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Seguirá siendo el boxeador

¿Cómo puede un púgil continuar peleando luego de casi matar a un rival? La respuesta del boxeador a tiempo parcial José Haro está en su amor y odio al deporte.

Este artículo aparece en la Edición de Peleas del 21 de agosto de ESPN The Magazine . ¡Subscríbase hoy mismo!

Esto es lo que está en juego cuando José Haro sube al ring contra Daniel Franco: nada y todo.

No hay nada en juego porque ya nadie se preocupa realmente por el boxeo, excepto los boxeadores y las personas que esperan ganar dinero con ellos. Es verdad, Haro está peleando contra Franco por un cinturón - el título peso pluma de la USBA. Y la pelea está siendo transmitida a toda la nación por CBS Sports Network. Pero vivimos en un mundo donde tal vez un ser humano entre 100 puede nombrar a un boxeador de peso pesado, y mucho menos a uno de los tres pretendientes a la supremacía de peso pluma. La pelea del 10 de junio, como la mayoría de las peleas, se disputa en un casino, pero muchos de los asistentes no pueden evitar pensar, "Esto no es exactamente igual al MGM Grand". En realidad, el WinnaVegas Casino Resort está ubicado en un campo de maíz de Iowa. Franco, de 25 años, es favorito 3-2 en las apuestas, una ex promesa invicta que trata de encarrilarse después de sus últimas dos peleas, una derrota por nocaut y una victoria por nocaut. Haro tiene 30 años y tiene la leyenda "Hard Luck" (Mala suerte) en su suspensor protector, justificadamente. Él acaba de completar 15 peleas como profesional y recibe pagos de cuatro cifras. Tanto en sus pantalones como en la espalda de la gorra "Team Haro" que ha diseñado, hizo bordar una declaración tan modesta que resuena como una especie de plegaria: "Todos somos seres humanos".

Pero esta no es una historia acerca de dos hombres que pelean por nada. Es una historia acerca de todo lo demás.


José Haro quiere derrotar a Daniel Franco. Quiere ganar de manera convincente, para tener una oportunidad de conseguir más peleas contra mejores oponentes. Si lo hace, él podría pagar la hipoteca de su casa y dejar de boxear completamente antes de resultar lesionado. Pero esos son sus sueños, sus ambiciones - metas que ha visualizado para sí mismo y para su familia. Hay una sola cosa que él debe hacer cuando pelee con Franco y es la misma cosa que debe hacer para todas sus otras peleas: Él debe volver a casa. Él debe ser capaz de volver a casa. Y por eso, mientras se entrena para enfrentar a Daniel Franco, hace lo que siempre hace y se asegura de que su entrenador entienda algo absolutamente fundamental para él. Tiene una esposa. Tiene cinco hijos, cuyas edades van desde 1 mes a 9 años. Es un esposo y un padre en primer término, y un boxeador en segundo término.

“Deja que haga mi trabajo, hermano, y deja que el réferi haga el suyo. Tú, haz el tuyo.”

- Eric Haro, entrenador de José

Y el entrenador de José entiende, porque el entrenador de José es Eric, el hermano de José. Tienen la misma estatura, ambos peso pluma, "tipos pequeños", como dice José, cada uno 5 pies 5, y muchas personas suponen que son mellizos cuando los conocen por primera vez. Pero Eric es tres años menor que José y cuando ellos estaban creciendo, aprendiendo a boxear bajo la tutela de su padre, José tenía que pelear contra Eric con una mano atada detrás de su espalda. Eric finalmente dejó el boxeo porque aunque era un peleador más agresivo que su hermano, también era más excitable y no toleraba perder. José siguió entrenando, con mucha perseverancia y paciencia, durante la mayor parte de su carrera amateur y durante toda su carrera profesional, hasta que un d{ia le pidió a Eric que trabajara en su rincón - o para ser más específicos, le dijo, "Mueve tu trasero y entréname". Eric tenía lo que José llama "un ojo para el boxeo", una habilidad para discernir, en cualquier enfrentamiento, la fría lógica de fuerzas y debilidades. José también confió su vida a Eric, sin importar qué otras cosas pareciera haber en la línea. Y por eso José no tiene que decirlo antes de pelear con Franco, y Eric no necesita escucharlo. Pero, de todos modos, José lo dice:

Si estoy recibiendo una paliza, detén la pelea.

Si me están castigando sin que pueda responder los golpes, detén la pelea.

Si me tienes que preguntar entre un round y otro si deseo seguir, detén la pelea.

Es posible que me enoje contigo si lo haces. Pero luego te lo agradeceré. Tengo que salir del ring siendo el mismo hombre que era cuando subí.

Y Eric contesta, como siempre lo hace:

Deja que haga mi trabajo, hermano, y deja que el réferi haga el suyo. Tú, haz el tuyo.


Jose Haro y su hermano menor Eric aprendieron a boxear bajo la tutela de su padre. Ahora Eric es el entrenador de José Michael Friberg para ESPN

Es tarde cuando José va a trabajar una mañana a mediados de julio. Generalmente, él se levanta a las 3:45 y sale por la puerta antes de las 4. Pero esta mañana, había un invitado durmiendo en un sofá en el cuarto donde él tiene en exhibición los cinturones que ha ganado a lo largo de los años. yo. La noche anterior, estuve despierto mirando TV con su familia - su esposa Yesenia, una de las hermanas de él y el poderoso torbellino de sus respectivos críos - y por eso José ha decidido dejarme dormir hasta las 5:15. Ahora, luego de sacudir mi hombro, no solo está vestido para trabajar sino que ya me está esperando, su automóvil en marcha en la plateada oscuridad.

Si José fuera el tipo de boxeador patrocinado por una poderosa organización promocional - como Roc Nation o Golden Boy o Thompson Boxing - él podría despertarse antes del amanecer para correr un poco como preludio a un día purificador en el gimnasio. Pero él no es ese tipo de boxeador. Es el tipo de boxeador que se llamaba a sí mismo Mala Suerte Haro antes de que su hermano comenzara a llamarlo Roller Coaster Haro (Montaña Rusa Haro) y que finalmente se conformó con llamarse a sí mismo como la mayoría de sus familiares lo hace: Pepito. Él no está comenzando su día al ritmo de una pista sonora inspiracional, vestido en sudaderas y botas pesadas, boxeando con la sombra mientras corre para encontrarse con la aurora. Viste una gorra azul, pantalones azules y una camisa azul con el logo de Pepsi bordado sobre el bolsillo. Él conducirá a un luminoso y grande supermercado Smith, no lejos de su casa en West Jordan, Utah, justo en las afueras de Salt Lake City, y cuando entre caminando a la deslumbrante luz de la abundancia estadounidense, dirá, "Esta es la vida de un boxeador a tiempo parcial".

Es suficientemente temprano para que no haya clientes en la tienda. Pero José no está solo. Una cajera ya está trabajando, y cuando José le pregunta cómo está, ella responde, "Tú sabes - viviendo el sueño". Y luego, mientras camina por los corredores haciendo un inventario rápido de cuántos envases de Pepsi se han vendido desde su última visita a Smith, se encuentra con proveedores iguales a él, sus contrapartes y competidores. Él es el tipo de Pepsi, responsable de poner el producto en los estantes y de asegurarse de que la tienda tenga suficiente mercadería. Pero también está el tipo de 7-Up. Está el tipo de Red Bull. El tipo de Budweiser y el tipo de Twisted Tea y el tipo de Frito-Lay. Y, desde luego, vistiendo una camisa roja y una visera negra, está el tipo de Coca-Cola, pálido, con una despareja barba rojiza. Smith es la tienda más grande en la ruta de José, así que cinco días por semana hace su primera parada de la mañana en ella, y cinco días a la semana se encuentra con estos mismos soldados uniformados de infantería corporativa en el corredor de gaseosas, en el corredor de jugos, en el corredor de tés, en el corredor de aguas y en el corredor de refrigeradores, sin olvidarnos de mencionar enfrente de las enormes pilas de paquetes de 12 latas y botellas de 2 litros que han levantado en el territorio no ocupado cerca de las secciones de productos frescos y carnes, o en la trastienda, donde los camiones descargan continuamente todo tipo de mercaderías en paletas envueltas en plástico contraíble. En todos los lugares en los que se encuentran, se empujan entre sí, porque compiten por espacios limitados; en todos los lugares en los que se encuentran, también se hacen bromas, porque después de todo, saben que estarán trabajando muy cerca unos de otros durante las próximas horas en la misma agotadora tarea.

Ha pasado justo un mes desde que José peleó contra Daniel Franco, pero si un aura de peligro se ha acumulado a su alrededor desde entonces, nadie lo nota. Con su cabello recortado y su nariz marcada, no se parece a los otros proveedores; con sus hombros balanceándose, su paso sin prisa pero incesante y la ausencia de movimientos inútiles, tampoco se mueve como ellos. Se mueve como un boxeador. Pero cuando tiene que compartir un corredor con el tipo de Coca Cola, comienzan a hablar de la reciente hospitalización de este último, que dice directamente: "Tengo suerte de estar vivo". Y cuando comienzan a hacer bromas y José dice, "Te quiero amigo, pero mejor saca tu m----- del paso", el tipo de Coca Cola responde: "Mírate, haciéndote el rudo para tu amigo".


Haro nunca ha podido decir que ama el boxeo sin añadir "lo odio" en la prróxima oración Michael Friberg para ESPN

Él se viste para la pelea en la sala donde las muchachas del ring se visten y desvisten, sus mesadas todavía llenas de partes brillantes de bikinis. Tiene casi el mismo tamaño que un baño y en él se encuentran los hermanos Haro, el hombre de los cortes que trabaja en su rincón y el agente de José, Whitfield Haydon. Es temiblemente íntimo y Haydon está convencido de que Franco, un boxeador auspiciado por Roc Nation y que ocupa una sala mucho más grande al lado de la de ellos, los puede oir. Pero nada de eso importa. Haydon ha sido agente de muchísimos boxeadores y, bien al tanto de la rutina y de las imprevistas crueldades del deporte, tiene aversión por dar arengas. Pero él sabe en qué medida se ha esforzado José y comienza a hablar: "Es ahora o nunca, José. Si pierdes esta pelea, estás terminado. Incluso si empatas, nunca conseguirás una revancha. Pasarás el resto de tu carrera como un oponente jornalero. Todo depende de lo que suceda en la próxima hora. Tu vida depende de lo que suceda en la próxima hora. José asiente y comienza a calentar, trabajando los grandes mitones rojos con Eric y, mientras Haydon escucha los explosivos sonidos que sus manos producen al conectar sus golpes - whap-whap-whap-whap-whap, gancho, gancho, uppercut, derecha, gancho - imagina a Daniel Franco en la sala de al lado, escuchando ese sonido inexorable.

Luego José se ata los guantes y comienza su propio discurso, su propio y angustiado soliloquio, cuestionando al destino que lo hizo boxeador. Cuando tenía 12 años, fue atrapado robando una barra Twix y una bolsa de Reese's Pieces, y su padre, mientras decía "Yo no crié a un ladrón", lo llevó a un gimnasio. Ahora, 18 años más tarde, él no figura en el ranking y parece atraer a las calamidades, trabajando desde la oscuridad del boxeo y a veces obligado a pelear con poco aviso previo si es que pelea, con un récord profesional de 13-1-1. Vestido con sus guantes, sus pantalones y su bata, se dice una y otra vez, ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué soy un boxeador? Papá, ¿por qué no me hiciste golfista? ¿Por qué no me llevaste a jugar al tenis? ¿Por qué tengo que pasar por esto? ¿Por qué no puedo recibir mi paga ahora? ¿Por qué no habrá terminado la pelea?No es la primera vez que Haydon lo ha escuchado hablar así; José habla así antes de todas sus peleas - es su ritual, su exorcismo de la profunda ambivalencia que subyace su compromiso con los guantes.- La primera vez que Haydon fue testigo de esto, pensó, "Oh , no - este tipo ni siquiera desea estar aquí". Ahora Haydon sabe que cuando eso termine, termina, y José no solo está listo para una pelea. Está listo para la violencia.


El trabajo regular de Haro en la Pepsi le permite dejar el boxeo si así lo desea Michael Friberg para ESPN

Tiene un dolor de cabeza debajo de las luces del supermercado. Se despertó con ese dolor y le recuerda que tiene que programar una resonancia magnética. En el quinto round contra Franco, recibió algunos puñetazos en la nucha y lo marearon a tal extremo que tuvo que decirse a sí mismo que debía seguir moviendo las manos - "No quería darle al réferi una excusa para que me hiciera preguntas". Ahora, en vista de lo que le sucedió a Franco, de lo que él le hizo a Franco, está tomando una dolorosa consciencia de que un puñetazo puede cambiar todo, incluso con Eric en su rincón.

Desde luego, podría tener dolor de cabeza porque ha estado demasiado ocupado para abrir su primer Mountain Dew Kickstart, un producto cargado de cafeína que él bebe desde la mañana hasta la noche. Está orgulloso de trabajar para Pepsi. Una vez que llega a la tienda, tiene que descargar las montañas de productos Pepsi recién entregados en la trastienda, poniendo en los estantes una botella tras otra y un paquete de 12 latas tras otro paquete, hasta que sus triceps arden. Es un hombre de movimientos organizados, que se detiene solo para hablar, y cuando le pregunto si su trabajo representa una forma de entrenamiento para el ring, piensa unos segundos y luego me dice, "A veces es un estorbo, pero es excelente cuando tengo que bajar de peso. Puedo estar seguro de perder entre 2 y 3 libras en un día". Pero no es por eso que él planea seguir trabajando para Pepsi, incluso si firma para una gran pelea o recibe un contrato promocional de una organización como Golden Boy - incluso si el boxeo comienza a pagar sus facturas. Planea conservar este trabajo porque su trabajo lo protege. Mientras trabaje para Pepsi, no tiene que depender del boxeo, y si alguna vez una resonancia magnética revela que su cerebro está dañado, todavía podrá retirarse antes de soportar un golpe catastrófico.

Se acerca a un refrigerador próximo a la caja registradora y extrae una lata de Kickstart. La abre y bebe un poco. Saca su teléfono del bolsillo y revisa su página de Facebook. "Eh, mira esto", dice, y me muestra una fotografía de un joven con anteojos en un casco médico, levantando ambos pulgares. Es Daniel Franco. "Hoy le harán otra cirugía", dice José, alegrándose, aunque la leyenda de la fotografía explica el objetivo de la cirugía en términos crudos: "Volviendo a armar mi cráneo". Pero José se ha mantenido al tanto del estado de Franco desde la pelea, y luego del padecimiento de los primeros pocos días y de las primeras cirugías, una cirugía en la que los médicos vuelvan a colocar la porción de cráneo que han extraído antes, parece un avance positivo. "Él tiene que reponerse", dice José, antes de agregar: "Solo espero que no vuelva a boxear. Espero que se dedique a otra cosa".

Pone su teléfono en el bolsillo y vuelve a trabajar, levantando paquetes de 12 latas de una carreta de paletas y apilándolos en los estantes. Después, mientras empuja la carreta hacia adelante, una tira de envoltorio contraíble queda atrapado en las ruedas y arrastra tres paquetes de 12 latas al piso. El impacto abre una de las latas de Diet Pepsi, que derrama su contenido con fuerza carbonatada. Un derrame marrón comienza a extenderse por el pasillo y, por unos pocos segundos, José lo observa, aparentemente sin saber qué hacer, hasta que el tipo de Coca Cola se arrodilla y lo limpia con una toalla, sonriéndole a José y diciendo, "Eh, estoy siempre listo para ayudar al tipo de Pepsi".


Se enfrentan uno al otro en el centro del ring. De todo lo que a José le desagrada del boxeo, esto es lo que le disgusta más: la confrontación. No le importan los intentos de intimidación, porque él no se deja intimidar fácilmente. Ni siquiera le importan las posturas, porque al final tienen tan poca importancia. Lo que él odia es ser juzgado - por extraños que creen que lo conocen por lo que están viendo, cuando nadie sabe nada hasta que la pelea comienza.- Parece una charada. ¿Por qué tengo que mirar a alguien cuando en un minuto voy a estar dándole puñetazos en la cara?

Y como la pelea está siendo televisada a toda la nación, la confrontación con Daniel Franco es la más prolongada que le ha tocado soportar. Continúa y continúa, y José hace con Franco lo mismo que hace con todos sus oponentes: Lo mira y luego mira hacia otro lado. No es que no le guste su oponente - ¿cómo puede no gustarle Daniel Franco después de la oportunidad que Franco le ha dado? De sobrenombre "Twitch", Franco no tiene obligación de pelear; él es un estudiante aventajado, recientemente aceptado en la universidad estatal de Arizona. Su padre nunca quiso que él peleara. Y a pesar de todo aquí está Franco, no solo peleando, sino peleando contra José Haro, con su padre en el rincón. Tiene una carga larga, angulosa debajo de un corte de pelo moderno y, con 5 pies 9 de estatura, es tan alto para ser un peso pluma que cuando la confrontación finalmente termina, José no puede evitar preguntarle: "Eres tan alto - ¿cómo pudiste dar el peso?" "Es por mis piernas delgadas", contesta Franco. Entonces tocan sus guantes y comienzan.


José tiene que ser cuidadoso al cargar y descargar la carreta de paletas. Tiene que tener cuidado con sus manos, y tiene que tener especial cuidado con sus pies. Le duelen cuando empuja, así que tira de la gran carreta por toda la tienda, su pequeño cuerpo formando un ángulo tan agudo que parece un marinero colgando de las jarcias de un barco.

Sus pies siempre le duelen debido a lo que sucedió en un Wal-Mart en octubre de 2015. No era el Wal-Mart de su ruta de ventas. Era un Wal-Mart en West Valley City, donde se detuvo cuando volvía a casa después de su día de trabajo, todavía con su uniforme. Estaba empujando un carrito de compras, cargándolo con artículos para su familia. Un hombre con un historial de violencia doméstica llamado Cole Shields, lo detuvo en uno de los corredores y le preguntó, "¿Sup?" José nunca había visto a este hombre antes, pero cuando lo miró, Shields dijo, "¿Qué m----- estás mirando?" y comenzó a seguirlo por toda la tienda. Acusó a José de invitar a salir a su novia y luego de que José le pagó a la cajera, Shields lo estaba esperando en la entrada de la tienda. "Mejor que no me toques, porque no voy a dejar que me golpees sin responderte", le dijo José, y luego se sacó la camisa de Pepsi y la puso en el carrito de compras, junto con los dos espejos que había comprado para su casa, los DVD que compró para sus hijos y los Slim Jims y Peanut M&M que compró para la cena.. Él no quería que Pepsi lo despidiera por meterse en una pelea.

“Tengo que dejar el ring el mismo hombre que entró.”

- José Haro

Desde el principio, Shields había mantenido su mano derecha en su bolsillo. Ahora, mientras perseguía a José por todo el estacionamiento, llamándolo hispano y perra, sacó un arma de fuego. José pensó en correr, pero luego se dijo: Recibirás un disparo en la espalda. No puedes salir de esa manera. Vas a tener que noquearlo.

Golpeó a Shields con un gancho de izquierda y con una derecha, y Shields cayó. Quería seguir golpeando a Shields, pero su mano derecha estaba enyesada por un combate reciente, así que lo pateó y cuando Shields no se movió, se alejó caminando, empujando su carrito hacia su automóvil. Él no es un hombre religioso, pero en ese momento José estaba lleno de fe - fe en sí mismo, fe en que había hecho lo suficiente para volverse a casa. Estaba cerca de su automóvil cuando vio a Shields pararse y levantar su arma bien arrib de su cabeza con los brazos extendidos. Presionó el gatillo, disparando cinco o seis veces y aunque José inmediatamente supo que había sido herido, todavía pudo ocultarse entre los automóviles estacionados, para comprobar por dónde estaba sangrando. Comprobó su cabeza, su cuello, su pecho y su estómago, y su alivio al ver que no sangraba ninguna parte vital de su cuerpo se transformó en pánico cuando vio que fluía sangre de una parte de su cuerpo que era vital para su forma de ganarse la vida. Cole Shields, con su arma levantada en alto, había asestado a José dos disparos en sus dos pies, y cuando José fue al hospital para cirugía, contempló las marcas y se llamó a sí mismo Pequeño Jesús. Después de un rato, también lo hicieron las enfermeras.


Luego de asechar a Daniel Franco por siete asaltos, Haro lo noqueó en el octavo, entonces lo envió a la lona con una corta pero efectiva y letal mano derecha Stacey Verbeek

¿Cuándo supo José que lo tenía a Daniel Franco? En el primer round, cuando golpeó a Franco con un gancho y sintió que se aflojó un poco. Desde allí en adelante, la pelea es una culminación y una consumación, una historia que él se cuenta a sí mismo, golpe tras golpe, durante todo el trayecto hasta el inevitable final. Se dice a sí mismo que debe ser paciente; se dice a sí mismo que debe ser cuidadoso; se dice a sí mismo que debe elegir sus golpes, porque él odia errar. Y cuando va a su rincón al final del round, se dice a sí mismo un secreto: Pepito, él tiene hambre -- pero no de la misma manera que tú. No tiene las mismas responsabilidades que tú tienes. No tiene cinco hijos. Eres un hombre junto a él.

Franco contragolpea en oleadas. Pega fuerte, con un alcance largo y un jab rígido. Pero José es más rápido y sin apuro aparente, se acerca y comienza a trabajar. Parece en su elemento natural y sigue enderezando a Franco con uppercuts y luego descarga sus golpes al cuerpo. El sonido que él hacía al dar golpes en el pequeño vestuario de las muchachas del ring es el sonido que sigue haciendo en el ring, y en el tercer round Eric escucha a Franco decir "¡Sí señor! Sí señor!" mientras pelea, y le toma un momento comprender lo que está pasando. Y cuando lo hace - cuando se da cuenta de que el padre de Franco le está gritando instrucciones desde el rincón y su hijo le está contestando, incluso mientras José avanza sobre él sobre sus pequeños y rápidos pies con cicatrices - bueno, allí es cuando Eric también supo que José lo tenía.


José Haro está en una cama de hospital con agujeros en ambos pies. Ahora, aquí es cuando la pista de sonido inspiracional debería comenzar. Su médico le está diciendo que él va a poder caminar nuevamente, pero es posible que cojee el resto de su vida. Y en cuanto al boxeo - "está de vuelta en cero" es la expresión de Whit Haydon, su agente. En el momento de los disparos, que enviaron a Cole Shields a prisión por 9 a 15 años, José estaba negociando un contrato con Thompson Boxing en Los Ángeles, pero nunca volvió a tener noticias de la compañía No es solo que está herido, es que él está manchado - o, según las palabras de su hermano, "Solo los tipos malos son heridos de bala, ¿saben?" Él nunca ha sido otra cosa que ambivalente sobre el boxeo; nunca pudo decir "Me encanta" sin decir "Lo odio" a continuación, y siempre ha medido el éxito en términos de ser suficientemente exitoso como para poder salir. Bueno, ahora no solo tiene la oportunidad de retirarse, sino que tiene la oportunidad de salir sin que nadie recuerde que él estuvo adentro.

Pero no aprovecha a salir. Sin duda, en el hospital, comienza a darse cuenta de que no importa si él ama u odia el boxeo - él lo necesita, para demostrar al mundo que no es solo una víctima y para que sus hijos tengan a alguien a quien admirar. Así que cuando vuelva a casa, comienza a boxear con la sombra en su silla de ruedas. Luego comienza a trabajar con los mitones con Eric en su silla de ruedas. Luego, unos cuatro meses después de haber sido herido, vuelve cojeando al gimnasio, y seis meses después de los disparos tiene su primer pelea, una a seis rounds con todas las localidades vendidas fuera de Salt Lake, durante la cual Eric piensa que su hermano no solo está tan bien como antes de haber sido herido, sino que podría estar mejor, debido a su concentración - a su forma de pensar.

Y eso fue solo el comienzo. Gana otra pelea, logrando un nocaut con un golpe al cuerpo, y Whit Haydon recibe un llamado del promotor de Daniel Franco. José firma para una pelea programada para llevarse a cabo en Washington, D.C. el 11 de noviembre de 2016 y comienza a entrenar. Pero una tarde, cuando está corriendo con Eric, al girar en una esquina, escucha un ruido proveniente de su pie izquierdo. Eric supo que era malo inmediatamente, porque José tuvo nauseas. También quiere llorar - y llora, incluso más que cuando lloró después de haber sido herido, porque se ha fracturado su pie y debe cancelar la pelea con Franco. Vuelve al hospital para la instalación de un tornillo quirúrgico y finalmente comienza a entrenar nuevamente. Pero no puede conseguir ninguna pelea, parecería haber vuelto a cero, hasta que Haydon lo llama para avisarle que Franco quiere pelear con él por el título de peso pluma de la USBA en junio.

Ahora, la pista sonora inspiracional debería estar a pleno volumen, con trompetas. Pero no lo está. Solo hay un respetuoso silencio, porque la historia de una pelea por el título nunca es la historia de un hombre, sino de dos de ellos. Está la histora de un hombre que se desea probar a sí mismo que está curado de sus heridas y está la historia de otro hombre que va a sufrir una lesión muy severa - y como esto es el boxeo, es la misma historia.


"Solo espero que no regrese al boxeo. Espero haga algo diferente", dijo Haro sobre Daniel Franco Stacey Verbeek

Lo siente en la punta de sus dedos. José vuelve a su rincón y escucha a Eric decirle, una y otra vez: "¡Dale una razón para que abandone! ¡Dale una razón para que abandone!" Pero una parte de él sigue su propio consejo, diciéndose a sí mismo, Pepito, es por esto que has estado trabajando. No dejes que se te escape. Tal vez nunca vuelvas a tener esta oportunidad. Él se dice que no debe dejar de ser cuidadoso, no debe dejar que lo atrapen. Pero lo que más teme es dejar la pelea a criterio de los jueces. Daniel Franco es un peleador de Roc Nation. La pelea es una pelea de Roc Nation. José tiene que noquearlo, y su consciencia de esa necesidad se expresa como una ansia casi física.

Él ha pasado los primeros siete rounds asediando a Daniel Franco, y cuando comienza el octavo round, ve a un Franco que ha cambiado desde el comienzo de la pelea. Se mueve diferente. Responde a sus golpes de manera diferente. Gira su cuerpo de manera diferente cuando es golpeado. Ahora es cuestión de la ejecucion, de hacer lo que él y Eric ensayaron en el gimnasio. Franco sigue moviéndose, sigue lanzando jabs, sigue tratando de lastimarlo con ganchos, pero cada vez que lo hace, José puede esquivarlo y lanzar una derecha desde abajo. Él no es un artista del nocaut con un solo golpe, pero no está lanzando golpes aislados; está lanzando golpes amplificados por la acumulación y es tal su impacto que Franco parecería estar caminando a su encuentro. Cuando había transcurrido un minuto del round, José lo golpeó con una derecha impactante. Franco dio unos pasos hacia atrás y, luego, sus largas y delgadas piernas colapsaron una sobre otra. Se levantó, sangrando de la nariz y comenzó a pelear, mientras José aplicaba ahora presión pero también se tomaba su tiempo, lanzando todos sus golpes: jabs, ganchos, uppercuts y directos, siempre con la mano derecha. Y cuando Franco erró un jab alto, José se levantó desde abajo con una dercha que recorrió un arco cerrado y llegó con furia centrífuga. José sintió el final de la pelea en sus nudillos y vio como las rodillas de Franco se juntaron mientras sus tobillos se abrieron y sus hombros caían hacia adelante, hasta que se derrumbó con su espalda sobre la lona. Sorprendentemente, trató de levantarse, pero el réferi lo retuvo, agitando sus brazos y Franco golpeó su puño derecho y dijo "¡M----!" con la sangre cayendo de su nariz.

José caminó hasta los brazos de Eric, levantó su cinturón de campeón sobre su cabeza y fue levantado en hombros incluso mientras Franco era llevado a su asiento por su padre y otros dos segundos. Se deja caer y entonces, mientras José da una entrevista, Franco yace acostado en la lona como si necesitara descansar.


José llama a Eric para que lo ayude en la última tienda de su ruta, un Wal-Mart. Eric trabaja para él y como después de un largo día José todavía tiene que descargar un envío reciente que está apilado en la trastienda de Wal-Mart, se asegura que Eric llegue para ayudarlo. Eric tiene algunos dientes desparejos en su sonrisa y una larga cola de caballo que mete bajo su gorra cuando está trabajando para Pepsi y trenza cuando trabaja en el rincón de José. Él hace lo que José no quiere hacer - estudia los videos de los oponentes de José para descubrir errores y vulnerabilidades - y a veces dice lo que José no diría. Desde que esta mañana temprano José vio la foto de Daniel Franco listo para someterse a cirugía para la reparación de su cráneo, me ha estado hablando de su rol en enviar a Franco al hospital. Él supo que había lesionado seriamente a Franco en el sexto round y que Franco había vuelto a su rincón diciendo que le dolía la cabeza. "Tal vez yo tendría que haber sido un hombre y decir '¡Detengan la pelea! ¡Detengan la pelea!" Pero, sabes, él estuvo respondiendo mis golpes hasta el mismo final. Descargaba lluvias de golpes y creo que ellos pensaban que si la pelea quedaba sujeta a la decisión de los jueces, podían haber ganado".

Él es tan ambivalente sobre su pelea con Daniel Franco como lo es con respecto al boxeo - orgulloso de lo que puso en ella, angustiado por lo que resultó. No es lo mismo con Eric, porque Eric aporta una apreciación casi estética a las peleas de su hermano, incluso con la pelea con Franco. Cuando le pregunto sobre la mano derecha que terminó la pelea, se sonríe con su sonrisa despareja y dice, "Yo sabía que ese golpe iba a venir. Yo detecté los puntos débiles de Daniel, y sabía que podía venir si José la lanzaba desde aquí" -- y ahora, en el corredor de gaseosas, asume una postura de boxeo, se agacha y lanza la misma derecha corta que lanzó José. "Sabes, José y yo hemos hecho publicaciones en los medios sociales celebrando la victoria. Y la mañana siguiente, había personas que nos llamaban animales -- '¿Cómo pueden estar celebrando cuando Daniel está luchando por su vida?' No sabíamos que estaba luchando por su vida. Solo sabíamos que había sufrido un nocaut y que había ido al hospital para que lo revisaran. Pero así es el boxeo. No hicimos trampa. Ganamos la pelea limpiamente. No se suponía que íbamos a ganar. Él era Daniel Franco. José era solo un tipo de Utah al que habían herido en ambos pies. Pero a medida que la pelea avanzaba, yo sabía que estábamos demoliendo a Daniel Franco. Solo quería que José agregara el signo de admiración".


Haro es esposo y padre primero y boxeador segundo Michael Friberg para ESPN

Franco sale del ring sobre una camilla, y cuando José y el resto del Team Haro se reúnen en el vestuario, rezan una plegaria por él. Luego abren una botella de agua y aparentan que es champaña, y esa es la celebración de José. Esa noche duerme con su cinturón de campeón USBA y a la mañana recibe un mensaje de texto de Whit Haydon en el que le informa que el cerebro de Daniel Franco estaba sangrando en dos lugares, que ya le habían practicado una cirugía, en la que los médicos extrajeron una parte de su cráneo para (aliviar la presión causada por la hemorragia, que está en coma farmacológico y que podría morir. Repentinamente, José pasa de ser un atleta que ha completado un solitario y poco probable retorno a ser un hombre que ha golpeado a otro hombre hasta ponerlo al borde de la muerte y nuevamente se siente como si estuviera de nuevo en cero.

Vuelve a su hogar en West Jordan, a Yesenia y a sus hijos. Cuando fue herido por los disparos, él esperó para contarle la verdad a sus hijos; ellos pensaban que estaba en el hospital porque un paquete de 12 latas le había fracturado un pie. Tampoco le dice a sus hijos lo que sucedió en Iowa. Ellos saben que él noqueó a Daniel Franco y que un nocaut es una lesión en sí mismo. Pero no saben la gravedad de este - la terrible totalidad de su victoria. Son tan pequeños, ¿cómo podrían comprender la importancia del cinturón de campeón que ha traído a casa, y mucho menos, cuánto le costó obtenerlo? No pueden, y una tade él ni siquiera puede hallar el cinturón. Ha desaparecido y cuando comienza a buscarlo, lo encuentra en poder de su bravucón niño de 3 años, Riley, que está garabateándolo con una Sharpie negra.


Cuando me reúno para almorzar con José y Eric después de que terminan su ruta, tengo dos preguntas, la primera acerca de recibir un puñetazo y la segunda acerca de lanzar uno. José Haro nunca ha sido noqueado como boxeador. Nunca ha sido siquiera derribado Me ha contado que nada lo asusta más que la idea de despertarse en el medio de un ring de boxeo sin recordar lo que acaba de ocurrirle. ¿Podrá levantarse si alguna vez es derribado? ¿Podrá prevalecer mientras esté recibiendo un castigo? ¿Podrá ganar una guerra? Y si estuviera en una guerra - la historia del boxeo no solo está llena de boxeadores que recibieron fuertes castigos y nunca volvieron a ser los mismos; está llena de boxeadores que propinaron castigos y nunca volvieron a ser los mismos, que terminaron no solo con una pelea, sino con un hombre mediante un golpe decisivo y nunca más pudieron volver a lanzar un golpe tan despiadado y feroz. ¿Podrá José levantarse como lo hizo Daniel Franco después del primer derribo en el octavo round de su pelea? ¿Y podrá José encontrar en su interior la fuerza necesaria para volver a lanzar el mismo tipo de golpe que derribó a Franco por toda la cuenta?

Él no sabe la respuesta a la primera pregunta porque él no conoce lo que es tener que levantarse después de haber sido derribado, al menos sobre un ring. Sin embargo, él sí sabe lo que es enfrentar esa situación en la vida, y por lo tanto piensa que él puede hacerlo, si tiene que hacerlo - si está peleando para asegurar el futuro de su familia. Ha ganado tan poco dinero en el boxeo, peleando a veces por solo unos pocos cientos de dólares y nunca por más de unos pocos miles. Pero aún conserva la esperanza de que una bolsa importante le permitirá construir una casa en lugar de despertarse en la mitad de la noche con la preocupación de perder la suya, aunque él sabe que una bolsa le quitará alguna de las protecciones que se ha preocupado por crear. "Si estoy recibiendo una paliza, detén la pelea", le dijo a su hermano. Pero una cosa es decir eso en el WinnaVegas en un campo de maíz en Iowa. Otra cosa es decirlo en el MGM Grand.

Y en cuanto a ser capaz de lanzar ese golpe: Sí, él cree que puede hacerlo, porque ya lo ha hecho. Trabajó incansablemente con Eric para preparar ese golpe contra Daniel Franco y luego, allí estaba, la concreción de todo su trabajo y la respuesta a todos sus sueños. ¿Cómo podría no ser capaz de lanzarlo?

Le pregunto qué más le dijo Eric a él entre un round y otro, aparte de "Dale una razón para que abandone". "Me decía, '¡Lo conseguiste, Pepito. Lo conseguiste!' Y yo pensaba, '¿Crees que es tan fácil? Sal ahí y peléalo'".

Y entonces le pregunto qué es la cosa más importante que Eric le ha dicho en el rincón. Eric está por contestar, pero José lo interrumpe y, relajándose con una repentina sonrisa, dice: "'Noquea a este hijo de ----'"

Tom JunodAntes de incorporarse a ESPN como redactor sénior, Junod escribió para Esquire y GQ. Ha ganado dos premios National Magazine, un premio James Beard y el premio June Biedler por Artículos sobre Cáncer. Sus trabajos han sido incluidos en múltiples antologías y su artículo sobre el 11/9/2003, "The Falling Man", (El hombre que cae) fue seleccionado, en el 75° aniversario de Esquire, como uno de los siete mejores artículos en la historia de la revista.

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