<
>

La Volpe y Meza bajo amenaza

LOS ÁNGELES -- Mal comienza la semana para el que ahorcan en lunes, dice el refranero.

Así debieron sentirse varios técnicos, de prosapia incluso, dentro del futbol mexicano. Una resaca que continuará el resto de la jornada.

Repase la lista, porque, en el léxico de Hugo Sánchez, la aritmética amenaza con “colgarlos de las amígdalas”.

1.- Entre ellos, hay uno que pontifica con grandilocuencia en cuanto hay tema —o sin haberlo—. Remarca su acento porteño y se cuelga el letrerito de ser la matrona más prolífica del futbol mexicano: Ricardo LaVolpe. Patriarca incluso de una doctrina en extinción: el Lavolpismo.

2.- Y entre ellos, uno de los técnico más ganadores del futbol mexicano, pero que, aún con la sabiduría de cicatrices y laureles, lleva años de tumbo en tumbo. Salió entre azufre del Puebla y en Veracruz le lapidan con un 7-0: Enrique Meza.

3.- Con dos puntos, uno más que los dos técnicos anteriores, pasó en su discurso de “estamos para campeones”, al “tendremos que mejorar lo hecho el torneo anterior (de finalista a campeón)”, hasta un “haremos todo lo posible por llegar a la Liguilla”: Pedro Caixinha.

4.- Excluyamos a Martín Palermo (Pachuca), que ascendió hasta su propio nivel de incompetencia, y José Luis Sánchez Solá (Puebla), con resultados gitanos, con equipos gitanos, tan gitanos como él mismo.

¿Qué ocurre con Meza y La Volpe? ¿Por qué, tras años sin ganar nada, se empeñan en seguir entrenando? ¿Por qué siempre, en su caso, hay un roto para un descosido? Vigencia.

Hoy, ambos, no pueden saber menos que en sus momentos exitosos. Los fracasos ilustran. Incluso a tipos tan obcecados como La Volpe o a personajes tan aparentemente taciturnos, como Meza.

Hace apenas un par de años, La Volpe reverdeció los propios cerros de su ego. Tomó al América y lo volvió competitivo. Lo hizo finalista. Pudo ser campeón hasta que Sambueza saboteó al equipo haciéndose expulsar.

Incluso, La Volpe quemó sus propias naves. Él, defensor del futbol exquisito y espectacular, por necesidad —dice él—, cruzó la frontera hacia lo que aborrecía. Y no ha regresado de ahí.

Aún privilegia la posesión con un equipo compacto, de gran recuperación, pero con la pelota ordena ritmo, paciencia, orden. Potenció y hasta depuró la magia exitosa del Lapuentismo, para adaptarla a sus equipos.

Fervoroso ególatra y egomaníaco, adicto a empalagarse de sí mismo, La Volpe da muestras sin embargo de que no ocurre algo en el mundo del futbol, sin que él se entere y claro, esté listo para dogmatizar. Queda claro que no ve futbol, vive futbol.

Y sin embargo, Toluca suma un punto de nueve posibles y lejos del equipo sólido, intenso, devoto del torneo anterior.

Cierto, recordemos que LaVolpe es ácido, y el ácido fricciona, diluye, herrumbra las relaciones. Y cuando LaVolpe se autoinstala en su pagano cielo, crea un infierno a su alrededor.

Hay más detalles en Toluca. Hace unas semanas explicábamos en Raza Deportiva de ESPNDeportes, las pugnas al interior del club. Hay versiones de que Sinha tiene injerencia en el vestidor y que el director deportivo, Jaime León, ha tenido enfrentamientos con él.

Decía LaVolpe el domingo que “mis jugadores no hacen en la cancha todo lo que trabajamos en la semana”. Y agregó: “Y esto (el plantel) es lo que medio la directiva”. Su lengua dinamita el entorno, pero, seguro es verdad.

¿Y Enrique Meza? Penosa fue su salida del Puebla, después de unas semanas prósperas. Aceptó un suicida trato con Fidel Kuri y lo crucificaron con siete clavos. Un 7-0 es un resultado saca técnicos.

Esa forma de jugar que pretende Meza, de tener el balón, hacerlo viajar por toda la cancha, ser paciente, elaborado, preciso, requiere de disciplina, concentración, atención y compromiso, especialmente de los socios del que tiene el balón.

Veracruz se ha visto divorciado. En todas sus líneas. Pierde balones de manera absurda y en condiciones comprometidas. Y claro, los jugadores viven más atentos a que sus quincenas lleguen a tiempo a las indicaciones del técnico.

Meza se ha esforzado por actualizarse. Ha viajado a Europa, se ha entrevistado con técnicos, con directos deportivos, ha visto entrenamientos, pero, sin duda, ha perdido la muñeca para tomar las riendas del futbolista que suele ser sinvergüenza cuando le conviene.

También hay versiones en su entorno. Ha creado murmullos incómodos, el hecho de que sus hijos, que familia esté trabajando en Veracruz, y que por eso aceptó Meza dirigir al equipo. El nepotismo, aún justificado, es nepotismo.

Pero queda claro que Meza no puede ser menos capaz que en sus jornadas con aquel Toluca poderoso y con aquel Pachuca. Por el contrario, detallista como es, con el jugador, hoy debe comprender mejor que nadie, el intríngulis de la cabecita de cada futbolista.

A estas alturas, lo cierto, es que ambos técnicos, La Volpe y Meza, están solos. Ni en su plantel, ni entre sus directivos, encontrarán ni la palanca ni el punto de apoyo para mover el mundo.

Meza tiene la ventaja de que recibirá esta jornada al Atlas de siempre, mientras LaVolpe tendrá el peor huésped posible para él: el América de Miguel Herrera.

Por otro lado, La Volpe tiene un seguro de vida. Ha estado pidiendo el pago de su salario total por anticipado, por si acaso. Meza, en ese sentido, ha sido más respetuoso, aunque corra riesgo de que le falten al respeto.