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El Arte de Dejarte Ir

El código de MLB es claro: Tiras tu bate y pagarás por ello. Pero en Corea del Sur, esto es una forma de arte. ¿Cómo existe este mundo alternativo? Enviamos a Mina Kimes a recorrer Corea con el ilustrador Mickey Duzyj, para que develaran el misterio.

Nota del Editor: Esta historia de los lances de bates en la Liga Coreana de Béisbol se publicó originalmente el 4 de octubre de 2016. La KBO comenzó a transmitir sus partidos para EEUU a través de ESPN el martes 5 de mayo.

Los videos comenzaron a aparecer en Estados Unidos hace unos pocos años, cruzando el Pacífico y aterrizando en nuestros umbrales digitales como regalos misteriosos. Sus contenidos eran divertidamente poco familiares: Bateadores de la Korea Baseball Organization (Organización Coreana de Béisbol) golpeando fuertemente las pelotas y luego tirando sus bates con abandono, haciendo que trazaran espirales en el aire. Aparecieron montajes en un sitio web denominado mykbo.net, las imágenes gif llegaron a los medios sociales y pronto fueron seguidas por titulares entusiastas:

Jugador coreano de béisbol tira su bate como un campeón

Este sí que es un buen lanzamiento de bate

Este tiro de bate de la KBO sacudirá tu mundo, liberará tu alma

Cuando vi por primera vez estos videoclips, estaba asombrado. ¿Qué era este lugar, este universo deportivo paralelo donde los jugadores de béisbol podían hacer trizas las reglas no escritas del deporte? Si bien beisbolistas estadounidenses, desde Mickey Mantle hasta David Ortíz, habían tirado sus bates al aire, esa acción todavía es percibida como una gran ofensa aquí; un insulto al lanzador, al equipo contrario y a todo lo sagrado del mayor pasatiempo de Estados Unidos. Esta tensión llegó a su culminación en octubre pasado, cuando el jardinero José Bautista tiró su bate triunfalmente después de un magnífico jonrón durante la Serie Divisional de la Liga Estadounidense, un gesto viral que quedó codificado en memes, tarjetas de béisbol y, más recientemente, en un maizal de Canadá. Muchos aficionados estaban emocionados. Pero algunos jugadores actuales y ex jugadores, como Cole Hamels, Mike Schmidt y Goose Gossage, no lo estaban. "Bautista es una jod... desgracia para el deporte," dijo Gossage.

Mientras la Major League Baseball se esfuerza por superar su imagen formal y atraer a aficionados más jóvenes-según Nielsen, la mayoría de los espectadores de béisbol por TV son mayores de 50 años- el simple tiro de bate ha llegado a simbolizar la guerra cultural que existe dentro de sus filas. Es un conflicto entre aquellos que creen que el deporte debe incorporar las tradiciones de otros países y elementos más vistosos de otros deportes y los que, como escribió Bautista en The Players' Tribune, son "personas de la vieja guardia, del tipo que quiere que todo se haga a su manera y que no desean que el deporte evolucione."

Mientras tanto, en la Korea Baseball Organization, los tiros de bate no solo son permitidos - son adoptados fervorosamente. "Un tiro de bate no es considerado irrespetuoso aquí en Corea, que es un país muy formal y respetuoso," dice Dan Kurtz, un coreano-estadounidense que fundó mykbo.net en 2002 como un panel de mensajes para aficionados angloparlantes. "Si un jugador tira su bate, los lanzadores no hacen nada al respecto. Lo toman como parte del deporte." Kurtz explica que los tiros de bate, que son llamados ppa dun en Corea-un término que combina las palabras coreanas para "bate" y "lanzamiento"- son comunes en la KBO. Pero él no está muy seguro sobre cómo se originó. "Las personas me preguntan, ‘Por qué no podemos hacer esto en el béisbol de las grandes ligas?'" dice. "Quiero saber: ¿En qué lugar de Corea se originó y por qué?"

Sajik

Al comienzo del verano, le hice estas preguntas a escritores e historiadores de béisbol estadounidenses y coreanos. La mayoría me dio la misma respuesta: Tirar el bate es parte de la KBO porque siempre lo fue. Escuché, una y otra vez, que la costumbre ha existido desde hace muchos años, pero nadie parecía saber por qué un gesto aparentemente aparatoso había prosperado en un país donde el decoro está incorporado a la cultura. Daniel Kim, un comentarista de Corea, me dijo por teléfono que él había trasladado mis preguntas a algunos jugadores. Y me dijo "Ellos no pueden precisar un período o un jugador que diera comienzo a todo esto". "Si estás tratando de entender los tiros de bate, debes comprender de qué manera se observan los partidos". Le pregunté qué quería decir con esto. "La pasión y la emoción de un partido de la KBO- son imposibles de describir. Tienes que experimentarlo", me dijo.

Así que algunas semanas después, tomé un vuelo a Corea para ver qué quería decir.


Sajik

LA CIUDAD COSTERA de Busan es la residencia de los Lotte Giants, un equipo famoso por sus fervientes aficionados. En una calurosa noche de julio, miles de ellos llegaron al Sajik Stadium, una construcción de concreto rodeada de altas colinas. Después de inspeccionar el campo, decidí pasar por alto la Zona de Camping (un área con asientos bajo tiendas en el "outfield") y la Zona Emocionante (a lo largo de la línea de primera base) para sentarme en una sección llena de fanáticos que llevaban vinchas a las que habían sujetado como una antena una pequeña gaviota (la mascota de Lotte). Cuando el partido comenzó, estaban masticando tranquilamente calamares secos y tajadas de patas de cerdo. Aparte de los bocadillos y los carteles, la escena parecía similar a la de un partido de la MLB.

Pero luego, en la mitad de la primera entrada, todo cambió.

Cuando el equipo local se preparaba para batear, cuatro mujeres con maquillaje luminoso y microshorts de mezclilla marcharon sobre una plataforma elevada. Parecían estrellas pop coreanas. Luego, un pequeño y dinámico hombre con el uniforme de Lotte -el "jefe de ovaciones" según me informaron después- saltó al frente. Mientras alguien golpeaba un tambor tradicional, él levantó un megáfono y comenzó a saltar y a aplaudir alocadamente. Cuando el primer bateador de los Giants, Son Ah-seop, emergió de la fosa, los altavoces comenzaron a emitir música ensordecedora y todos alrededor mío se levantaron, interpretando el mismo baile y canto:

Giants Son Ah-seop Son Ah-seop Seung Ri Rul We Hae! Oh Oh!

Cuando Son dejó de batear, la multitud se tranquilizó. Luego, unos segundos después, todo comenzó nuevamente- nuevo bateador, nueva canción, nueva danza.

Lotte Giants Anta Kim Moon-ho

Oh Oh Oh Oh Oh Oh

A lo largo de todo el partido, los aficionados interpretan una variedad de movimientos coordinados: golpes de hacha, suaves empujones, movimientos circulares de caderas y de manos. Varios de ellos seguían las directivas de un estadounidense robusto y barbudo que usaba una camiseta de los Giants. Se trataba de Kerry Maher y él ha asistido a todos los partidos que los Giants jugaron como locales desde que se mudó aquí hace unos pocos años para enseñar en una universidad rural, transformándose en algo así como una celebridad local. "Me llaman Abuelo Lotte", explica. "Ahora me paran en cualquier lugar que voy".

El entretenimiento es incansable. Después de que niñas de escuela secundaria participaron en una competición de danzas llamada "Ídolo de los Giants", las luces LED del estadio se apagaron abruptamente y todos levantaron sus teléfonos celulares encendidos, formando una masa titilante. Más tarde, un silencioso ejército de trabajadores distribuyó miles de bolsas plásticas color naranja, que los aficionados inflaron como globos y ataron a sus cabezas como voluminosos sombreros; desde arriba, la multitud debía parecer un océano de boyas. Al final del partido, todos desataron las bolsas y las usaron para limpiar la basura.

Algunos años atrás, según me explicó mi intérprete, un aficionado borracho se trepó al poste de foul en el Sajik Stadium y se rehusó a bajar. El equipo ya no permite llevar bebidas alcohólicas, pero la base de los aficionados todavía parece más alborotadora y más joven que el público típico de la MLB. Las butacas estaban ocupadas por veinteañeros, muchos de los cuales eran mujeres; mi sección estuvo de pie durante todo el partido, gritando y bailando hasta el final. "Les digo a todos: 'La MLB es como la ópera y la KBO es como el rock 'n' roll,'" me dijo Maher.

Apenas comenzó el partido, "Shots" de LMFAO suena, la canción designada para Choi Jun-seok, un toletero cuyo tamaño de cintura haría avergonzar a Bartolo Colon. Mientras la multitud bailaba (la rutina de Choi incluía mímica de pistolas con los dedos), él se acercó al plato y levantó su bate por sobre su cabeza, y luego bateó una pelota rasa de rutina sobre la línea de tercera base.

Y tiró su bate.

Después que Choi fue eliminado y se dirigía de vuelta al banco, observé si estaba avergonzado -no lo estaba- y luego miré a los aficionados que estaban sentados alrededor mío. ¿Habían visto eso? Nadie reaccionó.

Pasaron algunos bateadores. Entonces, en la tercera entrada, volvió a suceder: Kim Ho-ryeong, un jardinero del equipo visitante, los Kia Tigers, hizo volar la pelota al jardín central... y tiró su bate. Na Ji-wan, un bateador de los Tigers, anotó un jonrón doble... y tiró su bate. Su compañero de equipo, Kim Joo-chan, tiró su bate después de un doble. A medida que el partido avanzaba, los bates seguían volando, describiendo círculos en el aire como pelotas de fútbol americano saliendo de una máquina Jugs. Y los lanzadores ni siquiera pestañearon.


EL DÍA SIGUIENTE, llegué al estadio unas pocas horas antes de la revancha y vi a un estadounidense descansando en el banco. Josh Lindblom, uno de los lanzadores de los Giants (los equipos pueden inscribir tres extranjeros), es un larguirucho afable, de 29 años, originario de Indiana. Luego de ser elegido por los Dodgers en la segunda ronda de incorporaciones de 2008, pasó de un equipo a otro en las grandes ligas durante algunas temporadas antes de llegar a Corea el año último.

Lindblom y yo nos sentamos en una escalera justo afuera de los vestuarios, hablando a los gritos para poder escucharnos por sobre los aullidos de un coro de muchachas coreanas. Le pregunté por los tiros de bates. "El primer año -creo que todavía no estaba lanzando- vi que alguien lo hacía y me dije: '¿Qué fue eso?'". "Alguien nos había dicho que podía pasar. ‘No reacciones. No te enojes. Es lo que hacen". Lindblom me dijo que no sabe por qué los bateadores coreanos tiran su bate tan seguido, o por qué algunos lo hacen y otros no. "Ya no le presto atención", me dijo. "Sucede tan a menudo que, bueno, no me importa".

En el curso de dos días, entrevisté a jugadores de los Giants y de los Tigers, muchos de los cuales, según me dijeron, muy pocas veces hablan con los medios extranjeros. El asistente del banco de los Tigers, Cho Gye-hyun, es un ex-lanzador de la KBO. Él me dijo que los tiros de bates nunca lo preocuparon porque está convencido que los jugadores no lo hacen a propósito. "Es algo natural", me dijo. "No tienen tiempo para pensar en tirar o no el bate; solo piensan en darle a la pelota".

Cuando le mencioné que había visto a jugadores de la KBO esperar unos segundos antes de tirar sus bates- celebrando sus golpes, según el dicho común- Cho frunció la nariz. "Es un hábito", me dijo. "Se acostumbran a ello desde la escuela primaria".

Mientras algunos bateadores comenzaron a practicar (notablemente, ninguno tiró su bate al aire), me acomodé en la fosa y esperé. Finalmente, Kim Joo-chan, que a los 35 años es uno de los jugadores de más edad de los Tigers, tomó una botella de agua y se sentó. Le conté que había visto videoclips de sus festejos, y Kim se encogió de hombros, impávido. "Es un impulso del momento", me dijo. "No me doy cuenta de que estoy tirando mi bate". Me aconsejó que entrevistara a su compañero de equipo, Lee Bum-ho.

Algunos minutos después, Lee, que tiene una cara redonda y una cálida sonrisa, se dejó caer en el banco. Cuando saqué el tema de los tiros de bate, su sonrisa desapareció. "No me doy cuenta que estoy haciendo eso", dijo Lee. Hizo una pausa momentánea, buscando una explicación. "Los jugadores asiáticos tenemos que poner toda nuestra fuerza al batear". Y él hizo la mímica de un fuerte batazo, torciendo sus muñecas como si intentara soltar un bate imaginario luego del contacto con la pelota. "Es por eso que suceden los tiros de bate". (Un mes más tarde, Kurtz trasmitiría por tweet un video de Lee al tirar su bate después de dar unos pasos, sin advertir que al caer golpeó al umpire).

Le pregunté a Lee si él tiraba su bate al aire para impresionar a sus fanáticos mientras bailaban y cantaban, pero sacudió su cabeza. "No les presto atención", dijo. "No sé por qué. Me dijo que él no era el que mejor tiraba el bate de la liga. Dijo que el mejor era Choi Jun-seok, el toletero de los Giants locales. "Choi es la persona que lo tira más lejos. Usa todo su cuerpo".

Y así fue que me encontré cara a cara con Choi, que estaba transpirando abundantemente después de practicar unos pocos abanicos en el abrasador calor. Al acercarme, vi que usaba un pequeño aro en una oreja. Mientras se secaba la cara con una toalla, le hice algunas preguntas: ¿Haces algo especial para tus fanáticos?

"No".

¿Qué sientes cuando tiras tu bate al aire?

"No lo hago a propósito, así que no siento nada especial".

¿Eres consciente de que las personas en el extranjero disfrutan tus tiros de bate?

"No lo soy".

Después de unos pocos minutos, mi intérprete agradeció a Choi por la entrevista. Todos nos inclinamos.

Antes de que comenzara el partido, salí del estadio y me encontré con Ryan Sadowski, un scout de Lotte originario de Los Ángeles que lanzó durante tres años en Corea luego de un corto período con los Giants de San Francisco. Mientras compartimos una guiso hirviente de pollo, Sadowski me contó que él disfrutaba las celebraciones del béisbol coreano. Los jugadores no se limitan a festejar sus golpes, me explicó, sino que también celebran sus jugadas defensivas. "Es una cultura totalmente diferente", me dijo. "Yo me di cuenta que, como jugador, no me permitía disfrutar mi éxito de la manera que lo sentía porque así es el béisbol. Se supone que uno no debe demostrar que disfruta sus éxitos. Creo que es algo que aprendí aquí, y que me gustaría transmitirles a los chicos más jóvenes en Estados Unidos". Le conté el resultado de mis entrevistas hasta ese momento, describiéndole cómo los jugadores insistían en que los tiros de bates no eran intencionales y que no disfrutaban de ellos, a pesar de que las evidencias visuales demostraban lo contrario. Sadowski no parecía sorprendido.

"Si se decidieran a admitirlo ... no lo harían precisamente con periodistas estadounidenses", dijo.


Han River

EL EQUIPO DE pequeñas ligas de Kangdong practica junto al río Han, un gran curso de agua que atraviesa Seúl, dividiendo en dos a la ciudad de 10 millones de habitantes. En una calurosa tarde, los jugadores bateaban pelotas rasas con inmaculados uniformes blancos, mientras sus madres se abanicaban bajo una tienda. El país estaba sufriendo una severa ola de calor, pero los niños todavía practicaban tres horas por día, seis veces a la semana. Todos soñaban con jugar para una de las principales escuelas secundarias de Seúl.

Un par de años atrás, Kurtz publicó un montaje de miembros del mejor equipo juvenil del país tirando sus bates en la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas en Williamsport, Pennsylvania. Cuando los jugadores de Kangdong tomaron un descanso, aparté a un joven alto y delgado como un galgo con anteojos de marco metálico llamado Oh Hyun-seok. Me dijo que su jugador favorito era Oh Jae-won, un defensor de cuadro interior en los Doosan Bears de Seúl, afecto a tirar el bate.

Le pregunté si alguna vez había imitado a su héroe, y asintió con entusiasmo, haciendo la mímica de la técnica de la estrella de la KBO -llevar el bate sobre su hombro, dejarlo descansar unos segundos y luego arrojarlo a un lado como un sobre de correo descartado. "Se siente bien", me dijo, tratando de ignorar a sus compañeros de equipo que se burlaban a sus espaldas. Luego de que los niños volvieron al diamante, me encuentro con su entrenador, Kim Geun-woo, que está usando una polo de la KBO y shorts caqui con largas medias negras que le llegaban a las rodillas. Cuando saqué el tema de los tiros de bate, Kim, un ex lanzador de la KBO, se sonrió. "Es contagioso", me dijo. "Creo que es intencional. Para que disfrute el público".

Le dije que los jugadores que había entrevistado hasta el momento no lo habían reconocido, y lanzó una carcajada. "¡Yo tampoco lo haría!"

Mientras observábamos a los niños alinearse para un juego de atrapadas, Kim, de 53 años, explica que el béisbol aficionado siempre fue tomado en serio en Corea. Mucho antes de que naciera la KBO, los partidos entre las escuelas secundarias atraían a grandes multitudes. En realidad, agregó, el país ha estado enamorado del deporte desde 1904, cuando un misionero estadounidense lo presentó en un YMCA local.

"Pero la mayor influencia", me dijo el entrenador, "fue la de los japoneses".

Cuando los japoneses ocuparon Corea a principios del siglo 20, trajeron con ellos su pasión por el béisbol y el deporte rápidamente superó al básquetbol y al fútbol como el deporte nacional preferido. Según el libro de Joseph Reaves: "Taking in a Game: A History of Baseball in Asia (Adopción un deporte: Historia del béisbol en Asia), las autoridades coloniales que pretendían "adoctrinar a los jóvenes coreanos con las costumbres japonesas" forzaron a las escuelas a dejar de lado las lecciones sobre historia y lenguaje coreanos a la vez que promovieron actividades como el béisbol. El resultado, según Reaves, fue que el deporte se convirtió en una herramienta de supresión cultural, pero también brindó un escape para los jóvenes coreanos "tanto para complacer como para desafiar a sus ocupantes". El béisbol siguió floreciendo después de la Segunda Guerra Mundial, pero la KBO no fue creada hasta 1982, cuando un nuevo gobierno -que ocupó el poder con un golpe de estado- "comenzó activamente a adoptar una apariencia más bondadosa y gentil para modificar su imagen autoritaria", según afirma Reaves. Más tarde en ese mismo año, el equipo nacional coreano jugó contra el de Japón en un torneo disputado en el Estadio Jamsil de Seúl. Después de que un jugador coreano empató el partido con un toque saltarín-jugada icónica conocida como "toque de salto de rana" en Corea-el equipo tomó ventaja y ganó el campeonato. "Ese fue un punto de inflexión", me dijo Kim. Sin embargo, el béisbol coreano siguió viviendo a la sombra del deporte japonés, moldeado por las tradiciones de los antiguos ocupantes del país. Muchos de los entrenadores y jugadores veteranos venían de Japón y, como resultado, la KBO estaba muy influenciada por la liga de ese país, que hacía hincapié en el contacto, la rapidez y, lo más importante, en la repetición.

Kim me dijo que el legado de la opresión pesaba mucho sobre la recién fundada liga. "En aquella época, los japoneses miraban despectivamente a los coreanos. Les parecía que podían hacer lo que quisieran con ellos", me dijo. "Y el estilo inicial del béisbol siguió ese modelo". En los primeros años de la KBO, me dijo, los jugadores estaban sobrecargados de trabajo y recibían poca paga, y debían someterse mansamente a las reglas tácitas del deporte o arriesgarse a recibir golpes de sus entrenadores. "La jerarquía era tal que si el director técnico decía que había que hacer algo, no valían los peros", me dijo.

Durante años, esta cultura autocrática persistió, incluso a medida que la liga crecía en importancia y tamaño. Luego, a principios de la década de 1990, apareció un novato que "se rehusó a amoldarse". Era temperamental y valiente y jugaba con una arrogancia sin límites; hizo trizas los récords de bateo y se ganó el sobrenombre de "Dios". Cada vez que pegaba un jonrón, hacía algo que los coreanos nunca habían visto antes. Levantaba ambos brazos como si estuviera ovacionando y tiraba su bate a lo largo de la línea de la primera base.

Kim me dijo que el nombre del jugador es Yang Jun-hyuk. "Rompió el molde", me dijo.


Gangnam

CUANDO LLEGUÉ A la dirección de la Fundación de Béisbol de Yang Jun-hyuk, estaba convencido de que me había perdido. El taxi me dejó frente a un edificio chato, ordinario, en una calle escondida del vecindario Gangnam de Seúl. En la planta baja está instalado un karaoke y unos pocos ancianos están fumando en un callejón vecino. No hay carteles con el nombre del jugador de béisbol. Pero descubrí una entrada, así que entré. Después de salir del ascensor, pasé a una pequeña y estrecha oficina, y de una puerta lateral salió un hombre alto, de anchos hombros y rubicundas mejillas. "Lo lamento", dijo. "Es muy humilde".

Yang, que estaba usando shorts, pantuflas y una camisa de hilo con una etiqueta que dice "Gusto refinado", me condujo a un pequeño cuarto lleno de trofeos y recuerdos de sus días como pelotero de los Samsung Lions. Entre una pirámide de pelotas de béisbol insertadas en cubos de vidrio y un corbatero lleno de corbatas para las cámaras (ahora trabaja como comentarista), había una fotografía de él vistiendo un traje, con un cachorro de león en sus brazos. También había fotografías de los niños que juegan al béisbol para su fundación, que dirige equipos de niños con bajos recursos y refugiados de Corea del Norte.

Me entregó una tarjeta de presentación. En el dorso de la misma, estaban enumerados varios de sus récords de bateo: segundo en promedio de bateo de carreras (.316), primero en carreras remolcadas y carreras, cuádruple campeón de bateo.

Yang creció jugando al béisbol en Daegu, hogar de los Lions. Él era un joven alto y delgado y dice que se hizo más robusto en la secundaria, comiendo un pollo entero todas las noches. En la época en que fue reclutado por los Lions, Yang había comenzado a ver cintas videograbadas de jugadores de la MLB, que lo inspiraron a introducir variantes en su modo de abanicar. "Los entrenadores les enseñaban a los jugadores a pararse de cierta manera y a abanicar hacia abajo para hacer contacto. Mi método era adoptar una parada abierta y empujar hacia arriba. Muchos jugadores de béisbol y comentaristas no estaban de acuerdo conmigo". Al principio, me dijo Yang, el público se refería a su manera de abanicar como "forma de perro", un término del argot coreano para denominar algo que se considera anormal.

Cuando Yang ingresó en la KBO en 1993, la liga todavía estaba muy influenciada por el béisbol japonés, con sus rigurosos sistemas y su énfasis en la modestia. Pero el novato desafió las expectativas. Apareció en el club con un "piercing" en su oreja y fue golpeado por los entrenadores; pasó pavoneándose frente a los fanáticos, que le tiraron sopa "ramen" cuando festejó. "En Corea, hay un dicho: El clavo que sobresale debe volverse a clavar", me dijo Thomas St. John, un profesor que enseña historia del béisbol en la Universidad Sung-kyunkwan de Seúl. "Él era feliz siendo ese clavo que sobresalía".

St. John escribía sobre la KBO en la década de 1990, como reportero de un periódico en idioma inglés, alrededor de la época en que Yang surgió como estrella. Él me dijo, "En esa época, se suponía que si bateabas un jonrón, debías mantenerte inexpresivo, correr por todas las bases y volver al "home". En cambio, Yang tiraba el bate, luego levantaba sus manos "directamente hacia arriba, casi como un referee de la NFL señalizando una anotación". A los directores técnicos no les gustaba, pero el éxito de Yang-fue elegido novato del año-lo puso a salvo de las críticas.

"Él era bueno. Y sabía que era bueno", me decía St. John. "No hay cómo describirlo, sino que tenía "un jod--- estilo".

Yang sonríe cuando le pregunto por sus críticos. "Los más conservadores difícilmente admitirían que estaban equivocados", me dijo. "Pero como yo cumplía con mis metas, sabía que estaba en la senda correcta". Fue el primer coreano en tirar el bate, pero pronto otros lo siguieron. A fines de la década de 1990, me dijo, por lo menos 10 bateadores hacían lo mismo. "Nunca le pusimos nombre", me dijo. "Lo reconocimos más tarde, recordándolo. Pero nunca se me cruzó por la mente".

Durante la década de 2000, el béisbol coreano evolucionó lentamente, alejándose de sus raíces japonesas. Los ex-jugadores dicen que se sintieron más cómodos expresándose en el campo de juego y el foco de los partidos cambió de contacto a potencia. "Al ver las prácticas actuales, se comprueba que los peloteros coreanos tienen libertad para moverse en las áreas que elijan -en oposición a Japón, donde todo está previsto y decidido", dice Lee Seung-yuop, un toletero de los Lions de Samsung que también jugó varios años en Japón.

Y esto fue seguido por el éxito internacional. Después de lograr el tercer puesto en los Juegos Olímpicos de 2000 y avanzar a las semifinales en el Clásico Mundial de Béisbol de 2006, el equipo nacional coreano finalmente obtuvo el oro en 2008, al vencer a Cuba en los Juegos Olímpicos de Beijing. Y desde aquella victoria, la popularidad de la KBO ha crecido vertiginosamente. Este año, se prevé que la asistencia total de espectadores a los partidos de la liga superará los 83 millones, un 14% más que la última temporada. (En comparación, la asistencia de espectadores a la MLB, que llegó a 73,8 millones el año último, ha caído en un 1 %).

Le pregunto a Lee, que superó el récord de jonrones de Yang y también integró el equipo nacional de 2008, por qué ese triunfo olímpico significó tanto para el país. "La razón N° 1 es que fue la primera medalla de oro", me dice. "Y la N° 2: Las semifinales fueron contra Japón".


Jamsil Stadium

DESPUÉS DE HABLAR con Yang, estoy convencida de haber hallado a mi hombre. Pero la reunión me plantea nuevos interrogantes. Si el origen del gesto está entrelazado con la orgullosa historia del deporte, ¿por qué los jugadores son tan reticentes a sincerarse al respecto? Varias personas me aconsejan hablar con un receptor llamado Hong Sung-heon, un veterano toletero que es famoso por su sinceridad y amado por el público. "Cuando observes su personalidad, comprenderás", me dijo St. John.

Hong está con los Doosan Bears, que juegan en el Estadio Jamsil. Al llegar, descubrí un fanático de Doosan fumando cerca de la entrada. Después de prometerle que no revelaría su nombre (faltó al trabajo para asistir al partido), me dijo que mirara un videoclip de un partido internacional del año último entre Japón y Corea. Uno de los jugadores, Oh Jae-won, realizó un tiro de bate épico. Le pregunté si la celebración había sido después de un jonrón monstruoso. "La atraparon en la cerca", me dijo.

¿Alguien anotó con ella?

Sacude su cabeza.

¿Y entonces, por qué el festejo?

"El tiro de bate aceleró al público", me explica. Corea terminó ganando 4 a 3.

Hong se reunió conmigo en las entrañas del estadio. Está usando una camiseta musculosa que dice "Big Bopper" y su cabello está teñido de color cobre, muy popular entre los adolescentes. Cuando nos sentamos, uno de los jugadores extranjeros pasa caminando y Hong vocifera: "¿Cómo estás?"

A diferencia de algunos de sus colegas, al receptor -un frecuente tirador de bates- no le importa comentar el gesto. "No se puede negar que a los fanáticos les encanta", me dice. "Los jugadores se expresan en lugar de ellos. El acto en sí mismo no es algo malo". Hong jugó para los Bears durante las finales de la KBO de 2007, cuando un bateador del equipo contrario, Kim Jae-hyun, tiró su bate después de un jonrón. Le pregunté si la celebración lo había hecho enojar, y se ríe por lo bajo. "Sentí que él estaba disfrutando realmente el momento", dice. "¡Era como si estuviera explotando!" Estaba demostrando su energía para que los fanáticos lo sintieran".

Hong tiene un par de explicaciones del por qué el tiro de bate tuvo aceptación en Corea. Primero, la persona que inició la movida fue Yang Jun-hyuk -una leyenda viva cuyos logros legitimaron sus desplantes. Segundo, es menos probable que los jugadores coreanos se lastimen entre sí en el campo. "Tengo amigos en cada uno de los 10 equipos", me dice.

Si bien la KBO tiene su propio conjunto de reglas no escritas, la mayoría de las cuales reflejan los valores de la sociedad coreana (si un lanzador elimina accidentalmente a un bateador de más edad, debe sacarse la gorra e inclinarse), no son impuestas con penalizaciones violentas. Los deslizamientos para sacar, recientemente prohibidos en la MLB, nunca existieron aquí. Las peleas de todos contra todos son muy raras. Jee-ho Yoo, un periodista deportivo que trabaja para Yonhap News, dice que solo hay unas pocas docenas de equipos de béisbol competitivos de escuelas secundarias en Seúl, así que "prácticamente todos conocen a todos" en la KBO. "No quieren lastimarse entre ellos", dice. Yoo recuerda un incidente de unos años atrás, cuando un jugador extranjero de los Lotte Giants atravesó la línea de tercera base y atropelló al receptor. El público quedó horrorizado.

Varios jugadores me dijeron que antes de que los equipos de la KBO comenzaran a incorporar estadounidenses a fines de la década de 1990, no tenían idea de que tirar el bate después de un batazo era mal visto en ultramar. Ni siquiera le habían puesto un nombre. "Yo no siquiera sabía que era un ‘tiro de bate' hasta que un jugador extranjero vino y lo señaló", me dijo Yang. "El lanzador estaba tratando de golpearme con la pelota. No lo entendía".

Todos los jugadores de la KBO que conocí son conscientes de que los tiros de bates son tabú en la MLB, y algunos los describen como "ilegales". "Sabemos que en el béisbol estadounidense son muy sensibles acerca de esto", dice Lee Jae-won, un robusto receptor de los SK Wyverns, que tiene un tiro de bate dinámico y confiado. "Reaccionan inmediatamente". Pero cuando les explico que muchas personas estadounidenses en realidad adoran los tiros de bate, se sorprende. "Pensé que al público no le gustaba".

Al principio, esto puede parecer raro, dada la cantidad de memes y llamativos titulares que han aparecido en los EE. UU. en los últimos años. Pero cuando le envié un mensaje de correo electrónico a Dan Kurtz y le pregunté cuándo fue que sus videos se hicieron virales por primera vez, me dijo que ello sucedió con dos videoclips en 2013. Uno fue el de Choi Jun-seok, cuando el enorme toletero tiró su bate después de un batazo monstruoso, pero que después fue foul. El otro ocurrió cuando su compañero de equipo, Jeon Jun-woo, tiró el bate por una bola atrapada en la franja de alerta. Busco menciones de ellos en línea:

De Corea, uno de los peores tiros de bate

Pelotero coreano celebra una apabullante pelota de foul

Los tiros de bate de béisbol fallados se están convirtiendo rápidamente en una epidemia hilarante en Corea

Estas historias se difundieron en los Estados Unidos y luego volvieron a la KBO, donde algunos jugadores comenzaron a preguntarse si, en realidad, estaban cometiendo una ofensa grave-o, lo que es peor, si se estaban burlando de ellos. "Nunca ha sido un problema en Corea", dice Hong. "Son los medios los que han hecho un problema de ello".


MyungDong

CHAN-HO PARK ESTÁ de paso por Seúl y acepta encontrarse conmigo en un museo de cera de un lujoso vecindario llamado Myung-dong, donde debe dar una charla para unos jóvenes. En las profundidades del museo, en un asombroso valle de héroes deportivos coreanos, hay un facsímil vagamente inquietante del legendario lanzador con su uniforme de los Dodgers, haciendo una mueca y extendiendo su brazo. Cuando el verdadero Park -que en Corea es llamado Park Chan-ho, donde los apellidos se escriben primero- emerge de su evento, está vestido con una polo de Porsche y huele a jabón caro. Al día siguiente, él deberá partir para grabar un programa de "reality" llamado "Hombres reales", que implica asistir a un campamento de entrenamiento del ejército coreano.

Park, de 43 años, comenzó a jugar béisbol al mismo tiempo que Yang, pero en lugar de ingresar en la KBO, dejó la universidad y firmó para los Dodgers. El lanzador, que fue el primer coreano en jugar para un equipo de las grandes ligas, dice que su transición fue difícil al principio. Sus compañeros de equipo estaban confundidos cuando él se inclinaba ante el umpire; además, recibió un reto cuando le pidió a un colega de los Dodgers que le enjabonara la espalda en las duchas, una práctica común en Corea. Llegaba al club horas antes que cualquiera de sus compañeros, ya que estaba acostumbrado a prácticas más exigentes. "Jugar en las ligas de aficionados de Corea-ellos entrenan duro", dice. "Luego voy a los Estados Unidos ... ¡y todos son perezosos!"

Pero cuando Park volvió en 2012 a jugar un último año en la KBO, había asimilado totalmente el béisbol estadounidense y ciertos elementos del deporte coreano, como los tiros de bate, lo tomaron por sorpresa. "Creo que la liga coreana tiene que demostrar más respeto", dice. "El bateador debe respetar al lanzador. El lanzador debe respetar al bateador. El ganador respeta al perdedor. El perdedor respeta al ganador. Las grandes ligas de EE. UU. tienen eso, ¿sabes?".

Después de pasar 17 años lanzando en los Estados Unidos, Park quedó desconcertado por la cultura de festejos del béisbol coreano. "Cuando jugué aquí con los Hanwha Eagles, les dije a mis bateadores y compañeros de equipo: 'Tenemos que calmarnos. No nos estamos concentrando. No estamos aquí por el espectáculo. Estamos aquí para ganar'".

Otros jugadores coreanos que han jugado en los Estados Unidos, comparten el disgusto de Park por los tiros de bate. Seo Jae-weong, un comentarista que fue lanzador durante seis años en las grandes ligas, me dice que al principio estaba un tanto perplejo al verlos. "Antes de ir a los Estados Unidos, no se me había ocurrido", dice. "Cuando volví, me molestó mucho". Como Park, Seo no había jugado en la KBO antes de ir a los Estados Unidos.

En los últimos años, una nueva ola de estrellas coreanas ha tomado un camino diferente hacia los Estados Unidos, jugando algunos años en la KBO antes de cambiar de ligas. Jung-ho Kang, un potente tercera base, firmó con los Pirates en 2015; Seung-hwan Oh, Byung-ho Park, Hyun-soo Kim y Dae-ho Lee, lo siguieron. Yoo, el periodista deportivo, afirma que el crecimiento de la potencia en la KBO y la muy buena temporada como novato de Kang allanaron el camino para jugadores de otras posiciones. "Él abrió los ojos de muchos acerca de los bateadores coreanos", dice.

Ahora, afirma Yoo, más jugadores aspiran a ingresar en la MLB, pero cuando hacen el viaje transoceánico dejan algunas de sus viejas costumbres atrás. Byung-ho Park, que firmó contrato con los Twins el año último, se hizo famoso por sus tiros de bate a gran altura, muchos de los cuales fueron publicados en el sitio de Kurtz. Pero él se forzó a abandonar el hábito cuando llegó a los Estados Unidos. Lo mismo hizo Kang. Hwang Jae-gyun, de los Lotte Giants, un tercera base capaz de fuertes batazos que espera llamar la atención de los scouts estadounidenses, dice que dejó de tirar el bate el año último. "Los jugadores extranjeros me advirtieron, 'Si haces eso en la MLB, recibirás un coscorrón en la cabeza'" me dijo.

Algunos jugadores coreanos creen que Park, un primera base y lanzador designado que fue degradado a las ligas menores en julio, podría estar en problemas debido a su actitud equivocada. "Está pensando en ello conscientemente y está alterando la abanicada", dice Hong, el receptor veterano. Representa a un jugador pegando un fuerte batazo y luego dejando delicadamente su bate en el suelo, casi como si estuviera poniendo a dormir a un bebé. "Si se preocupan demasiado, les carcome la confianza", me dice.

Aunque los tiros de bate no se han dado por vencidos, la mayoría de los jugadores coreanos que conocí están de acuerdo en que el gesto ha sido estigmatizado en los últimos años. La primavera pasada, una red local de cable llegó a organizar un debate sobre el tema. Un ex-jugador defendió la costumbre frente a las cámaras, pero otro veterano de la KBO asumió una posición contraria a los tiros de bate, argumentando que los bateadores violan "la etiqueta adecuada" cuando tiran sus bates. Y preguntó "¿No creen que sería mejor si los jugadores no hicieran eso?"


Suwon

Pele's locker is still locked and kept for him in the dressing room at Vila Belmiro Stadium. Luiz Maximiano

EL DÍA QUE ASISTÍ a un partido de los KT Wiz en Suwon, hacía 95 °F y estaba soleado, pero los aficionados llegaban al estadio con camisetas de surf y ponchos de plástico, con sus teléfonos colgando de sus cuellos en cajas de plástico. En la mitad de la primera entrada, me enteré del por qué. Emergió un tubo gigante de la plataforma del jefe de ovaciones, elevándose hacia el cielo como una tubería de Mario Brothers. Una vez que había llegado a los 20 pies de altura, el jefe de ovaciones de Wiz apareció, levantó una manguera gigante y comenzó a rociarnos con agua. Seis cañones debajo de él lanzaban poderosos chorros de agua y una hilera de rociadores comenzó a funcionar en la bandeja superior.

Después de unos 15 minutos de esto, me escapé hacia el jardín, donde descubrí a un tipo blanco y alto con la cabeza rapada y una camiseta que decía "#humanweapon" en el frente y "Ass Kickery 101" en la espalda. Miré a mi alrededor y me di cuenta que estaba rodeada por estadounidenses-hombres y mujeres jóvenes en sandalias y uniformes de fajina, pues eran soldados de una base cercana del Ejército. Me senté al lado de un joven de 18 años llamado Casey, un chico rubio con mejillas de manzana de Florida que nunca había estado en el extranjero antes de alistarse. Me dijo que muy pocas veces asistía a los partidos de la MLB. "Creo que el béisbol estadounidense es un poco aburrido", me explicó. De pronto, levantó sus manos y gritó: "No. No. No."

Me di vuelta y un niño coreano nos estaba apuntando con una pistola de agua.

A principios de mi viaje, uno de los miembros del personal de un equipo de la KBO me dijo que había estado en un partido de la MLB y se sintió como si visitara un templo. Lo dijo como un cumplido, creo. Pero rodeado de fanáticos empapados gritando y bailando cuando ya se jugaba la novena entrada de una derrota inapelable, no puedo sino ver su descripción a través de una lente crítica. Este campo no es una casa de oración; es un lugar de festejos. "Escucho a fanáticos diciéndonos: ‘Cuando vengo al campo siento que algo se abre'" dice Hong. "'Es el único momento en que puedo gritar sacándome mi estrés y abrirme y levantar la voz'."

St. John dice que el estadio coreano se ha convertido en un lugar seguro para la expresión de las personas y que el béisbol, que alguna vez fue un símbolo de la represión foránea, es ahora el lugar del orgullo nacional.

"La forma en que los jugadores se comportan en el campo, los tiros de bate, la manera en que los fanáticos participan del juego ... significa que el complejo que alguna vez tuvieron ha desaparecido", me dice. "Esta es su gran liberación".

En los últimos años, el béisbol coreano se ha asemejado más al de la MLB. Varios jugadores y entrenadores me han dicho que el deporte ha cambiado para mejor: Los jugadores coreanos se están entrenando con mayor énfasis en la fuerza y las jerarquías tradicionales se están desmoronando. Pero ellos también me hicieron notar que mientras los equipos de la KBO tienen mucho que aprender de sus pares estadounidenses, la inversa también es verdadera. "En la MLB, estamos comenzando a perder nuestra base de aficionados-parecería que no estamos haciendo lo suficiente para retenerlos", dice Jerry Royster, un veterano con 16 años en la MLB y ex gerente de los Brewers, que pasó los últimos tres años dirigiendo a los Lotte Giants. "En Corea, todo giraba alrededor de los aficionados".

En mi último día en Corea, viajé a través de Seúl hasta el Gocheok Sky Dome para reunirme con Daniel Kim, el comentarista que me dijo que no podría entender los tiros de bate hasta que visitara el país. Kim, que usa gruesos anteojos y un chaleco y corbata, me acompaña a través del fresco estadio con iluminación artificial y hablamos sobre la conversación que tuvimos a principios del verano. "Si miras al acto en sí mismo, podría no tener sentido", me dice. "Pero si vienes a un estadio y miras todo un partido ... como un aficionado, te involucras. Y los jugadores se alimentan de esa energía. Y todo se convierte en algo natural".

Después que nos sentamos en las plateas, Kim me plantea una analogía. A fines de la década de 1990, Wal-Mart, que se estaba expandiendo por todo el mundo en esa época, abrió unas pocas megatiendas en Corea. Ocho años más tarde, el gigante minorista se dio por vencido y abandonó el país, habiendo fallado porque nunca adecuó su estrategia a las tendencias locales. "El hecho de que algo funcione en los Estados Unidos y en otras partes del mundo, no significa que habrá de funcionar aquí", me dijo Kim.

Le pregunto si él piensa que eso cambiará alguna vez-si, en una era de rápida globalización, el béisbol coreano, japonés y estadounidense no se unirán en un solo deporte, con las mismas reglas y valores. "Espero que no", dice. "Obviamente, las cosas evolucionan, cambian. Pero al mismo tiempo, tienes que hacer lo que es mejor para ti". El tiro de bate, me dice, ejemplifica este equilibrio. Es un pequeño gesto con un significado desmesurado, un clavo que se rehúsa a ser clavado de nuevo.

Mina Kimes Kimes es escritora senior de ESPN The Magazine. Y la puedes contactar en: Mina.Kimes@espn.com.

Mickey DuzyjArtista y director nominado al Emmy, vive en Nueva York. Su último proyecto para ESPN fue la dirección del cortometraje de la serie "30 for 30", "The Shining Star of Losers Everywhere". Más sobre él en: mduzyj.com.

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