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Floyd Mayweather Jr.: El más bocón y el mejor negociante

El almanaque de Floyd Mayweather Jr. ha sido manoseado tantas veces que hoy, día de su cuarenta aniversario, no perderé el tiempo en aburrirlos con repasos de su trayectoria.

Ya casi todo está contado sobre el hombre que aprendió de Ali y que supo sacarle los mejores dividendos al personaje del bocón irreverente.

Ese personaje que unos aman y que otros odian con la misma o mayor intensidad. Ese capaz de provocar que sus detractores pagaran importantes cifras de dinero simplemente para darse el gustazo de verle perder y que hasta algunas de sus víctimas lo imitaran burdamente aunque se empeñen en negarlo.

A ese grado de polarización llegó Floyd, el muchachito que nació un día como hoy de 1977 en Grand Rapids, Michigan y que desde su etapa de amateur despuntaba que sería el mejor de su clase, aunque no el mejor de todos los tiempos como él mismo insiste en apuntar.

Sí, Floyd grita a los cuatro vientos que es el Mejor de Siempre (The Best Ever), pero su afirmación es cuestionable por irse al extremo. Si bien en sus comienzos enfrentó a los más capaces en sus picos altos de rendimiento, él consolidó su legado escogiendo con pinzas a quién y cuándo enfrentar a rivales de renombre que pudieran representar una amenaza para su anatomía.

Tampoco alcanzó la capacidad intelectual de Muhammad Ali. Sus frases altisonantes en los últimos años de su carrera tuvieron (y tienen) la benevolencia de las redes sociales, pero carecen del ritmo, el color, la perdurabilidad y el ingenio de aquel paradigmático "vuelo como una mariposa y pico como una abeja".

Pero no se engañen, a Floyd nunca le interesó lo que pensaran de él ni que sus palabras trascendieran y fueran incluidas en alguna enciclopedia…

Lo suyo era y es el dinero.

Si el alias The Best Ever (TBE) es un despropósito, el sobrenombre de ‘Money Man’ es un acierto.

La comunión de su incontinencia verbal y su innegable maestría deportiva le convirtieron en el boxeador mejor remunerado de todos los tiempos. Y con eso le basta.

Podrán Roberto 'Mano de Piedra' Durán, otras leyendas del pasado y hasta el entrevistador Larry Merchant cuestionarle.

Asegurar que, de encontrarse en un cuadrilátero, le hubieran pegado hasta que su ego enmudeciera. Pero no puede obviarse que fácil fue decirlo... difícil fue hacerlo. Bien lo saben los 47 hombres que parlotearon (peleó dos veces con José Luis Castillo y Marcos Maidana) y luego callaron sobre el ring.

Veintiséis de ellos ni siquiera terminaron en pie.

Manny Pacquiao, Juan Manuel Márquez, Oscar de La Hoya, Shane Mosley, Ricky Hatton, Carlos Manuel Baldomir, Genaro Hernández y Miguel Cotto son algunos, para no hacer interminable y tediosa la lista, de los ilustres que no pudieron someterle.

Ahora, a sus 40, se regodea en la abundancia. Disfruta de sus millones y todavía le queda tiempo para seguir en la cresta de la ola --a pesar de haberse retirado desde el 12 de septiembre de 2015—, con los medios pendientes a cada movimiento suyo en la última de sus obras: “La otra gran estafa”, secuela de “La gran estafa” (algunos la llamaron La Pelea del Siglo), donde comparte protagónico con el artista marcial Conor McGregor; obra que solo tendría lógica en un escenario de la World Wrestling Entertainment (WWE).

Pero así es Mayweather… y a los 40 no va a cambiar. No queda más que decirle: ¡Felicidades Floyd!