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Sin presente los súper welters y con futuro incierto

En la práctica, la división de los súper welters cuenta hoy con seis campeones mundiales. Entre ellos hay nombres y estilos para todos los gustos. La sola presencia de figuras que han alcanzado el relieve de Miguel Ángel Cotto, Demetrius Andrade, Jermell Charlo o el propio Erislandy Lara, permitirían entusiasmar a los fanáticos más exigentes. Pero no es así. Las 154 libras no tienen presente y su futuro es un enorme signo de interrogación.

El problema para esta categoría puede tener muchos rostros y diversas razones que lo justifiquen, pero todo le apunta a una falta de identidad nacida de la desidia habitual en el boxeo profesional: las peleas no se ordenan, se pactan. Los mejores evitan a los mejores y optan por elegir a los oponentes ganables.

"EVITAME TU A MI, QUE YO TE EVITO A TI"

Al final de su última pelea, a Erislandy Lara le preguntaron si estaría dispuesto a enfrentar a los otros campeones que ganaron en la triple cartelera, Jarret Hurd o Jermell Charlo. Atribulado y forzado a responder lo que no deseaba responder, el cubano dijo: "Charlo es mi amigo, pero esto es un negocio, enfrento al que sea necesario". Esa frase pinta la primera premisa alineada en esa división, "el negocio primero, el deporte después". Obviamente, quedó claro que no desea ir contra su amigo, sea por amigo o por cualquier otra razón y ni por equivocación nombró al otro monarca de la AMB: Demetrius Andrade.

Sería un deseo repleto de inocencia esperar lo lógico, o sea, que un campeón (como Lara) que ha reclamado hasta el hartazgo la victoria en aquella derrota contra Saúl "Canelo" Álvarez y que no ceja de insistir en su deseo de subir una división para desafiar nada más y nada menos que a Gennady Golovkin, hubiera desafiado a los dos más poderosos de su propia división: Charlo o Andrade.

Bajo ese panorama, también sonaría a inocencia esperar que Jermell Charlo cuando le preguntaron a cuál de los otros campeones le gustaría enfrentar, hubiera mencionado a Erislandy Lara y no a quien terminó señalando casi con desesperación: Jarret Hurd.

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También hubiera sonado a broma en Día de Inocentes, si de pronto Lara resuelve responderle los desafíos al monarca regular de la AMB, Demetrius Andrade, para que unifiquen -- como corresponde -- la supremacía de los súper welters en el organismo bajo el cual comparten cinturones. O que Miguel Ángel Cotto, en vez de elegir al pobre Sadam Ali o haber considerado peleas con otros más pequeños como Mikey García o Errol Spence Jr para su despedida, hubiera salido a unificar con otros monarcas de la división para retirarse a lo grande.

UNA DIVISION ADAPTABLE A LAS NECESIDADES

Las 154 libras se asemejan a la división crucero o a las 122 libras (los súper gallos). Los cruceros hasta hoy han sido el patio trasero de los pesos pesados y los súper gallos un mero puerto de descanso para sumar en la estadística de aquellos grandes nombres en camino hacia las 126 o 130 libras. Razón suficiente, por ejemplo, para que Guillermo Rigondeaux no encontrara rivales en su momento y terminara subiendo dos divisiones en un cuasi suicidio para lograr una buena bolsa contra Vasyl Lomachenko.

Con Floyd Mayweather ya retirado, los súper welters también se transformaron en el patio trasero. En su caso, de los pesos medianos. Es la división que se toma por descarte, como lo hicieron Canelo Álvarez cuando renunció al título mediano para no enfrentar a GGG y bajó de inmediato para conseguir rápidamente un cinturón (OMB) venciendo al más mediocre de los campeones: Liam Smith.

O a modo exacto para que de la nada y sin méritos para ello, Miguel Ángel Cotto encontrara una oportunidad de título (OMB) previo a su despedida. O adecuada para que un campeón como Jermall Charlo huyera rápidamente hacia los medianos abandonando su cinturón buscando mejores bolsas y mejores rivales.

Tienen tan poco atractivo las 154 libras que hasta figuras del calibre de Canelo o Golovkin, cuando han ido a buscar rivales a modo la han ignorado y preferido de divisiones inferiores. Amir Khan y Kell Brook, por ejemplo y respectivamente.

SIN PRESENTE Y CON FUTURO INCIERTO

La cartelera del fin de semana dejó un mal sabor de boca, algo increíble si tenemos en cuenta que en un solo programa tuvimos la oportunidad de ver a tres campeones (AMB-CMB-FIB) en acción. De los demás campeones, ya sabemos que Cotto se retira en diciembre ante un peso welter como Sadam Ali, mientras que el interino de la AMB, el argentino Brian Castaño, sigue esperando rival y el considerado como mejor de todos, Demetrius Andrade, está de maletas listas para abandonar la división.

Precisamente, Demetrius Andrade en este 2017 ha realizado una sola pelea, venció a Jack Culcay por decisión mayoritaria, este sábado regresa en la co-estelar de Jezreel Corrales vs. Alberto Machado por HBO, debutando en 160 libras contra Atlantez Fox. Sin horizontes en las 154 libras, donde todos lo han evitado, empezando por Miguel Ángel Cotto, no hay duda que Andrade buscará hacer historia en los medianos.

Ya no hay manera de mejorar la situación en este 2017, eso justifica la afirmación de que no hay presente ¿Y el futuro? Prever lo que vendrá, es misión casi imposible en esta categoría. Los mejores se fueron o se van (Jermall Charlo, Andrade y Cotto) y los que quedan no se enfrentan entre sí. Solo cambiando esta última ecuación empezaría a salvar la división y posiblemente salvaría alguna carrera como la de Erislandy Lara.

¿El cubano aceptará de buena gana enfrentar a Jermell Charlo? ¿Le darán un espacio al monarca interino AMB, Brian Castaño, así sea para refrescar los rostros de la categoría? Luego de los abucheos sufridos en su anodina pelea contra Terrel Gausha, lo lógico sería que Lara esté evaluando también su presente, buscando descifrar su propio futuro. O cambia el chip de su boxeo o se le terminaron las opciones en "prime time". No parece quedar otra alternativa.

Apenas nos queda, de todo eso (seis campeones), una posible pelea entre Hurd y Charlo, como promesa de acción aunque entre púgiles que en lo mediático no ocupan la primera línea o la llamada "línea estelar". Demasiado poco para una división que tuvo tanto en el pasado. Pero así funciona el boxeo comercial, como lo dijo Erislandy Lara, sin emoción en la voz: "esto es un negocio". Y allí está el problema, mientras el negocio esté primero y el deporte después, seguiremos sin presente y con futuro incierto. Por ello, el título de hoy no fue un invento.