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"El Pirata" Peralta va por más

Peralta fue vencedor ante el 'Fantasma' Guerrero. Premier Boxing Champions

BUENOS AIRES -- “Mamá, ¿tengo tiempo para hacer un reportaje?”

A través del teléfono, se escucha, en la lejanía, una voz femenina: “Si, m’hijo, atendé nomás, que todavía estoy cocinando”.

-Bueno, mi mamá me da permiso –dice David Emanuel Peralta, más conocido como “El Pirata”-. ¿Sabés que pasa? Que desde que llegué estoy loco por comer lentejas, y eso es lo que mi mamá me está cocinando ahora. ¡Era lo que estaba esperando!

Peralta nació en Córdoba el 31 de agosto de 1982. A los 34 años recién cumplidos, disfruta de una nueva vida. El sábado 27 de agosto en Anaheim, California, le ganó por puntos al ex cuádruple campeón mundial Robert “El Fantasma” Guerrero, luego de haber estado 12-1 abajo en las apuestas. Tras 15 meses de inactividad, y cuando trabajaba de taxista para vivir, Peralta recibió esa oportunidad y no la desaprovechó.

-He sufrido mucho en la vida y esta hermosa oportunidad que me da el boxeo es algo tremendo para mí –nos dice-. Llegué a mi barrio, el José Ignacio Díaz (que está a unas quince cuadras del Arco de Córdoba) y me encontré con todos mis vecinos y amigos, fue algo hermoso.

-¿Cómo empezó esto del boxeo?

-Por un lado, mi padre, Carlos, que siempre me alentó muchísimo. Yo fui a entrenar con Carlos Tello, un hombre al que, cuando murió, lo lloré casi como un padre, porque fue una gran persona en mi vida. También estuvieron Oscar Martínez, que fue un gran peso mosca de los años 70, y que llegó a trabajar con César Brión (mítico peso pesado cordobés que peleo con Joe Louis). Ellos me enseñaron a trabajar bien de largo, aprovechando mi estatura (mide 1,70m) y mis brazos y bueno… aquí estoy… Carlos Tello (hijo) es quien me conduce, me orienta y el que me consiguió esta chance.

Su madre, Gladys Inés, tiene 57 años y su padre, 58. David tiene una hija, Maira Mayrén, de 6 años. Cuando se enteró de que iba a pelear con Robert Guerrero, Peralta le hizo un pedido a Dios.

-Le pedí a Dios que nadie saliera lastimado, ni destruido, simplemente que todo fuera bien, que todo anduviera bien y que, de poder, que me diera una mano. ¿Sabés una cosa? Yo, la noche anterior a la pelea, soñé todo lo que iba a pasar. Soñé que lo tiraba y que ganaba en fallo dividido. Parece mentira, ¿no?

Peralta es fanático del club Belgrano de Córdoba, de ahí el apodo de “Pirata”. Y se espera que el club le dé un gran recibimiento, como debe ser. Hoy suma 26 peleas ganadas, con 14 KO, 2 derrotas y un empate. Como aficionado, y en el Luna Park, lo tuvo por el suelo a Marcos “El Chino” Maidana, aunque luego perdió (eran amateurs). Como profesional intentó el campeonato argentino welter junior, que estaba vacante, y perdió antes del límite con Claudio “El Pumita” Olmedo, en julio de 2011. Antes de su victoria ante “El Fantasma” Guerrero, no peleaba desde el 23 de mayo de 2015, cuando venció por puntos en Córdoba a Guillermo de Jesús Paz.

-Yo vendía ropa casa por casa, en una bicicleta. Era ropa de calle, de damas, pero… ¿Sabés que era lo que más vendía? ¡Lencería erótica! Y la compraban señoras que uno no se iba a imaginar. Iba con mi catálogo y la bicicleta casa por casa. Eso fue del 2009 al 2011. Después entré al Mercado de Abasto, como changarín, cargando bolsas y llevando mercaderías en un carrito, de 2012 a 2014, pero era un trabajo muy pesado, no me gustaba mucho porque me sacaba fuerzas para los entrenamientos. Así que finalmente, en 2015, me metí en un taxi.

-Pero el trabajo de taxista es muy sedentario, eso no ayuda.

-Pero a mí me gustaba, ¿eh? Y mucho, porque me distraía y me permitía conversar con la gente. Me gusta conversar, ¿se nota, no? Además, me permitía vivir, porque hacia una jornada de seis horas y me llevaba entre 600 y 500 pesos diarios.

-¿Y cómo hacías con los entrenamientos?

-Y… era medio duro, porque cuando subía al auto no bajaba nunca, me la pasaba trabajando sin parar de 17 a 5 de la madrugada. Y después me acostaba a dormir hasta las 11, para ir a buscar a mi nena al colegia. Volvía a casa, comía y me entrenaba, pero claro, también tenía que trabajar a media máquina, porque era mucho desgaste y tenía poco descanso físico.

Las cosas cambiaron radicalmente cuando se anunció su pelea con Guerrero. A instancia de Carlos Tello (hijo), su actual entrenador, Peralta decidió entrenar en Buenos Aires.

-Eso fue fantástico para mí, porque por primera vez en mi vida entrené 100% boxeo y nada más. Tello me dio a elegir entre tres entrenadores y decidí por Darío “El Colorado” Fernández, que supo estar en el equipo de Lucas Matthysse y es que un gran luchador, además de ser muy pícaro e inteligente en el rincón. Fue un acierto, porque el “Colo” como lo llamamos todos, no solamente me buscó la mejor estrategia ante un zurdo como Guerrero: también me fue convenciendo de que yo podía y que iba a ganar, y eso fue muy importante para mí.

Como un Rocky modelo cordobés, Peralta se dedicó de lleno al gimnasio desde el 28 de julio, en el gimnasio “Unidos de Villa Diamante” (ubicado en Villa Diamante, Lanús, el barrio natal de Horacio Accavallo) con Darío Fernández. Y en el Star Gym de Lanús, un gimnasio de Rodrigo Tononi, para ir afinando velocidad y puntería.

-Tuve un montón de muy buenos sparrings: Andrés Figueroa, el Colo Vargas, Lucas Giménez, Leandro Albornoz, Brian Ríos, Gabriel Rolón… Además, ya venía entrenando fuerte en Córdoba. En Corral de Palos, con Tello y Ceferino Labarda. No hay que olvidar que tuve un accidente con la moto y problemas de ligamentos de la rodilla derecha. Empecé a darle con todo en el Power Gym de Córdoba en diciembre del año pasado. Para febrero estaba recuperado, pero…

-Pero… ¿Qué?

-Entre lo que ganaba con el taxi y lo que me pasaba, pensé que iba a largar el boxeo: “Hasta aquí llegué”, me dije. A lo sumo, si seguía era para ser un obrero más del boxeo, o sea para ganarme unos pesos, pero sin grandes ambiciones. Para febrero estaba al cien por cien y la verdad es que el accidente también me sirvió para saber quién era quién entre mis amigos, porque algunos de esos “amigos” de pronto, desaparecieron. Como dice mi mamá, “No hay mal que por bien no venga”.

Lo cierto es que hoy, ya ligado a Sampson Lewkowicz, no quiere perder el tiempo. En dos semanas volverá a Buenos Aires y luego se mudará a los Estados Unidos, para entrenar con el nicaragüense Marcos Caballero en su gimnasio de Indio, California.

-Son sueños que se me están haciendo realidad, porque voy a poder entrenar con gente como el Chocolatito González, o Shane Mosley o Tim Bradley. La noche mi pelea, también peleó y ganó Neri Romero; y Marcelo Crudele, el dueño del gimnasio donde entrena el Team Maidana estuvo ahí, se ofreció y me ayudó en todo. Sí, mi vida ha cambiado y solamente espero pelear pronto, en los Estados Unidos y tener otra oportunidad. Me vida cambió, pero no del todo. ¿Sabés que pasa? Me está llamado mi mamá… Las lentejas están servidas…