con esta selección, para después fugarse. Berizzo llega a un equipo sin memoria, pero con una base genética de estilo de juego: fuerza, coraje, disciplina, compromiso.

Martino no goza de grandes ventajas. Trémulo tras el primer tiempo ante Chiles, los ajustes y la habilidad de sus jugadores, tomaron de sorpresa a los chilenos: tres goles en 13 minutos. Cuando reaccionaron, estaban embalsamados.

Con la convivencia, y a través de sus auxiliares, el técnico de México, va armando expedientes de sus convocados. Tendrá perfiles claros de sus actitudes en los entrenamientos, ahora quiere un diagnóstico de cancha.

Valiosa fue sin duda la metamorfosis del viernes. Un primer tiempo agobiados, y un segundo tiempo agobiantes. Las claves fueron rescatadas: presión, posesión, posición y precisión, además de una pasión liberada.

Ciertamente -y es evidente-, al final de poco le sirvieron a Martino los ensayos y sinsabores en el laboratorio breve y accidentado del Tuca Ferretti. Se pasó del vacile involuntario a la seriedad absoluta.

Como un acto saludable, de sentido común y sin aventuras suicidas, Tata Martino ha elegido priorizar el deleite del futbolista. Cada quien donde quiere, donde puede, donde debe y donde sabe jugar.

Inventar posiciones y funciones, implica un doble desgaste. En el mismo jugador y hasta en un lastre emocional en el cuerpo técnico. Y de ahí se genera desconfianza mutua.

Lógico, con ese manoseo ocioso de tener que improvisar por ser improvisado, el futbolista experimenta situaciones innecesarias: desazón, nerviosismo, desconfianza, titubeo. Puede, incluso, hasta alejarse del balón, por ese instinto de conservación: no juego, por lo tanto no me equivoco.

De esa manera, lo sabe Tata Martino, el futbolista no se refugia inconscientemente en el rechazo, por el contrario, se suma al disfrute genuino que lo llevo a elegir ser jugador profesional.

Sí, de acuerdo con usted, pero si eso es obvio, es simple, es sentido común. De acuerdo, pero recordemos que en el periplo pasado, con Juan Carlos Osorio, sólo hasta horas antes del juego sabían si jugaban, dónde jugaban, cómo debían jugar y con quién jugarían a su lado.

Por eso, Paraguay puede representar más complejidad, por su estilo propio, por el impacto de sanación de Berizzo, y porque los jugadores saben que están bajo observación, pero no es el Juicio Final cuando hay cuatro años por delante.

Martino, por su parte, sabrá si en su equipo B hay jugadores de protagonismo clase A. ¿O alguien duda, por ejemplo, de la devoción de Javier Hernández y de Miguel Layún ante Paraguay?

Es así como se genera la competencia interna y no con rotaciones obsesivas.