Boxeo
Daniel Montes de Oca 6y

La resaca del mexicano inconforme

COLUMNA ‘EL PULSO’

CIUDAD DE MÉXICO --  El mexicano debe ser de los pocos aficionados al deporte en el mundo que tiene la capacidad de cuestionar la derrota y la victoria por igual.

Cuando se pierde sobran las explicaciones: “no le echaron ganas, somos muy malos, nos robaron, faltó un pasito, seguro para la próxima”, entre otras.

Y cuando se gana, la felicidad nunca es completa: “el rival era muy malo, le regalaron el triunfo, fue un robo, les dieron chance, o ya estaba todo arreglado”...

Lo cierto es que todo el mundo tiene algo que decir y se genera un debate colectivo interminable.

El fin de semana que recién concluyó, una pelea de box acaparaba la atención del pueblo mexicano en plena celebración del grito de Independencia.

Evocando las viejas glorias de Julio César Chávez en 15 de septiembre, Saúl Álvarez estaba ante el mayor reto de su carrera en la esperada revancha frente al kazajo Gennady Golovkin.

La batalla no defraudó a las expectativas, pero el resultado dejó a muchos inconformes. Vaya, ni los verdaderos expertos en boxeo se pusieron de acuerdo: algunos vieron ganar claramente a Golovkin, mientras que otros resaltaron “la estrategia” del Canelo de ir al ataque como argumento para proclamarlo triunfador.

El uniforme de aficionado otorga muchas bondades como la de ‘sabelotodo’ o ‘experto de sofá’, así que bajo ese manto no fueron pocas las voces que cuestionaron al Canelo, lo colocaron como un simple producto de la mercadotecnia y se afirmó que “todo estaba arreglado” para que haya una tercera batalla con ‘GGG’...

Es una realidad que el resultado de la contienda amerita un análisis, y que al tratarse de una disciplina en la que está de por medio la apreciación, esto favorece a la polémica y al debate; sin embargo, descalificar al mexicano por el fallo de los jueces, es no valorar su preparación, la evolución que ha tenido como boxeador y la estrategia que implementó.

Dice Jorge Valdano que “el futbol es la exageración del ser humano”, y lo es el deporte en general, pues al estar integradas las emociones, cada persona es capaz de mostrarse en estado puro sin proponérselo.

Envolverse en la bandera y adjudicarse una victoria ajena obedece a un supuesto espíritu de identidad; mientras que condenar y descalificar a un atleta no es otra cosa que ignorancia... En todo caso, ambos extremos son equívocos.

Lo cierto es que el aficionado mexicano es tan capaz de cuestionar una derrota como el propio triunfo. En la primera no se atienden las causas, y en la segunda existe una alarmante incapacidad para disfrutarla.

A final de cuentas lo único que queda es la resaca de un aficionado eternamente inconforme.

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