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El legado de Fidel Castro y el boxeo cubano

De la Cuba de Teófilo Stevenson y Félix Savón a la de Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, el boxeo cubano siempre dio de que hablar en el mandato de Fidel Castro, un personaje con el que el pugilismo amateur levantó los brazos en señal de la victoria al tiempo en que buscó noquear el profesionalismo.

Los románticos del boxeo dirán que Fidel fue la causa de que nunca viéramos duelos como el de Muhammad Ali y Teófilo Stevenson, o el de Mike Tyson y Félix Savón, pero que también fue clave para que Cuba se colocara como la segunda potencia más grande en la historia del pugilato olímpico.

Fue luz y sombra, pero siempre amante del deporte de los puños.

En México 1968 dio aviso la escuela cubana de boxeo de los trabajos técnicos que venían haciendo con la conquista de dos platas, pero el potencial de la Isla estremeció al boxeo en 1972, en Munich, cuando comenzó la cosecha dorada. A partir de la citada justa olímpica, Cuba comenzó a hacer del oro olímpico en boxeo un premio recurrente. Fue ahí cuando se supo por primera vez de Stevenson, que conquistó la primera de tres medallas de oro en los Juegos.

Cuba se asumió ahí como la potencia que fue luego al conquistar tres oros y cinco medallas en total. Años después llegó el también legendario Savón, otro tricampeón de boxeo y finalmente supimos del exitoso bicampeón Guillermo Rigondeaux.

Con Fidel al frente, Cuba subió 31 veces a lo más alto del podio, con él como respaldo, la escuela cubana consiguió 31 oros y se asumió como el más grande ganador en los últimos 50 años.

Pero así como brilló en el olimpismo, el boxeo profesional de Cuba quedó ensombrecido y aquellos pocos que decidieron irrumpir en el profesionalismo no fueron bien vistos por Fidel, quien consideró siempre que atentaban a Cuba y a la Revolución cuando emprendían el sueño de brillan en el profesionalismo.

Es bien cierto de los privilegios que gozan algunos de los medallistas olímpicos en Cuba, que el deporte brinda un status especial dentro de la sociedad, pero para algunos de ellos no era suficiente el reconocimiento en la Isla, porque tenían el talento y querían mostrárselo al mundo pese a cualquier obstáculo.

Conforme seguían llegando los oros olímpicos también llegaron los famosos desertores, o emprendedores, según se les quiera ver, hombres que sin voltear más insistieron de cualquier forma en llegar también al estrellato.

Supimos entonces de Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, dos hombres que perdieron cualquier privilegio cuando intentaron escapar sin éxito.

Cuentan que Rigondeaux era considerado una maravilla por Castro, personajes cercanos al ahora conocido como ‘Chacal’ y reconocido como uno de los mejores libra por libra del mundo, comentan que se reunían seguido y cuando ‘Rigo’ intentó no volver más a la Isla le reprendió y hasta lo dejó sin casa.

También supimos de Yuriorkis Gamboa, Luis Ortiz, Odlanier Solís, Joel Casamayor, Humberto Savigne, Sullivan Barrera, Yan y Rances Barthelemy, hombres brillantes que dieron gloria a Cuba en el profesionalismo pero que padecieron el veto al profesionalismo como pocos.

Sin embargo, el amor de Fidel por el boxeo era intrínsico a su pasión por los deportes.

Hay algunas gráficas de Castro con Muhammad Ali durante una reunión en los 90’s en la que a manera de broma el mandatario le pedía un jab al Más ‘Grande de Todos los Tiempos’.

Se puso los guantes de vez en vez, al menos para las fotos. Así fue el boxeo en la era de Castro, luz olímpica y sombra profesional, con represalias para muchos de los que dejaron la isla en busca de gloria y reconocimientos para los que volvían a casa con medallas.

Siempre fue nota el boxeo en la Cuba de Fidel, quien falleció ella noche del viernes a la edad de 90 años.