Boxeo
Carlos Irusta 6y

Lucas Matthysse y otra ilusión que se va: ¿fue la última?

KUALA LUMPUR (enviado especial) -- ¿Por dónde empezar? Sería buena una imagen del final, que sintetiza todo. De rodillas, mirando sin ver al referí Kenny Bayless, Lucas Matthysse esperó la cuenta final en su pelea ante Manny Pacquiao.

Si es que se puede decir pelea, ya que a lo largo de los siete asaltos que duró el combate, el argentino –que exponía su campeonato mundial welter regular de la WBA- no ganó un solo round. Y, encima, fue al suelo en el tercer asalto, puso rodilla en tierra en el quinto y hasta sufrió el descuento de un punto en el sexto por golpe bajo.

“Cuando caí por ultima vez fue por un golpe en la boca”, nos dijo rato más tarde, luego de almorzar con su gente. “Lo miré al referí y escupí el protector bucal, para ganar tiempo, pero igual el paró la pelea. Igual estoy orgulloso de haber peleado con alguien tan grande como Pacquiao”.

Tanta expectativa –incluyendo una concentración de tres meses en California- se diluyó casi con la primera campanada. Pacquiao, que fue cauteloso en los ataques, sabiendo del poderío de los golpes del argentino, impuso siempre su mayor velocidad. Eso sí, regulando los envíos en todo momento.

Lucas insinuó algo con la derecha cruzada –un golpe que siempre molesta a los boxeadores zurdos- y hasta llegó algunas veces con un jab penetrante. Nada más. Aquel “golpe secreto” que habìa prometido su promotor, Mario Arano, quedará en el más absoluto secreto, puesto que nunca apareció.

Se lo vio sin convicción al argentino, ante un rival sólido como siempre, aunque se sepa que ya no está en el mejor momento de su carrera deportiva, justamente. De hecho, gran parte de las esperanzas en la actuación de “La Máquina” era justamente si lograba quebrarle el ritmo a Pacquiao, pero no solamente no pudo, sino que quedó subordinado en todos los casos a lo que hizo el filipino.

No fue pelea, porque en el tercero, Manny lo tomó con un gancho abierto de izquierda y lo sentó en la lona. Sin embargo, y más allá de la justeza del impacto, dio la sensación de que el argentino se recuperó rápidamente. Y fue así, pero ello no alteró para nada la pelea, porque Pacquiao siguió imponiendo su mayor velocidad.

“Creo que tuvo miedo de mis golpes, y me dí cuenta desde el primer round de que no se animaba a los cambios”, dijo Pacquiao, quien aseguró además que espera expandir sus dotes de promotor no solamente a Malasia, sino a todo el Oriente. Una multitud –que llenó la Axiata Arena de Kuala Lumpur, Malasia-, festejó cada golpe de su ídolo.

En el quinto, casi sin una acción clara, Lucas puso rodilla en tierra y dejó la sensación inequívoca de que lo suyo ya no daba para más. Fue casi el mismo gesto que tuvo cuando perdió en Carson con Víctor Postol: el de un hombre resignado, sin fuego interior.

En el sexto Lucas conectó un golpe bajo. Solamente restaba esperar un milagro, pero el séptimo marcó que a los milagros hay que ayudarlos. Bastó un nuevo ataque de Pacquiao para que Matthysse volviera a caer, esta vez hasta el final.

Habrá que recordar que, ante la adversidad, Lucas no tuvo el fuego necesario para revertir situaciones. Frente a Danny Garcia fue una lesión en un ojo; ante Postol fue algo similar, solo que se dejó caer y no se levantó:

“Pensé que me podía quedar ciego”, afirmó. De hecho, tras esa pelea, Lucas admitió que pensó seriamente en abandonar el boxeo.

Hoy, esta derrota se suma a su carrera y es dable pensar que será el último acto de este hombre que ha generado muchísimas adhesiones y que, tras esta derrota, también generó muchos rechazos. Es posible afirmar que se le ha pedido mucho más de lo que ha podido ofrecer.

Al menos, si en la adversidad es donde aparecen los grandes campeones, Lucas no logró superar las dificultades que le plantearon Garcìa, Postol y mucho menos Pacquiao. Hoy su record es de 39-5, con 36 KO.

Un Pacquiao que por primera vez en su vida, logra un cinturón de la Asociación Mundial, y que alcanza la corona welter por cuarta vez, y que se definió de esta manera: "Para mí el boxeo es una pasión. No concibo la vida sin el boxeo y por eso, mientras esta pasión esté dentro de mí seguiré peleando".

Es que a los 39, cuando para la mayoría está más cerca del retiro que del regreso a las grandes peleas, Manny sigue siendo, ante todo y por sobre todas las cosas, un guerrero que jamás se da por vencido. Ahora suma 60-7-2, con 39 KO.

Lucas Matthysse hizo lo que pudo, pero no le alcanzó. La grandeza no es para todos.

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