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El golpe secreto

Traje oscuro, camisa blanca, corbata al tono, sonrisa. ¿Es un político, un promotor, un ejecutivo o un boxeador? En el caso de Manny Pacquiao, la pregunta tiene una sola respuesta: todo eso junto.

Sube sonriente al escenario Pacquiao, en medio de una oleada de aplausos, gritos y entusiasmo general. Más de trescientas personas, la mayoría periodistas, lo reciben como a lo que es: una figura pública, una celebridad, un personaje del mundo.

Es cierto: la anunciada conferencia de prensa tiene a otro protagonista también, al campeón mundial welter de la WBA, el argentino Lucas Martín Matthysse -ropa deportiva oscura, barba, gesto serio y concentrado-, pero parece importar poco, puesto que el reciento está ocupado por la personalidad de Manny.

Manny se dirige al público y, aunque están en el Hilton de Kuala Lumpur, en Malasia, lo hace en inglés. Agradece a sus sponsors, a una línea aérea, al gobierno de Malasia, al promotor local, al hotel, agradece a la gente, agradece al público, agradece a su familia, agradece a los periodistas.

Sentado en un enorme sillón, con aire ausente, porque no entiende mucho de lo que se dice, está el campeón, Lucas Matthysse. Hablan todos, incluyendo a Pacquiao que, ahora ya como retador al título, vuelve a agradecer. Y habla, claro, Oscar De La Hoya, presidente de Golden Boy, el hombre que conduce a Matthysse. Hablan Mario Arano, el promotor argentino, y también agradece y agrega: “Saludo a Manny Pacquiao y espero que tanto los jurados como el árbitro estén a la altura de la circunstancia, para que esto sea una fiesta y no haya que lamentar algún fallo equivocado”. Y redondea: “Lucas no ha venido por una buena paga, ha venido a ganar por el honor y la gloria”.

Y en medio de la fiesta, de los gritos, de las pantallas gigantes, de la música, de las cámaras de los teléfonos de casi todos los asistentes, habla Lucas. Habla poco, como es su costumbre. Agradece a Manny y asegura que ha venido por la gloria.

La conferencia de prensa se conforma con pocas preguntas. Lucas recuerda su época de adolescencia, cuando era compañero de los primeros pasos del boxeo junto a otro incipiente peleador, Marcos “El Chino” Maidana. Manny dice que se da tiempo para todo, incluyendo la política y la promoción.

Y posan frente a frente y luego se van, en medio de una escolta cerrada Manny, en medio del su breve grupo de acompañantes Lucas. Ríen y casi festejan los argentinos, aunque son pocos. Se va seguro Manny, acostumbrando a estos menesteres. Unas horas antes ha estado corriendo por un parque cercano, saludando a la gente.

Y, tras toda la ceremonia final de promoción, cuando queda la otra ceremonia, la del pesaje el sábado, y luego la pelea del domingo -será alrededor de las once de la mañana, hora de Kuala Lumpur-, queda un breve café con Mario Arano, el promotor de Matthysse.

-Recién Oscar (De La Hoya) estuvo charlando con Lucas. Y le dijo lo mismo que Lucas viene practicando hace ya mucho tiempo. Es un “golpe secreto” si quieren llamarlo así… Y como es secreto, no diré más nada, pero algo les aseguro: la pelea es difícil, pero si todo sale bien, Lucas va a ganar por nocaut. Acuérdense de lo que digo.

Y la boca esboza una sonrisa enigmática debajo del bigote, y se hace una pausa.

Y solamente queda ahora esperar, y proyectar la pelea.

Pero de eso escribiremos más adelante, cuando el combate esté muy cerca, cuando trataremos de resolver el enigma del “golpe secreto”.