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Ward vs. Kovalev: El robo del año

Al Bello/Getty Images

Reza en la Real Academia de la Lengua Española que el vocablo decepción es "un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena..."

Me atendré a lo estrictamente semántico para enmarcar la mayor decepción del boxeo en 2016 -que no involucre a peleadores hispanos-; obligatoriamente debo apuntar con el índice al desenlace de la pelea entre el estadounidense Andre Ward (31-0-0, 15 KOs) y el ruso Sergey Kovalev (30-1-1, 26 KOs).

Sin pretender ser absoluto, nada en el año que fenece generó más "sorpresa y pena"; ni siquiera la novela protagonizada por el peso completo inglés Tyson Fury (25-0-0, 18 KOs), quien derrumbó la dinastía de Wladimir Klitschko (64-4-0, 53 KOs) en una deslucida contienda para luego sucumbir víctima de sus propios excesos con la cocaína.

En un negocio-deporte que cada día se parece más al espectáculo de la WWE (World Wrestling Entertainment) y menos a los llamados "deportes convencionales", donde para considerarte campeón debes vencer a los mejores, cuesta sangre, sudor y lágrimas emparejar sobre un cuadrilátero a los púgiles más capaces. Siempre, o casi siempre, hay un argumento para justificar por qué atletas y promotores no logran algo que parece tan sencillo en cualquier otra actividad deportiva.

Los argumentos (huidas) son antológicos, como para guardar en una enciclopedia de la desfachatez humana. Promotores y atletas venden la idea de que están montando "la pelea que la gente quiere ver" aunque ni ellos mismos se creen el cuento; pero mientras genere billetes verdes todo está perdonado en la villa del Señor.

Después de sufrir un número importante de peleas arregladas e insulzas durante la temporada boxística de 2016 había mucha expectación acerca de esta ecuación donde cara a cara estarían dos grandes (números 2 y 3 del ranking libra por libra) en igualdad de condiciones.

Y el 19 de noviembre, en la T-Mobile Arena de Las Vegas, lo que debió ser una gran fiesta del deporte de los puños terminó en decepción e ira tras el veredicto favorable a Ward.

Sí, decepción. Y enumero cinco razones:

1. Lo fue porque el accionar de los púgiles no terminó por ser el factor decisivo y si la actuación de los jueces.

2. Se premió a un Ward que mereció perder. Así es como suelen crearse las cortinas de humo sobre la imbatibilidad de X o Y boxeador. La carrera de Floyd Mayweather Jr es un ejemplo. Tuvo en su invicto uno de sus pilares, de sus argumentos para compararse con todo ser humano que alguna vez usó guantes, a pesar de que en abril de 2002 muchísimos lo vieron perder contra José Luis Castillo.

Para infortunio de Kovalev y dicha de Ward este es un deporte donde la memoria histórica suele ser bien limitada.

3. La decisión estropeó el invicto del justo ganador: el ruso Kovalev, quien para colmo de males perdió los cinturones mundiales semipesados avalados por la OMB, la AMB y la FIB.

4. Un total de 20 especialistas, de 25 contabilizados, vieron ganar al europeo en sus papeletas extraoficiales.

5. Decepcionó porque a esta altura del siglo XXI todavía los organismos internacionales avalan este tipo de decisiones injustas (y no polémicas que no es lo mismo) sin siquiera pronunciarse.

Situaciones como está dejan en evidencia dos cosas acerca del boxeo: es una caja de sorpresa con tendencia a decepcionarte y que a la corta o a la larga... da pena.