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El Gran Drama de GGG

Gennady Golovkin ha esperado por años una súper pelea que defina su carrera. El 16 de septiembre la tendrá ante Canelo Alvarez.

Este artículo aparece en la Edición de Vista Previa de la NFL del 18 de septiembre de ESPN The Magazine.

La temperatura es, según un cálculo conservador, de unos 9 millones de grados dentro del gimnasio de boxeo de Abel Sánchez en Big Bear Lake, California, y aún así su preciado peleador, el campeón mundial de los medianos Gennady Golovkin, está en el ring haciendo flexiones de mentón -- con una sudadera con capucha y pantalones de gimnasio.

Sí, flexiones de mentón. Con los brazos detrás de su espalda, su mentón apoyado en una toalla, soportando todo el peso de sus 170 libras (77.100 kg). Desciende hasta que está a pulgadas de la lona y se vuelve a levantar. Al final de la serie, se voltea sobre su espalda, envuelve la toalla alrededor de su cabeza y cara, hace un lazo con una cuerda cuyo extremo está unido a una pesa y hace una serie de lo que solo puede describirse como flexiones de cuello a ciegas, colgantes, con peso. Golovkin acondiciona cada parte de su fibrosa estructura de esta manera, en rutinas de riguroso aislamiento. El mentón debe soportar el dolor. El cuello debe ser suficientemente fuerte para absorber los golpes. Para lograr fuerza en la pelea a corta distancia, trabaja sus antebrazos -- que a menudo le cuesta introducir en las mangas de una camisa de vestir normal -- con bandas de resistencia y una armazón de poleas de acero y cuerdas que su entrenador denomina afectuosamente "la máquina".

Décadas de un entrenamiento tan riguroso han contribuido a que Golovkin se haya establecido como uno de los mejores boxeadores de su generación. Ha defendido su título de peso mediano 18 veces en los últimos siete años, lo que lo ubica cerca del récord de 20 defensas que ostenta Bernard Hopkins en su categoría. Así que no debe sorprender que haya tenido problemas para persuadir a algunos de los nombres más grandes del boxeo a subir al ring con él.

"Yo entiendo", dice Golovkin. "Es demasiado peligroso. A veces no importa cuánto sea el dinero [que uno ofrezca]; las personas no quieren perder su reputación".

Esto sucede con demasiada frecuencia en el boxeo -- los mejores peleadores simplemente no se enfrentan entre sí. Es por eso que el duelo del 16 de septiembre de Golovkin con el súper astro mexicano Canelo Álvarez está siendo anunciado como la súper pelea que seguramente estará a la altura de la promoción, después del fiasco de Álvarez contra Julio César Chavez Jr. en mayo, el aburrimiento de Floyd Mayweather contra Manny Pacquiao en 2015 y el nombre que le quieran poner a la pelea del 26 de agosto entre Mayweather y Conor McGregor.

Pero para Golovkin, el duelo con Álvarez es algo mucho más simple que un combate para salvar al boxeo: Es la pelea por la que ha esperado toda su vida.

Finalmente, el escenario corresponde a su destreza y reputación. Finalmente, un oponente de primerísimo nivel está dispuesto a arriesgar algo de real consecuencia para pelear contra él.

Finalmente, una pelea que parece ser justa e importante, incluso histórica.

"Él nunca creyó realmente que iba a llegar adonde está ahora mismo, porque todos se aprovecharon de él siempre", dice Sánchez.

Cuando Golovkin perdió por una controvertida decisión la pelea por la medalla dorada de los Juegos Olímpicos de 2004 contra Gaydarbek Gaydarbekov, de Rusia, su desilusión casi lo lleva a un retiro prematuro. Cuando los principales boxeadores de Europa se rehusaban a subir al ring con él, temiendo que un boxeador desconocido les ganara, se preocupó pensando que podría pasar sus mejores años en el purgatorio. En 2010, partió hacia los Estados Unidos a la relativamente avanzada edad de 28 años, buscando un entrenador que lo pudiera ayudar a conseguir su oportunidad.

Sánchez recuerda con afecto la llamada que selló una relación de siete años con su peleador. Un hombre que decía ser el promotor de Golovkin lo llamó desde un número desconocido y le dijo que Golovkin estaba llegando al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles desde Kazajistán el día siguiente - ¿podría Sánchez ir a recogerlo?

"Aeroflot a las 2 p.m.," dice Sánchez, sonriendo con el recuerdo. "Y entonces él salió del túnel con una pequeña maleta".

¿Una maleta? ¿Para dos meses de entrenamiento en los Estados Unidos?

Golovkin se encoge de hombros.

"Vine a entrenarme", dice. "No vine a una fiesta".

Siete años más tarde, él no ha traído mucho más al gimnasio de Sánchez. Y tal vez, todavía más que antes, sabe exactamente todo lo que está en juego.

"El boxeo es algo serio. No es un juego", dice. "Un solo golpe -- cambia la vida".


Dentro del edificio de dos pisos de Sánchez, se está reproduciendo la última pelea entre Andre Ward y Sergey Kovalev en el televisor de gran pantalla cerca del ring. Los televisores del gimnasio de Sánchez siempre están reproduciendo peleas clásicas. Es una cuestión de ambiente, como colgar las fotografías de los campeones que se han entrenado aquí, o elevar el termostato a 90 °F (32 °C) para que la transpiración salga de cada poro de cada ser viviente dentro del gimnasio.

Gennady está trabajando al lado de su hermano mellizo, Max, en una mesa de entrenamiento adyacente. Ambos miran de reojo el televisor cada vez que elevan su torso al hacer abdominales. Los hermanos se mueven casi al unísono a lo largo de sus series de ejercicios básicos. En cierto momento, Max le hace señas a Gennady para que se acueste, boca abajo, sobre el ring, y le masajea su cuello y espalda.

Max, que se entrena con su hermano antes de casi todas las peleas, volando desde Kazajistán a California, es el único miembro de la familia de Golovkin invitado a ser parte de su boxeo. La madre de ellos, Elizaveta, no ha presenciado ninguna de las casi 400 peleas de Gennady como amateur y profesional. Su padre, Gennady Sr., fue autorizado a presenciar solo una de las peleas de Golovkin antes de que falleciera en 2014. La esposa de Gennady, Alina y su hijo de 8 años de edad, Vadim, no presencian sus peleas.

"Demasiada emoción, demasiado estrés", dice Golovkin. "Soy como un genio para mi hijo. Si llegara a ver una pelea loca ... no bueno [para él] ahora. Está viviendo en Santa Monica. Ama el hockey, ama el tenis. Buena comida, océano. Él es diferente a mi".

Hay una división entre el hombre Gennady Gennadyevich Golovkin y el boxeador GGG, una que no tiene nada que ver con el número de sílabas. Gennady es un cortés hombre de familia que se apresura a volver a casa del campamento para estar con su familia o que interrumpe su cena docenas de veces para fotografiarse con fanáticos en un restaurante. GGG es un implacable peleador cuyos 'sparrings' deben usar chalecos para protegerse de puños que impactan como balas de cañón.

Gennady se diferencia de cada uno de los rasgos negativos de Ivan Drago con un encanto inocente y una tendencia a pronunciar frases ingeniosas sobre el boxeo - es un "espectáculo de gran dramatismo" y "un asunto muy serio". GGG es un implacable, potente artista del nocaut que ataca como un enjambre de abejas y corta todas las vías de escape.

Gennady no puede mantener una entrevista después de una pelea sin sonreir o felicitar cortesmente a su oponente. GGG solo noquea a los contrincantes. Golpes a la cabeza que impactan en la sien, golpes al cuerpo que llegan al hígado, uppercuts que hacen crujir las mandíbulas y los dientes. El método nunca es exactamente el mismo pero siempre es implacable. Casi todas las peleas de GGG - 33 de sus 37 combates como profesional - han terminado con un nocaut.

El paso de una personalidad a otra es repentino y silencioso, pero notable. Sánchez lo puede ver mientras venda las manos del boxeador antes de las peleas. Ellos no hablan, no necesitan hacerlo. "Puedo ver la transformación", dice Sánchez. "Puedo ver que ya se está concentrando".

Hay una parte de Golovkin que quiere explicar de dónde viene GGG. La tragedia en el centro de su historia familiar. El peligroso territorio que él llamaba su hogar. Los insultos y las injusticias profesionales que se tuvo que tragar. Su inglés es ahora suficientemente sólido como para que pueda conversar sin un intérprete. Pero hay algunas cosas que el idioma no puede describir, sin importar cuántas palabras pueda aprender.

"Yo soy un boxeador, soy un boxeador", dice él. "Si le interesa, solo mire mi boxeo, no mi vida".


Hay una gran diferencia entre Gennady Gennadyevich Golovkin, el hombre, y el boxeador GGG Fab Fernandez para ESPN

Golovkin nació en Kazajistán en 1982, nueve años antes del colapso de la Unión Soviética. La suya siempre había sido una región disputada del mundo, desde la época de las culturas guerreras nómadas, como los hunos y los mongoles. Los soviéticos construyeron su programa de pruebas nucleares en Kazajistán y usaron el vasto territorio como uno de los principales sitios de reubicación forzosa, junto con Siberia. Miembros de ambos lados de la familia de Golovkin fueron reubicados forzosamente -- un pariente coreano del lado de su madre y un pariente ruso de su padre -- durante una de las muchas deportaciones del siglo 20.

Después de la caída de la Unión Soviética en diciembre de 1991, la escasa estructura social que había mantenido al país unido bajo el comunismo se desintegró completamente. Los corruptos burócratas que fueron expulsados por disturbios en toda Asia Central dejaron un enorme vacío de poder que fue ocupado por el crímen organizado y líderes militaristas. Eso, junto con la incertidumbre económica, incrementó las tensiones existentes entre todas las etnias que habían sido forzadas a vivir en el riguroso clima.

"Esas épocas [fueron] terribles y muy feas, muy peligrosas para algunas personas", dice Golovkin. "Todos tienen problemas. No hay, como decir, no hay trabajos".

Él trata de explicar lo que es venir de un lugar donde uno tenía que defenderse y defender a su lugar en el mundo todos los días.

"Si quieres tener lindos zapatos ... pelea," dice Golovkin. "Lindos vaqueros, pelea. Linda gorra, pelea".

Sin embargo, Gennady y Max tenían una ventaja clave. "Nos mantuvimos juntos", dice Gennady.Max dice que sus dos hermanos mayores, Vadim y Sergey, les enseñaron cómo pelear y hacerse valer. "Solo debes protegerte", dice Max por medio de un intérprete. "Nunca pelear primero. Solo protegerte".

“Perdí a mis hermanos. (Fue) una muy mala situación. ... soy joven, y esta es mi historia. Esta es mi familia”

- Gennady Golovkin

Un día, Gennady y Max tuvieron una pelea en un partido de fútbol contra un grupo de jóvenes mayores que ellos. Un entrenador de boxeo observó lo bien que los hermanos peleaban y les sugirió que probaran con el boxeo. Max era el peleador diestro, pulido, de los dos mellizos. Gennady era el peleador. "Boxeador", dice Golovking, señalando a Max. "Peleador callejero", dice, señalándose a sí mismo.

Los hermanos se convirtieron en los mejores boxeadores de su pueblo de Karaganda y a menudo eran los finalistas de los torneos. En lugar de pelear entre ellos, se turnaban para perder de modo que ambos pudieran tener títulos.

Los hermanos tienen cientos de historias sobre sus peleas y su sufrimiento, cada una sobre la anterior como las muñecas rusas anidadas. en 1990, su hermano mayor, Vadim, fue muerto mientras servía en el ejército. En 1994, Sergey murió de la misma manera. En ambos casos, no hubo ninguna explicación oficial. Un funcionario del gobierno simplemente visitó la casa para decir que habían muerto. Esas pérdidas -- y las preguntas que las acompañaron -- todavía atormentan a la familia.

"Perdí a mis hermanos", dice Gennady. "[Fue] una muy mala situación. ... soy joven, y esta es mi historia. Esta es mi familia".

Su única opción era apoyarse mutuamente. Gennady dice que Max era el mejor y más fuerte boxeador y fácilmente podría haber tenido una carrera profesional propia. Pero en 2004, solo uno de ellos pudo ingresar en el equipo olímpico de Kazajistán. A pesar de la mayor fortaleza y destreza de Max, Gennady fue elegido porque era el mayor de los mellizos.

Para Gennady, los Juegos Olímpicos eran una oportunidad para encontrar una salida de Kazajistán mediante el boxeo. Después de su derrota por la medalla dorada, él pasó seis meses en su casa decidiendo si debía continuar o no. ¿Pero cómo podía abandonar después de que Max había sacrificado su carrera por él? ¿Cuando Max era su mayor apoyo y aliado?

Finalmente, se volvió a conectar con algunos ex-compañeros de entrenamiento que se habían mudado a Alemania para entrenarse y competir profesionalmente - una ruta común para boxeadores de las antigüas repúblicas soviéticas, entre otros los hermanos Klitschko, Wladimir y Vitali. Golovkin peleó profesionalmente en Alemania durante más de tres años, convirtiéndose en uno de los boxeadores más temidos de Europa. Pero cuando llegaba el momento de enfrentarlo con astros contemporáneos, siempre había una excusa de sus promotores alemanes. Finalmente, se dió cuenta que nunca lograría sus metas si se quedaba en Europa. Era el momento de viajar a Estados Unidos - y dejar a su familia atrás.


Golovkin, 37-0, apenas ha ganado cuatro decisiones, incluyendo una unánime ante Danny Jacobs Noah K. Murray/USA TODAY Sports

EN ABRIL DE 2010, los nuevos promotores de Golovkin, Oleg y Max Hermann, se pusieron en contacto con el promotor Tom Loeffler, que había programado con éxito la travesía de los hermanos Klitschko desde Ucrania a Alemania y a Estados Unidos. Se organizaron tres reuniones con entrenadores estadounidenses: Sánchez, Freddie Roach y Robert García.

Aunque Golovkin era un consumado boxeador olímpico y luego profesional en Alemania, Sánchez no tenía idea de quién era cuando llegó al gimnasio Big Bear para aquella primera reunión.

"Cenamos, y esa noche fui a casa y busqué en Internet", dice Sánchez. "Y me dije, 'Caramba, ¿ese es el que está en mi gimnasio? Trescientas cincuenta peleas como amateur, perdió cinco. ¿Él es 16-0? Es el N° 1 sin ninguna duda'. A la mañana siguiente, durante el desayuno, adopté una actitud diferente".

Para ese entonces, Golovkin también había decidido que quería trabajar con Sánchez. El ambiente espartano, sin complicaciones del gimnasio de Sánchez, le gustaba. "No puedo tener una vida normal. Tengo que estar concentrado 100 por ciento en el boxeo", dice. "Big Bear es especial, tal vez, por su concentración en el boxeo. Mucho más serio".

“El solo llegar a seis asaltos con Golovkin se convirtió en un honor.”

- Peter Nelson, HBO Sports

Pero después de aquella primera reunión, pasaron algunos meses sin recibir noticias del campamente de Golovkin. Y entonces, de la nada, llegó la llamada de un número desconocido, preguntando si Sánchez podía ir a buscar a Golovkin en el LAX.

En esa época, Sánchez estaba justo volviendo al mundo del boxeo. Desilusionado por la política del deporte, se había tomado siete años de descanso como entrenador para dirigir su compañía de construcciones. Entre tanto, había ofrecido su gimnasio a otros entrenadores que querían llevar a sus boxeadores a trabajar en la altitud de 6,700 pies (2,050 m) de Big Bear.

Una vez que Golovkin llegó al gimnasio de Sánchez, todo volvió a la vida.

"Mi padre y yo estábamos allá arriba entrenando a Eloy Pérez en esa época", dice Sam García, un entrenador de Salinas, California. "Y vimos a este joven ruso haciendo de sparring con Alfredo Angulo, y lo estaba manejando como quería. Recordemos que Angulo era un representante olímpico mexicano. Era un boxeador prometedor también.

"A Angulo lo llamaban El Perro -- ¿y estaba retrocediendo? Le dije a Abel, 'Podrías cobrar dinero en la puerta para mirar a este sparring'".

A los pocos días, García llamó a Doug Fischer de The Ring, diciéndole que había visto a un futuro campeón peso mediano y que él tenía que venir a comprobarlo. "Era difícil de creer porque en esa época, Angulo era el tipo que sacaba a los contrincantes del ring", dice Fischer.

Golovkin tenía 29 años y todavía le faltaba un año para pelear en HBO. Pero él había derrotado recientemente a Milton Núñez en una pelea por el título peso mediano de la WBA en Panamá y había arreglado una pelea con el ex campeón mediano junior Kassim Ouma.

A la noche, estudiaba idioma inglés con alguno de los otros boxeadores del campamento y practicaba en Rosetta Stone. Durante el día, se entrenaba y se empapaba en esta nueva cultura y nuevo ambiente. "Recuerdo haber hecho una barbacoa de 'tri-tip' para él un fin de semana y estaba tan agradecido", dice García. "Estaba tendido en el pasto, tratando de obtener un buen color, en su pantalón de baño".

Fue cuando inició su entrenamiento con Sánchez que Golovkin comenzó a perfeccionar su estilo de alta presión, arrogante, algo que él y Sánchez hicieron siguiendo el modelo de uno de los grandes de México de todos los tiempos, Julio César Chávez Sr. Sánchez y Golovkin miraron la pelea de Chávez contra Edwin Rosario en 1987 cientos de veces, tomando nota de la manera en que la leyenda mexicana usaba su jab y golpeaba la cabeza de Rosario hasta convertirla en una masa sangrienta. "Y yo le decía a Gennady, 'Cuando tú hagas lo que él está haciendo, va a ser totalmente diferente, porque tú puedes golpear'", dice Sánchez.

Golovkin absorbía todo. La presión. La agresión con el rostro adelantado. Las bravuconadas. La defensa. El estilo se adaptaba a su naturaleza inherentemente agresiva de peleador callejero. Solo tenía que pulir y refinar su técnica. En 2014, todo se unió para lograr un salvaje nocaut de Daniel Geale en el Madison Square Garden de Nueva York, subrayado por un llamado a la más apasionada base de fanáticos del deporte: "Ese es mi estilo, como el estilo mexicano", dijo Golovkin a Max Kellerman, de HBO.

Después de esa pelea, todo se aclaró: Gennady Golovkin, este boxeador de Kazajistán, lugar remoto, se había convertido en el más perfecto y popular practicante del estilo mexicano. Y por eso es adecuado que Canelo Álvarez, nacido en Guadalajara, estuviera en el grupo de 'sparrings' que Golovking enfrentó en 2011, durante esos primeros años en Big Bear.

"Yo conozco a Canelo de antes. "Es una buena persona. Buen boxeador", dice Golovkin, que usó de 'sparring' dos o tres veces a un Álvarez que entonces tenía 20 años. "Él es joven. Es fresco. Tiene hambre".

En cierto punto, Fischer hizo el viaje al gimnasio para ver una de las sesiones de Álvarez.

"Creo que Golovkin lo superó", dice Fischer. "Él era mucho más pulido. ... Pero Canelo me sorprendió agradablemente. Tenía menos de 40 peleas como amateur. Estaba aprendiendo pelea a pelea. Incluso durante las sesiones como 'sparring', lo ví aprendiendo cosas".

García recuerda que ese enfrentamiento fue mucho más desequilibrado.

"Canelo parecía estar luchando por su vida allí, y GGG estaba peleando solo al 50 o 60 por ciento", dice García. "GGG tiene muchas dificultadas para conservar 'sparrings'. ... No lo quería sacar [a Canelo] fuera del ring".

En los cinco o seis años siguientes, Álvarez continuó peleando por mucho dinero - Forbes calculó su salario anual en USD$ 28.5 millones este año - contra los astros del deporte, mientras Golovkin acumulaba títulos, nocauts - y una lista de boxeadores que se la pasaban buscando excusas para no enfrentarlo. Es interesante ver dónde se cruzan esas listas: Miguel Cotto, Floyd Mayweather y Julio César Chavez Jr. todos pelearon con Álvarez pero no con Golovkin.

"Se ha construído una especie de mística alrededor de este boxeador, y nadie quería pelear con él", dice el vicepresidente ejecutivo y jefe de box de HBO Sports, Peter Nelson. "El simple hecho de poder durar seis rounds con Gennady Golovkin se convirtió en una insignia honorífica.

"Comenzó a formarse un club de boxeadores en el que todos repetirían la misma versión de una frase, que era: 'Yo pelearía contra Gennady Golovkin - pero no en la próxima pelea'".


Aunque su derrota ante Gaydarbekov (der.) en los Olímpcicos de 2004 casi lo lleva al retiro, Golovkin hes hoy uno de los mejores en esta generación JOE KLAMAR/AFP/Getty Images

Ahora, finalmente, los dos hombres que se encontraron en esas sesiones de 'sparrings' se volverán a encontrar. Difícilmente sus trayectorias podrían haber sido más diferentes. Álvarez fue un súper astro antes de convertirse en campeón. Golovkin ha sido un campeón durante siete años pero todavía debe pelear con un súper astro. Álvarez es el más consumado boxeador mexicano en actividad. Golovkin simplemente podría ser el mejor peleador al estilo de la vieja escuela mexicana que podamos encontrar.

"A las personas que les gusta el boxeo les gusta mi estilo", dice Golovkin. Aquellos que creen que los estilos son los que hacen las peleas, piensan que esta podría ser un clásico. Golovkin siempre parece estar avanzando, acechando a su oponente durante toda una pelea. Álvarez también es un peleador activo, conocido por sus netos, potentes contragolpes. Más allá del estilo, lo que podría distinguir a la pelea es la ansiedad y frustración contenidas que Golovkin puede aportar. Uno lo puede escuchar cuando habla de Álvarez ahora. Habla GGG, no Gennady. "Para mi, es más interesante cómo ha cambiado", dice Golovkin. "Es como una imitación. Es como alguien que habla basura. No original. Originalmente, es como un guerrero".

Álvarez invitó a Golovkin a subir al ring después de su victoria sobre Amir Khan en mayor de 2016 y lo desafió con toda la audiencia de pagar para ver de HBO como testigos. "Lo invito a subir al ring", dijo Canelo. "Y como decimos en México, no andamos j-----do, no le tengo miedo a nadie". Pero en lugar de enfrentar a Golovkin -- el retador obligatorio -- Álvarez dejó vacante su título de peso mediano de la WBC y peleó contra Liam Smith y Chávez Jr. En esa oportunidad, Álvarez dijo que necesitaba asentarse en la categoría de peso mediano de 160 libras (72.574 kg) y, en una afirmación final, dijo que él "no sería forzado a subir al ring por fechas límite artificiales".

Golovkin dice que más tarde vio a su antiguo 'sparring' y lo acusó de engañarlo a él y a los fanáticos de la pelea. "Él me dijo, 'G, tú sabes, son negocios, es Golden Boy'", dice Golovkin. "Y yo le dije, 'si quieres pelear, hagámoslo. Pelearemos'".

En mayo, una semana antes de su combate con Chávez, Álvarez y su equipo finalmente firmaron un acuerdo con Golovkin y lo invitaron a Las Vegas para que la súper pelea de septiembre pudiera ser anunciada, al estilo WWE, durante las entrevistas posteriores a la pelea. Golovkin cree que Álvarez y Golden Boy Promotions, de Oscar De La Hoya, acordaron la pelea solo después de que el campeón, que ahora tiene 35 años, pareció un ser humano en su última pelea, una dura victoria por puntos en 12 rounds sobre Daniel Jacobs, en marzo último. "En la última pelea, no me veía hermoso, no asombroso, así que Golden Boy está dispuesto", dice Golovkin.

De vuelta en Big Bear, el sol está casi al poniente en otro de esos días de campamento de entrenamiento que ha vivido Golovkin, una y otra vez. Subirá a su habitación a las 8:30 para poder hablar con su esposa, que está embarazada de su segundo hijo. Todavía quedarán unas pocas horas para mirar TV antes de apagar las luces, y luego se despertarán y volverán a repetir la rutina el día siguiente, y todos los días, hasta la pelea más grande de la vida de Golovkin.

Hay algunos que están preocupados porque organizar este combate tomó demasiado tiempo, porque Golovkin está mostrando signos de su edad en las últimas peleas y puede ser vulnerable. Pero Golovkin no los escucha. "Me siento como si tuviera 25", dice. "Me siento bien. Muy fuerte".

Ha pasado meses en este campamento, en este gimnasio, preparándose para una pelea que se demoró toda una vida. La espera ha sido larga y frustrante. Pero ya no se trata de eso. Es hora de pelear. Es la hora de GGG.

"Estoy listo", dice. "He estado listo durante años".

Ramona ShelburneShelburne es redactora senior para ESPN. Trabajó durante siete años en el periódico Los Angeles Daily News.

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