Boxeo
Bernardo Pilatti | ESPN Digital 7y

Pilatti y su punto de vista sobre Berchelt

A Miguel Berchelt, nuevo monarca CMB de las 130 libras, le bastó apenas una pelea para enseñarnos a todos que luego de más de un siglo de boxeo de primer nivel, en materia de estilos, aún queda mucho por descubrir.

Lo que mostró el estilo del “Alacrán” en su victoria por KO sobre Francisco Vargas, fue la perfecta convivencia del fajador con el estilista. Una mezcla digna del análisis y del mejor aplauso.

Este sábado, el nacido en Cancún tenía la pelea de su vida, la única oportunidad de entrar en la selecta elite de campeones mundiales que ganan o pierden peleando siempre contra los mejores.

Francisco Vargas no era cualquier rival. Hablemos de un invicto que ha protagonizado las dos últimas peleas del año y que nadie desconoce lo que ha logrado con su estilo repleto de puras emociones. Pese a una carrera sólida, un porcentaje envidiable de peleas ganados por KO (87%) y un atractivo estilo de pelea, Berchelt era un desconocido para el gran público. Las apuestas favorables al “Bandido” Vargas eran prueba elocuente ello, así como la generalidad de las opiniones en redes sociales que no le adjudicaban ninguna posibilidad ante el poder y los antecedentes de Vargas.

Pero su victoria calló muchas bocas y con su desempeño, trajo algo nuevo al boxeo de primer nivel. Pero vamos por partes.

¿QUE PELEA GANÓ BERCHELT?

En mis comentarios previos predije que ganaría el que lograra imponer su estilo en una pelea que de hecho sería un “choque de estilos” entre rivales de extrema agresividad. Corazón vs. Mente, agresivo frontal (Vargas) y el agresivo intelectual (Berchelt). De ese escenario imaginábamos una pelea donde el ritmo inicial lo impondría Vargas y Berchelt trabajaría la pelea para tomar el control poco a poco a medida que avanzaran los asaltos.

Pero no fue así. Berchelt trajo un condimento esencial con el que no contamos en lo previo: su actitud. El Alacrán obvió ese tramo inicial inevitable en los elusivos, donde lucen vulnerables tratando de ajustarse al plan y las herramientas de su rival.

Berchelt tomó de inmediato el centro del ring y estableció sin preámbulos, aquellos códigos que regirían el desarrollo del pleito. Estableció el jab como primera herramienta, pero, contrario a lo esperado, nunca fue un jab defensivo. Reiteradamente utilizó el doble jab en pleno avance, complementado con golpes arriba o por afuera para rematar con el gancho en sucesiones breves y alucinantes que nunca Vargas consiguió bloquear ni menos eludir. La presión de Berchelt en ese comienzo fue tan abrumadora que a Vargas no le quedaba otra opción que permitirle golpes para lograr soltar sus andanadas.

Así fue en el segundo asalto que perfectamente debe ser anotado como candidato a round del año. Se alternaron los momentos de golpeo brutal y en ese territorio Vargas fue el que llevó la peor parte. Muy temprano su rostro ya mostraba las huellas del castigo.

Para el cuarto asalto la estadística del combate era contundente; el 50% de los golpes lanzados llegaban a destino. A esa altura, Berchelt no solo demostraba actitud, también enseñaba asimilación y capacidad de ir a pelear al mejor terreno del rival: el intercambio en corto. Le vimos momentos inolvidables donde fue al campo enemigo a soltar toda su artillería y en ese concierto no falto nada. Ganchos con las dos manos a la zona media, a la parte alta o cruzados por afuera impactando debajo de las costillas o abiertos hacia la cabeza. Rectas con una o con otra mano que siempre replicaba una o dos veces.

O salía para ensayar el golpeo largo por afuera y con sus movimientos dejar sin distancia y sin golpe a Francisco Vargas. Sobre el séptimo asalto bajo el ritmo y le otorgó, por momentos, la iniciativa a Vargas. Pero aun así nunca perdió el control de la pelea, cuando lo esperó también consiguió golpear y lastimar, especialmente en la zona media. La herida sobre el ojo izquierdo de Vargas, producto de un cabezazo, complicó aún más las cosas para el campeón, que lucía cansado y lastimado, con problemas para responder al ritmo infernal del desafiante.

La pelea se detuvo en el onceavo asalto, pero ya en el noveno la esquina debió lanzar la toalla. El castigo que estaba recibiendo su pupilo era casi inhumano y ante la asimilación que había demostrado Berchelt, lucía imposible que un golpe salvador diera vuelta el resultado.

UN ADMINISTRADOR DE EXTREMOS

Fue una victoria contundente la de Miguel Berchelt, pero también una exhibición refrescante ya que la variedad de sus herramientas impondrán a sus futuros rivales la necesidad de adecuar su boxeo al nutrido arsenal del “Alacrán”. Aclaremos, definiendo a Berchelt como “un perfecto administrador de extremos”.

O bien maneja sus piernas con el criterio del mejor boxeo elusivo como rompe su propia distancia para fajarse al tú por tú en la mera corta distancia. Berchelt puede tambien administrar el vértigo con mucha inteligencia, algo que le permite arrancar de manera alucinante en un pleito tan exigente o consigue bajar el acelerador de manera brusca para tomarse un descanso acudiendo al trabajo sobre piernas, sin perder el control de la pelea.

Pero hay otras formas de describir los extremos de Berchelt a la hora de analizar su desempeño. El no sufre el despliegue único del elusivo que necesita inevitablemente del esfuerzo ajeno para lucir ni sufre el karma del fajador cuyo boxeo solo tiene un sentido de ida y sin retorno. Miguel Berchelt de dos estilos de boxeo, construyó uno propio y le va muy bien con el invento.

¿Y FRANCISCO VARGAS?

El boxeo de Francisco Vargas, igual que el de Orlando Salido, Takashi Miura y tantos otros fajadores, tiene una virtud: nos emociona, nos mantiene en vilo, nos entretiene. Pero tiene un problema, su sello de calidad viene con fecha de vencimiento. Y este combate no dejó dudas en ese sentido, a Vargas le queda poco tiempo o tal vez, se le terminó el tiempo apto para seguir peleando de esa manera.

Es imposible sostener ese vértigo, es imposible que el cuerpo resista tanto castigo sin protestar y en el caso de Vargas, la forma en que sus viejas heridas se transforman en nuevas heridas es una señal de “no va más”. No hay forma de esconder que el ocaso de su carrera ya comenzó.

A su desempeño contra Berchelt le faltaron condimentos técnicos, algo que si bien es cierto no ha sido su virtud, el poder en sus manos y la resistencia al castigo conseguían esconder al peor de sus defectos. Sin discernimiento para trabajar un plan de pelea, sin herramientas que le permitieran variar las rutas de su golpeo y agobiado por un boxeo como el de Berchelt que combinaba velocidad con precisión y volumen de golpeo, muy temprano daba para imaginar que no habría forma de ganar la pelea.

Berchelt le desnudó carencias, demostró que para la guapeza hay límites y que no siempre alcanza con el corazón para ganar una batalla de manera épica.

A los 32 años, Vargas deberá asumir que las guerras con que nos ha emocionado siempre comienzan a cobrarle el esfuerzo. Ahora, será momento de reponerse y reevaluar su carrera desde dos vertientes: abandonar en la más extrema para preservar la salud o en otra decisión, también extrema, establecer un cambio radical a su estilo de boxeo. Ninguna de las dos decisiones es fácil de tomar, pero tampoco parece existir una tercera opción que lo salve del examen de consciencia. Lo de Miguel Berchelt es lo opuesto.

A los 25 años, su historia recién comienza y la forma tan acertada con que manejó un estilo de boxeo repleto de variantes, es una clara promesa de que, en su caso, lo mejor está por venir. Esperaremos sus próximos desafíos con la expectativa que merece un campeón al que nadie le regaló su título y que se dijo feliz de triunfar de la única manera válida en el boxeo de primer nivel: la de enfrentar a mejores contra mejores.

^ Al Inicio ^