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El ambiente único del Clásico Mundial

LOS ÁNGELES -- Los ritmos, las celebraciones, el bullicio, la intensidad, los colores, las banderas. Todo es diferente en el Clásico Mundial de Béisbol en relación a un partido, por ejemplo, de las Grandes Ligas de Estados Unidos, donde se juega la pelota de más alta calidad de todo el planeta tierra. Pero quizás, también, la menos emotiva del sistema solar.

''En Grandes Ligas es bien diferente, hay muchas reglas, que no son reglas escritas, que uno debe seguir, y hay que controlarse. Aquí en el clásico no hay reglas, sales a jugar, a divertirte, aquí juegas por tu patria, por tu tierra y las emociones salen'', dijo el receptor puertorriqueño Yadier Molina, un ganador de ocho Guantes de Oro que ha sido convocado a ocho Juegos de Estrellas de Grandes Ligas en una carrera de 14 años con los Cardenales de San Luis.

Molina, quien ostenta dos trofeos de la Serie Mundial y está armando un expediente digno para ser candidato al Salón de la Fama de Cooperstown, es uno de los pocos jugadores que han participado en las cuatro ediciones del Clásico Mundial de Béisbol, que fue creado en el 2006 por las ligas mayores, su sindicato de peloteros y la Federación Internacional de Béisbol.

''Me gustaría que el Clásico Mundial se jugara todos los años, para ser nosotros mismos y divertirnos'', dijo Molina antes del partido de semifinales contra Holanda en el Dodger Stadium de Los Ángeles. ''Ojalá que en Grandes Ligas le permitieran a uno jugar de esa forma, pero no lo harán, rápido que te pegan la pelota por mostrar las emociones. En Grandes Ligas hay que controlarse, en el clásico no'', apuntó.

Por los elementos culturales y sociales envueltos en cada ocasión, la importancia de cada desafío y el formato del campeonato, los partidos del Clásico Mundial son ''clásicos instantáneos'', tanto en el diamante como en las gradas. El ambiente que se disfruta en las ligas caribeñas y asiáticas es lo más cercano a lo que se vive en el Clásico Mundial, pero incluso en esos lugares se quedan cortos.

No conformes con vestir los colores de sus selecciones y ondear banderas, los fanáticos del Clásico Mundial llevan sus propias orquestas móviles a los parques, y sin importar el marcador, se mantienen tocando y celebrando a lo largo de la duración de los partidos. Algunas veces las fiestas comienzan horas antes del primer lanzamiento y terminan varias horas después del último out.

Eso fue más o menos lo que pasó con un numeroso grupo de aficionados puertorriqueños que acompañó a la selección boricua por la costa oeste, primero en San Diego, en la segunda ronda, y luego en Los Ángeles. Fueron los ardientes fanáticos puertorriqueños que pusieron alegría al Petco Park de los Padres en casi todos los encuentros del Grupo F y los que animaron el Dodger Stadium el martes.

Para no desentonar, la mayoría de los fanáticos boricuas lucen el pelo teñido de amarillo, como hicieron los integrantes del #teamrubio como una forma de mostrar su unión armonía durante el desarrollo del Clásico Mundial.

''Para nosotros, todo comenzó como una broma para demostrar cuán comprometidos estábamos el uno con el otro. Que ahora toda la isla lo esté haciendo significa mucho para nosotros'', dijo el utility de los Dodgers, Enrique ''Kike'' Hernández. ''En las gradas, el pelo amarillo se ha convertido en una forma de decir que está con Puerto Rico en el Clásico Mundial'', dijo Hernández.

''Uno espera cuatro años para tener esta experiencia y cuando finalmente llega, no se guarda nada. Van a pasar otros cuatro años para que vuelva el clásico'', dijo Federico Martínez, uno de los miles de aficionados de República Dominicana que viajó desde la isla para seguir a los ganadores del campeonato anterior.

En Miami, los fanáticos dominicanos literalmente invadieron el Marlins Park, haciendo lucir la capital del sol como una extensión del país caribeño durante los partidos del Grupo C de primera ronda. No conforme con mostrar los colores rojo, azul y blanco de la bandera nacional de cientos de formas diferentes y de inundar la instalación con su música, los aficionados quisqueyanos también llevaron al edificio miles de plátanos, reales y falsos, para lucirlos como la confirmación final de su procedencia.

En Guadalajara, México, donde Puerto Rico jugó el Grupo D de la primera ronda, además del mariachi y el exceso del verde y el rojo del paño nacional, muchos aficionados en las gradas exhibieron máscaras de lucha libre, un elemento distintivo de la cultura local que se puede apreciar en casi todos los eventos internacionales en los que participa México.

En Corea del Sur y Japón, donde se celebraron tres de las siete patas que componen las tres rondas del Clásico Mundial, la pasión de los aficionados en los estadios de béisbol excede por mucho la conocida paciencia y armonía de la milenaria cultura oriental.

''La gran diferencia aquí es que juegas por tu país, no por un equipo profesional o por números individuales. Cualquier cosa que hagas aquí siempre será más importante'', dijo el jardinero estadounidense Adam Jones, de los Orioles de Baltimore.

Jones pegó el hit ganador en la décima entrada de un triunfo contra Colombia en Miami y realizó una legendaria atrapada en batazo de su compañero de los Orioles, el antesalista dominicano Manny Machado, para ayudar a la victoria contra República Dominicana en San Diego, en el juego decisivo por el último boleto a semifinales.

''Es un sueño lo que he vivido todos estos días'', dijo Machado, quien debutó en el Clásico Mundial. ''La intensidad, los aficionados, la música, la celebración. Todo es increíble. Quisiera que el clásico durara dos meses, que no termine tan rápido'', agregó el tres veces Todos Estrellas de 24 años.

El Clásico Mundial, un evento que se juega en marzo, cuando los peloteros de la MLB de Estados Unidos, NPB de Japón y KBO de Corea del Sur, principalmente, están preparándose para las temporadas de verano, ha sido criticado por sus reglas especiales para proteger a los lanzadores, entre otros detalles únicos, pero ha sido un gran éxito entre los aficionados asiáticos y latinoamericanos, principalmente.

Incluyendo los 24,865 aficionados que entraron al Dodger Stadium el martes para presencial la primera semifinal, más de un millón (exactamente 1,001,693) han entrado a los parques durante el Clásico Mundial del 2017. En sentido general, el primer campeonato global que enfrenta a los mejores peloteros del mundo con las camisetas de sus países, vendió más de 3,4 millones de boletas en sus primeras cuatro versiones.

''Para nosotros, el Clásico Mundial es como la Copa del Mundo del fútbol'', dijo Luis Rivera, quien está siguiendo a Puerto Rico desde que se concentró en Phoenix, Arizona, el 6 de marzo. ''Salvo raras excepciones, los países caribeños no llegan a la Copa Mundial de fútbol, por lo tanto, el clásico es nuestro mundial y tratamos de disfrutarlo como tal'', dijo Rivera.