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Lo mejor está por llegar para Jorge Linares y Lucas Matthysse

Lucas Matthysse no impresionó ante Tewa Kiram, pero ganó al noquearlo en el octavo asalto Tom Hogan/Hogan Photos/Golden Boy Promotions

Lucas Matthysse y Jorge Linares tienen un futuro cercano auspicioso luego de salvar el examen que debían salvar. El show del pasado sábado en Inglewood, California, era para ambos una escala en camino a peleas de mucha expectativa, que solo serían posibles si superaban esos compromisos con buena nota. Y así ocurrió.

Setenta y dos horas después, las piezas de ese ajedrez parecen colocadas hasta en mejor posición de la que los equipos del argentino y el venezolano hubieran imaginado. Linares en ruta hacia una confrontación de alto perfil contra Vasyl Lomachenko, mientras que para Matthysse hay dos o tres opciones, dentro de las cuales ya no es una utopía esperar la revancha contra Danny García o hasta imaginar una posible batalla contra Manny Pacquiao.

"SOLO RESTAN GANANCIAS POR DELANTE"

Hace unos años a un campeón reinante lo consulté sobre la posibilidad de perder su título en la próxima defensa del mismo. Le expuse todas las opciones disponibles en materia de rivales y le pregunte cuál de esas alternativas le quitaban el sueño. No dudó un segundo siquiera en responderme que caer ante un oponente desconocido y por el que nadie diera un centavo de posibilidades, era su peor pesadilla.

Los desafíos que debió superar Matthysse el pasado sábado, ante el desconocido Tewa Kiram, tuvieron muchos componentes de esa pesadilla reseñada. Decimos muchos, pero no todos. El caso del argentino fue, si se quiere, una pesadilla mayor.

No había ninguna previsión sobre el tipo de boxeo que traía el tailandés. No había enfrentado a nombres conocidos, pero a todos los oponentes que había enfrentado se los llevó por delante. Kiram venía de muchos años en este negocio fajándose manera ininterrumpida. Primero en Muay Thai y luego en el boxeo. Es grande, muy grande y fuerte, para la categoría, a lo que sumaba la incapacidad de conocerle sus defectos: nunca había enfrentado a alguien que le desnudara las falencias.

A la imposibilidad de saber qué tipo de oposición tendría, Matthysse debía sumar sus propias limitaciones. El argentino no es un púgil técnico, nunca mejor colocado un apodo como el que algún día lo bautizó "La Máquina". Es un noqueador puro, de pocos recursos estratégicos y que sustenta su éxito en el poder de la pegada a partir de dos o tres combinaciones clásicas. La mayor virtud de Matthysse radica en la capacidad de imprimirle velocidad al golpeo de poder, especialmente en el tramo final del trayecto de esos golpes y la contundencia con que los mismos suelen impactar en el oponente. Matthysse es un tipo de púgil acostumbrado a hacer daño, habituado a que le teman y le respeten la pegada. Cuando eso no ocurre y adelante tiene alguien que lo frustra o le devuelve la medicina, su estabilidad mental tambalea.

Las frustraciones, en parte, tienen mucho que ver con ese lado emocional, a lo que esta vez se suma la edad (35) y la imperiosa obligación de no fallar en su postrera oportunidad. Más allá de cualquier suspicacia que haya provocado la doble caída de Tewa Kiram en el octavo asalto, la victoria fue inobjetable y pudo ocurrir antes si Matthysse hubiera afrontado este combate "a lo Matthysse", poniendo adrenalina y presión verdadera desde el mero primer asalto.

Kiram - a su vez -sintió la mano del argentino, pero también fue presa de sus propios miedos. Para el tailandés era también una prueba de fuego. Estaba siendo puesta a prueba su fortaleza mental y ya vimos que la misma se derrumbó. Cuando el miedo o los nervios toman cuenta de un púgil bajó las luces de un evento estelar de tanta trascendencia, un buen golpe alcanza para lastimar o amedrentar: o se cae y no se levanta o simplemente abandona. El boxeo profesional está lleno de historias que terminan con un "no va más".

Matthysse superó ese desafío y bastó ver sus lágrimas luego de la pelea para comprender el tamaño de la presión que había soportado. Ahora, todos sus caminos de futuro lucen atractivos. Una revancha contra Danny García es de una alta expectativa y visto el nivel de García en 147 libras, el combate promete ser parejo. La pelea se puede dar, al punto que Danny será el retador oficial debido a su lugar en el ranking AMB. A Danny García necesariamente le interesa por lo económico y porque una victoria ante el campeón regular, lo pondrá en línea directa de una deseada revancha contra Keith Thurman, el súper campeón de ese organismo.

Tampoco se puede descartar a Manny Pacquiao. En tren de realizar negocios juntos a Golden Boy Promotions y Top Rank, es una opción lógica imaginar esa pelea, especialmente porque sería para el filipino una buena oportunidad para volver a ser campeón. Como sea, para Matthysse llega el tiempo de realizar peleas de alto perfil y recibir buenas bolsas, todo lo cualdefinitivamente pondrá su carrera en el lugar que corresponde.

JORGE LINARES CONTRA EL MEJOR, EN SU MEJOR MOMENTO

Linares no solo superó una complicada oposición en su última pelea (Mercito Gesta), venció a un rival zurdo, una cualidad en sus oponentes que era parte de una leyenda urbana. Se insistía en sus problemas para resolver ante una guardia opuesta. Linares ha vencido a dos rivales zurdos en sus dos últimas peleas - Mercito Gesta y Luke Campbell-y si bien con el británico pasó más trabajo que frente al filipino, se nota un cambio en el estilo del venezolano que claramente apunta a solucionar los problemas que le plantean ese tipo de rivales.

Hay un dramático recuerdo de su pelea contra un zurdo que lo derrotó en octubre del 2011, Antonio DeMarco. Una de las dos derrotas que marcaron un antes y un después en su carrera. La segunda fue contra el mexicano Sergio Thompson. De aquél Linares al actual, hay un cambio ostensible en su desempeño en el ring. El Linares anterior era más clásico en su postura ofensiva, iba temprano a la confrontación directa, peleaba más abierto y quedaba más expuesto. Hoy su postura y estilo son diferentes, es más criterioso en lo defensivo y más inteligente en la ofensiva.

Linares hoy trabaja mayormente con una postura sesgada detrás del jab. Eso le dificulta el golpeo a sus rivales, especialmente los de guardia zurda, que deben realizar un recorrido mayor para llegar a la mejor distancia para soltar sus trallazos. Al mismo tiempo - lo vimos ante Gesta - Linares puede trabajar con sus ganchos de izquierda por afuera, el golpeo a la zona media, con combinaciones en secuencia alternada con la doble recta de derecha. Todo complementado por un buen trabajo de salida por laterales sobre piernas.

Suma golpes, evita recibirlos y en el caso de los zurdos, le baja revoluciones con el golpeo sistemático a la zona media, debajo de las costillas. Ante Gesta le dio excelentes resultados y no hay duda que esa será una de las herramientas esenciales en una eventual pelea contra Vasyl Lomachenko. Ya se sabe que la batalla contra el actual mejor Libra por Libra del mundo está encaminada y parece que sobre la misma, en las próximas horas, podríamos ya conocer algún aviso del inicio oficial de las negociaciones.

Esa batalla al venezolano no solo le garantizará una bolsa importante y su presencia estelar en una pelea de altísimo perfil, es también la culminación de una larga recuperación, como el Ave Fénix, luego de aquellas derrotas del 2011 que pudieron ser el final de su carrera. Desde aquella lejana derrota por TKO ante Sergio Thompson, en el mero segundo asalto, han pasado más de cinco años a través de los cuales Linares ha hilvanado trece victorias consecutivas, se ha transformado en un campeón sólido y se ha ganado el respeto definitivo como tal.

La pelea contra Lomachenko es punto de llegada al momento más alto de su carrera, un momento en el cual (por paradoja) - al igual que con Matthysse - han bajado las urgencias, lo puede encarar con menos presión y sabiendo que por el tipo de rivales que se avecinan, ganar o perder es una posibilidad que no desmerecerá su trabajo. Por eso lo del título, luego de caer y levantarse, para los dos solo resta la mejor parte de su historia.