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"¿No pasa nada?" ¡Pasa tanto, Gerardo Martino!

CHICAGO -- “No pasa nada”, dice Gerardo Martino, por si acaso México no levanta la Copa Oro ante Estados Unidos este domingo en el Soldier Field de Chicago.

“No pasa nada”, dice y entonces se deduce que no tiene ni la más remota idea de lo que ha vivido con la selección mexicana en la Copa Oro y en los partidos amistosos.

“No pasa nada”, y seguramente tiene razón: su contrato con México no se verá alterado ni en una coma, ni en un cero, ni en un punto y aparte, pero su declaración merece tres puntos suspensivos…

“No pasa nada”, y en lo competitivo habría un fracaso, pero no habría un desastre. Martino tiene razón: su trabajo comienza, y hasta antes del juego con EEUU, este domingo, su calificación es aprobatoria.

“No pasa nada”, afirma, y seguramente enmendará y zurcirá y parchará donde haya que enmendar, zurcir y parchar de cara al futuro. Todo entrenador es un sastre de sus resultados.

Lo preocupante es eso, que Gerardo Martino no logró entender de lo que se trata dirigir a una selección mexicana, esa que, ciertamente, nunca ha ganado nada en las grandes tertulias.

Hoy, siete meses después de dar el sí al Tri y de vivir una Luna de Miel, el Tata Martino no tiene ni maldita idea de en qué alcoba se acuesta y en qué alcoba se levanta. Sin duda, esta Luna de Miel se vive en camas separadas.

“No pasa nada”, y lo primero que se vino a mi mente después de escucharlo fue regalarle el libro “Vecinos Distantes” de Alan Riding, un legado escrito hace 35 años y tan fidedigno y genuino hoy como entonces, e incluso, hoy, más que entonces.

“No pasa nada”, y aún cuando comparte la empatía de los resultados con el peregrino mexicano en Estados Unidos, no queda en claro si hay simpatía o antipatía por ese maravilloso entorno.

“No pasa nada”, dice Martino. ¡Sí pasa, Tata! ¡Y pasa tanto! ¿Y si ganas, Tata? ¿No pasa nada o sí pasa mucho?

Pero, habrá tiempo para entenderlo, para vivirlo, para amamantarte de tantos escenarios de esta Copa Oro y en especial de enfrentar a Estados Unidos. Y entonces se verá que sí pasa… y pasa mucho.

De darse la victoria este domingo por la noche en el Soldier Field, como debería ocurrir, Tata Martino se dará cuenta de todo lo surrealista que sí pasa, especialmente entre esos legionarios que padecen en las citas de cuatro años, y toman como cataplasmas curativas para su frustración mundialista, la dosis poquitera de eventualmente ganar la Copa Oro.

“No pasa nada”, suena irreverente, insolente, irrespetuoso. No debe saber Gerardo Martino las historias detrás del casi millón de aficionados que ha seguido a su selección en los amistosos de este año y en la Copa Oro, incluyendo esta Final ante EEUU en el Soldier Field.

“No pasa nada”, y me imagino el rostro contraído, la mueca inescrutable, en Gerardo Torrado, hoy, su jefe directo en la selección. Y en Rafa Márquez, Andrés Guardado, Javier Aguirre, Jared Borgetti, Pável Pardo. Es que en la Copa Oro, ya ha pasado tanto…

Lo habíamos mencionado: simplemente como un gesto de agradecimiento, de cortesía, de generosidad a ese casi millón de fieles que han seguido al Tri, en sólo este año, la selección mexicana debe entregarles la Copa Oro.

Tal vez Gerardo Martino ignora ese arrebato dramático, a veces histérico, tan pasional, por beberse un momento de felicidad, entre migrantes mexicanos que montan su propia parafernalia, cierto, a veces patriotera, con México levantando la Copa y especialmente ante EEUU.

Seguramente ignora que en estas situaciones, lúdicas, intrascendentes, terrenales, para el aficionado mexicano, en testimonios de muchos de ellos, ganar significa un probete de felicidad, un dedazo de miel.

“No pasa nada”, y pasa, porque muchos de ese casi millón de idólatras tricolores, irresponsablemente sin duda, se embarcó en esa odisea de saciar su nostalgia, endeudándose, dejando de pagar la renta, mintiendo en su trabajo sobre eventual enfermedad, todo, por 90 minutos de dicha.

“No pasa nada”, y para cada mexicano radicado en Estados Unidos, otra eventual derrota ante EEUU, como retribución amarga por comportarse arrogante, sele viene una burla descarnada y encarnizada de manera multinacional y multiétnica.

“Todos mis compañeros en el trabajo, que son centroamericanos o estadounidenses, se van a burlar de mi, por meses”, ha sido el comentario recurrente especialmente mientras el Tri vivió bajo el estigma del “2-0” ante Estados Unidos, hasta que con Juan Carlos Osorio, en Columbus mismo, se dio el funeral.

Así es, Tata. Decir que “no pasa nada” si México pierde este domingo la Final de la Copa Oro ante EEUU es defenestrar a su gente, a sus migrantes, a los que viven en México. Es ignorar la historia. Ignorar el escenario político, social y financiero.

Y es también ignorar a Alan Riding, quien explica que cuando el mexicano huye de “una realidad que no puede manejar y entra en un mundo de fantasía donde el orgullo, el idealismo y el egoísmo social florecen con seguridad además de que la pasión domina sobre la razón”.

Ahí, Tata, justo ahí, especialmente ahí, es dónde entra el universo perfecto de la fuga: el futbol.

“No pasa nada”. Pero pasa, Tata. Y ojalá que no pase, para que a esos, a los que si les pasa algo, no tenga que pasarles.

Alan Riding establece que “los mexicanos necesitan pocos amigos porque tienen muchos parientes”. El marcador del Soldier Field será más explícito.

Una victoria este domingo, ante EEUU, desatará ese coro: “Martino, hermano, ya eres mexicano”. Es decir, pariente.

Tampoco te confíes, Tata. Lo mismo le cantaron a tu antecesor, Juan Carlos Osorio, y…