Siga a la multitud de fanáticos hasta la calle Nikolskaya en la Plaza Roja, la misma Plaza Roja donde se realizaban los desfiles militares con misiles nucleares en la década de los 80, donde yace el cuerpo momificado de Lenin, y donde está la sede del Kremlin ruso. La calle decorada con adornos navideños, que ahora es sinónimo de casas de diseñadores y los mejores restaurantes de Moscú, alberga a fanáticos de los 32 países que festejan día y noche embriagados por el espíritu de la Copa del Mundo.
Los moscovitas también llegan a la calle Nikolskaya para ver a los fanáticos. Retratan a hinchas argentinos mientras cantan al ritmo de tambores, o con los omnipresentes mexicanos con sus máscaras de luchadores. Los peruanos, unos 43,000 según los cálculos, llegaron para apoyar a su selección después de una sequía de 36 años sin participar en un Mundial.
Algunos vendieron todo para estar aquí. En Ekaterimburgo, Ricardo Manuel Banda dijo que vendió su departamento, vehículo y renunció a su trabajo tan pronto Perú se clasificó al Mundial y compró un boleto de avión. Para ahorrar dinero, viajó en autobús durante un mes para llegar a Rusia.
"Soy de una generación que creció escuchando historias sobre los mundiales de Perú en 1970 y 1978. Nunca imaginé que vería a mi selección jugar en un Mundial, y tenía que estar aquí para contarle a mis hijos que estuve apoyando a mi equipo", relató.
Para ser un hincha del fútbol se necesita pasión y devoción por la selección, y mucho sacrificio. Vender la casa, el auto o renunciar al trabajo son solo el principio de un largo viaje. Hay que recorrer grandes distancias para visitar las 11 ciudades sedes. Viajar en trenes, vuelos a las 2 a.m., o hasta en un autobús que demora 48 horas en llegar desde Ekaterimburgo hasta Sochi, como hicieron algunos fanáticos peruanos para ver a su selección.
Una familia de nueve colombianos visitó las cuatro ciudades en las que Colombia jugó. Los nueve durmieron hasta en el piso de la cocina de un departamento en Saranks, solo para ver el debut de su equipo ante Japón.
Donde verdaderamente se palpita por qué estos hinchas realizan estos sacrificios es en el estadio. Allí, los hinchas experimentan una euforia colectiva inigualable. La Copa del Mundo se trata de los fanáticos, y no sería lo mismo sin ellos y los sacrificios que realizan para vivir una experiencia única.
Hinchas argentinos se congregan en la calle Nikolskaya, cerca de la Plaza Roja en Moscú. Es un punto popular donde se reúnen los fanáticos.
Los aficionados iraníes también se reúnen en la calle Nikolskaya para cantar y celebrar el paso de su equipo nacional en la Copa del Mundo.
Visitantes y moscovitas ruedan el balón de fútbol en la Plaza Roja de Moscú, apenas unos días antes del comienzo de la Copa del Mundo.
Fanáticos peruanos en un bar en el centro de Moscú abuchean mientras miran el partido entre Portugal y España.
Ariel Salgado se pone la albiceleste en un hostal antes de dirigirse al Fan Fest para ver el partido entre Argentina e Islandia. Después de trabajar durante 10 años en Patagonia en recursos humanos, Salgado ahorró suficiente dinero para comprar una casa en su ciudad natal de Córdoba y luego decidió dejar su trabajo y reubicarse. Tenía suficientes millas de viajero frecuente guardadas para comprar su vuelo para asistir al Mundial. Salgado ha seguido al equipo nacional de Argentina en todos los partidos de clasificación y no dudó en emprender el viaje de dos días a Rusia para apoyar a su selección.
Hinchas argentinos apoyan a su selección nacional con cánticos en una estación de metro en Moscú. El grupo que se reunió en un hostal viajó a todas las sedes siguiendo a su selección. Sufragaron gastos vendiendo bufandas y camisetas para pagar los viajes y las entradas a los partidos.
Una vez en un tren de metro, el grupo continúa cantando. Un residente local se toma un selfie con los hinchas argentinos a la vez que una anciana se prepara para bajarse del tren.
Elías Alanis muestra un billete de mil rublos rusos para un fanático coreano que compra uno de sus bufandas de Argentina en los predios del Spartak Stadium antes del partido contra Islandia. Elías viajó con un presupuesto ajustado, y para sobrevivir el mes que iba a estar en el Mundial trajo 300 bufandas con los colores de la albiceleste para poder venderlas.
John Jairo Builes (izquierda) con su hija Nicole Builes (centro) y su sobrina Wendy Colorado (derecha) esperan en la estación central de trenes de Moscú para abordar el tren a Saransk. La familia viajó desde Medellín, Colombia, y tras participar en la lotería de la FIFA, ganaron boletos para estar en los cuatro partidos de Colombia en la Copa del Mundo. Después de que John Jairo se retiró el año pasado de su negocio de partes para autos, ha estado planeando este viaje con su hijo mayor, Mauricio, luego de no poder viajar a la Copa del Mundo en Brasil hace cuatro años.
Mauricio Builes con su hermanito Isaac Builes comen un bocadillo a bordo del tren de Moscú a Saransk para ver a la selección colombiana hacer su debut en la Copa del Mundo contra Japón.
Ruby Arbelaez duerme en el piso de la cocina de un departamento en Saransk. Viajó desde Sicilia para encontrarse con su hermana y su familia para asistir al partido de Colombia.
Arbelaez se maquilla mientras sus familiares se preparan para Colombia-Japón en Saransk.
Fanáticos colombianos vistiendo un disfraz de caballo ingresan al Mordovia Arena en Saransk para el partido entre Colombia y Japón.
Los fanáticos colombianos celebran tras el gol contra Japón.
Los fanáticos colombianos lucen molestos en las gradas después de perder el partido contra Japón por 2-1.
Aficionados peruanos buscan refugio ante las fuertes lluvias fuera del Estadio Central de Ekaterimburgo antes del partido entre Perú y Francia. Perú llevaba 36 años sin Mundial.
Hinchas de la blanquiroja i>, marchan por las calles de la ciudad de Ekaterimburgo antes del partido contra Francia.
A pesar de que Perú perdió contra Francia y luego no salió de la fase de grupos, los fanáticos celebraron la primera Copa Mundial de su país en 36 años en las calles de Ekaterimburgo.
Tras perder contra Francia, estos fanáticos peruanos lloran frente al estadio de Ekaterimburgo.
Un adolescente monta un monociclo con la bandera francesa en las afueras del Estadio Central de Ekaterimburgo después de que Francia derrotara a Perú.
Fanáticos mexicanos duermen en cojines con la forma de un balón de fútbol en el aeropuerto de Rostov-On-Don, en el sur de Rusia.
Carlos Flores, un dentista de Los Ángeles, se maquilla para parecerse a un esqueleto del Día de los Muertos, con indumentaria de mariachi. Carlos se ha estado vistiendo de esta manera para cada partido de México desde el Mundial 2014.
Flores termina de ponerse un traje tradicional de mariachi en el cuarto de su hotel antes del partido entre México y Corea del Sur en el Rostov Arena.
En el vestíbulo de su hotel, Alfredo Allende y su esposa, Fany Patrón, se visten como Super México y Wonder Woman. Viajaron con amigos y familiares para apoyar al Tri. Una vez que que México se clasificara para el Mundial, Alfredo le sugirió a sus amigos y familiares que asistieran a la cancha como superhéroes mexicanos.
Un fanático mexicano carga una bandera antes del partido entre México y Corea del Sur en el Rostov Arena.