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El Sobreviviente

La esposa del entrenador de boxeo Ramón Sosa quiso asesinarlo. Esta es la historia de cómo sobrevivió, gracias a un sorprendente salvador.

La cámara policial hacía clic. Clic. Clic. Clic. Cada imagen rompía el silencio causado por el sofocante calor del verano de Houston. Los lentes apuntaban a un hoyo profundo.

Al fondo de la fosa recién cavada se encontraba un hombre cercano a los 50 años lleno de sangre que parecía ser producto de una herida de bala en la sien derecha. Había más sangre emanando de su nariz. El hombre, apenas cubierto por ropa interior, tenía sus brazos en la espalda, lo cual causaba la impresión de haber estado maniatado.

Los detectives de la oficina del comisario del Condado de Montgomery ya conocían su identidad: se trataba de Ramón Sosa, uno de los entrenadores de boxeo más conocidos en el área suroriental del estado de Texas. Se trataba de un ex boxeador profesional que había entrenado a profesionales y aspirantes a ir a los Juegos Olímpicos a hacer sparring en el veloz estilo puertorriqueño. Docenas de niños provenientes de pandillas y ambientes difíciles habían llegado a él a través de su programa sin fines de lucro Young Prospects Boxing.

Sosa también fue dueño de un exitoso gimnasio ubicado a menos de 2 millas de este lugar, rodeado de tupidos bosques por todos lados y escondido de la comunidad dormitorio conocida como The Woodlands. Los detectives sabían demasiado bien que el gimnasio de Sosa producía ganancias cercanas a los $20,000 al mes, permitiéndole así al entrenador y su esposa adquirir una nueva residencia lujosa, autos, motocicletas y relojes y calzado de diseñador.

Pandillas y dinero. Quizás estos eran los móviles detrás de esta macabra escena. Pero no se trataba de un crimen predecible, en lo absoluto. Una vez que la cámara dejó de disparar, el detective principal dijo: "Estamos listos, señor Sosa. Ya se puede levantar".

Y así, el hombre dentro de la fosa abrió sus ojos..


Las fotos de la policía muestran a Sosa, con una herida falsa de bala en su sien, de pie al lado de la escena de su muerte fingida. Cortesía del Alguacil del Precinto 3 del Condado de Montgomery

UNA DÉCADA ANTES DE ESTE HECHO en otra zona de Houston, un joven conocido como Mundo salió de prisión. Había sido absuelto tras pasar 14 meses encarcelado acusado de un hecho punible violento. Mundo se había incorporado a su pandilla local a los 12 años y recibió seis disparos en tres incidentes antes de ir a la cárcel. Al salir, su futura esposa le dio un ultimátum: O la escogía a ella o al violento vecindario donde creció. Se decidió por ella y se mudaron al otro lado de la ciudad.

Buscaba gimnasios en su nueva área, topándose así con un pequeño lugar donde uno de los entrenadores, Ramón Sosa, siempre parecía estar rodeado por jóvenes boxeadores. "Su técnica era diferente: boxeo puertorriqueño", dice Mundo. "Aparentaba ser boxeador profesional. Pensé: 'Yo quiero formar parte de eso'".

Sosa era oriundo de Puerto Rico, aunque se mudó a Houston siendo muy joven. Regresó a la isla cuando se hizo boxeador profesional a los 17 años, aunque rápidamente se desilusionó de un negocio en el cual "la gente intenta hacer dinero a costa tuya de muchas formas distintas. No era otra cosa distinta a un pedazo de carne".

Volvió a Houston y descubrió que su verdadero llamado no estaba en el centro del cuadrilátero, sino en la esquina. Sosa comenzó a entrenar a profesionales en el área de Houston, viajando para asistir en peleas en Las Vegas y Nueva Jersey. Visitó la Mansión Playboy y posó en fotografías al lado de Hugh Hefner y Mike Tyson. "El boxeo a nivel profesional, es entretenimiento", afirma Sosa. "Puedes ver muchas celebridades. Todos los gastos pagos, todo".

Sin embargo, Sosa sintió nuevamente desilusión del escenario pugilístico profesional y decidió concentrarse en los jóvenes aficionados. "Lo hacen de corazón, por amor, por algo distinto al dinero", indica.

Sosa había sido entrenador por aproximadamente 20 años cuando Mundo llegó a su pequeño gimnasio en 2005. "Era diferente", recuerda Sosa. "Dijo que no quería pelear, que quería aprender a boxear".

La relación, indica Mundo, fue la primera ocasión en la cual un modelo masculino tomó interés en su vida. "Él marcó las reglas", dice Mundo. "Asumió la misión de estar pendiente de mí. No tenía que hacerlo. Significó mucho para mí". Sosa recuerda: "Me contó lo que le había ocurrido sus problemas con la ley, que él había sido pandillero".

Mundo se apartó de las pandillas y llegó a la esquina de Sosa. A cambio, Ramón pondría en marcha una organización sin fines de lucro para así ayudar a niños en situaciones similares a las de Mundo, quien recuerda haber pensado que él y Ramón "podíamos salvar a todos y cada uno de los niños que llegaran al gimnasio".

Y así fueron las cosas durante los dos años siguientes, hasta que, en una noche de 2007, una mujer llamó la atención de Ramón Sosa.


Ramón se enamoró de María de Lourdes Dorantes cuando la vio bailar en un club de salsa. Ese fue el inicio de una relación tormentosa. Cortesía Ramon Sosa

SU NOMBRE ERA María de Lourdes Dorantes, pero todos la llamaban Lulu.

Era alta y delgada, con pelo oscuro y caderas sinuosas. "La vi cuando llegué por primera vez. Estaba en la pista de baile. Tocaban salsa. Dije: 'Hombre, ¡es una dama muy hermosa!"

Ramón vestía un suéter Versace y uno de sus relojes más costosos al llegar al club nocturno de música latina de moda en The Woodlands. Compró una cerveza y sólo pensaba ver bailar a Lulu. Cuando ella caminó frente a él, pisó uno de sus pies con lo que él jura eran tacones de 6 pulgadas de alto. Le dolió. "Pensé: 'Oh, Dios mío'. Veo estrellas. Me agaché y ella me dijo: 'Por favor, disculpa. Discúlpame, ¿qué puedo hacer?'".

Ramón le pidió bailar con ella. Fue el inicio de un cortejo vertiginoso.

"Creo que me atrapó, me cautivó", dice. "Se trata de una persona que da masajes, manicuras, pedicuras. Si estaba bebiendo, ni siquiera me permitía terminar. Ya me brindaba otra bebida. Servía mi plato. Se desbordaba en la forma en la cual me trataba".

Lulu había seguido los pasos de una oleada de emigrantes mexicanos en The Woodlands, llegando a Estados Unidos con visa de visitante. Lulu no podía trabajar legalmente en Estados Unidos, por ello, se ganaba la vida limpiando casas y laborando como masajista hasta que ella y Sosa contrajeron matrimonio en 2009. Año y medio después, inauguraron el gimnasio Woodlands Boxing and Fitness. "Estaba muy feliz", afirma Ramón. "Muy contento al ver mis sueños hechos realidad".

El gimnasio atrajo a cerca de 200 clientes. "Hablamos de una cifra entre $18,000 a $20,000 al mes", afirma Ramón, quien siempre había trabajado a tiempo completo en una compañía de encomiendas, además de su labor como entrenador de boxeo. "Adquirimos una flamante casa de dos pisos. Compramos motocicletas y autos. Y a Lulu le gustaba vestir bien. Le encantaba ir siempre a las tiendas y comprar todo lo que pudieras pensar. Gastábamos dinero. Fueron buenos tiempos".

Mundo recuerda vívidamente la primera vez que vio a Lulu. "Llegaba al gimnasio indicando qué hacer", dice. "Trabajaba mucho. Básicamente, ella se encargaba del negocio".

Los Sosa dejaron que Mundo entrara en sus vidas, haciéndole parte de la familia. "No estaba buscando un padre", dice Mundo. "Pero así fue como actuaron Ramón y Lulu. Y Lulu actuaba como buena amiga".

Ramón sirvió de patrocinante a Lulu, su madre y los sus dos hijos adolescentes, para así conseguirles la ciudadanía estadounidense. Este proceso duró aproximadamente tres años. No fue sino después de ello, según indica Ramón, comenzaron a aparecer los problemas en su matrimonio, incluyendo un altercado durante unas vacaciones en Puerto Rico.

"Ella sabía bien cuáles botones presionar para así agitarme", dice Ramón. "Nos metimos en un pequeño intercambio de palabras". Cuando Lulu le dijo a Ramón que iba a llamar a la madre de él, éste recuerda haberle quitado el teléfono de las manos y decirle: "El problema es entre tú y yo, no con mi madre. Soy un hombre adulto".

Ramón afirma que Lulu llamó al personal de seguridad del hotel y le acusó de abusar de ella. Tras haber escuchado a ambas partes, el jefe de seguridad les instruyó dormir en habitaciones separadas.

En marzo de 2015, Lulu presentó la demanda de divorcio. "Lo quería todo", dice Ramón. "Quería que yo me fuera para que así ella se quedara con todo". Recuerda haberle dicho: "Si quieres el divorcio, nos vamos a divorciar de la forma correcta. Dividimos todo".

"Pero no, ella lo quería todo", dice Ramón. "Y fue allí cuando las cosas se pusieron difíciles".

Según indica Ramón, Lulu contactó a los auspiciantes de su organización sin fines de lucro y le acusó de apropiación indebida de fondos, causando así que abandonaran a Young Prospects y obligándole a cerrar la iniciativa. Igualmente, Lulu le dijo a amigos y clientes que Ramón había abusado de ella. Parientes de Ramón, incluyendo a su madre e hija adulta, indicaron a Outside The Lines jamás haber presenciado que Ramón golpeara a algún miembro de la familia, incluyendo la propia Lulu.

Luego los investigadores dijeron que no encontraron evidencia de malversación de fondos en Young Prospects, ni evidencia que los llevara a creer los alegatos de abusos en contra de Ramón.

Igualmente, Lulu se quejó con Mundo sobre Ramón. Mundo intentó mantenerse apartado de la situación. "Intentado. Intentado es una buena palabra", indica Mundo. "Terminaron arrastrándome hacia ella".

Tres meses luego que Lulu exigiera el divorcio, Mundo llegó al gimnasio en una noche calurosa. Lulu estaba en su oficina con su hija adolescente. "Hablaban sobre un muchacho que había estado en el gimnasio, que su tío era un asesino en México", dice Mundo. "Decían que descuartizaba cuerpos".

Mundo llegó a la oficina cuando escuchó a Lulu preguntarse en voz alta si este tío podía ayudarles "con nuestra situación".

Estaba seguro de que "la situación" en referencia era Ramón y alentó a Lulu a confiar en él. Mundo dice que Lulu comenzó a hablar a la mañana siguiente. "Estoy cansada. Estoy frustrada", recuerda haber oído de ella. "Deseo que se vaya. Deseo que los policías se lo lleven. Deseo que alguien le haga desaparecer". Según indica Mundo, él le preguntó: "¿Qué quieres decir con 'desaparecer'?" Cuando él hizo un gesto similar a una pistola con los dedos, Lulu respondió afirmativamente.

"Quedé atontado", recuerda Mundo. "Sé lo que ella quiere". Se dirigió a una bolsa de boxeo para así comenzar su entrenamiento. Sin embargo, en vez de golpearla fuertemente como lo haría siempre, apenas la rozaba, distraído por los pensamientos que poblaban su mente. Dio un último golpe y regresó hacia Lulu.

"Creo conocer a alguien", le dijo.


Lulu decidió utilizar varios relojes, joyas baratas y $500 en efectivo como enganche. Cortesía del Alguacil del Precinto 3 del Condado Montgomery

PACO ERA TAN RESPETADO dentro de su pandilla que su rostro fue pintado en un mural de por lo menos dos pisos de alto. "Paco es el malote", dice Mundo. Paco y John Boy, esos son los hombres que él llamaría.

O, al menos, esa fue la historia que le hizo creer a Lulu.

Tan pronto como Mundo dejó el gimnasio, hizo una llamada. No a "Paco". Por el contrario: llamó a Ramón y le dijo: "Esta mujer te quiere matar".

"Cállate y no jo---", le respondió Ramón. "Deja de jugar. No juegues con eso".

Ramón recuerda que Mundo le respondió: "He visto antes esa mirada en gente que quiere matar a alguien y esta dama te quiere matar".

"Estaba en shock. Me sentí enfadado. No sabía que hacer", dice Ramón.

No obstante, Mundo tenía un plan: "Le dije a Ramón: 'Mira, vas a hacer el papel del sicario. Vas a comprar otro teléfono, uno desechable'". Mundo le explicó que el teléfono sería utilizado como si perteneciera a "Paco". Revisaron todos los detalles y acordaron que Mundo debía, a través del nuevo teléfono, enviar un mensaje en el cual se dijera que, por el precio correcto, Paco estaría dispuesto a matar a Ramón. Después, en presencia de Lulu, Mundo respondió mediante un mensaje a la línea desechable con una oferta: $1,000 en efectivo, junto con la camioneta de Ramón.

Mundo escribió: "Paco, estoy aquí con la patrona... ¿ustedes se llevarán una camioneta y $1,000 al hacer el trabajo? Blanca, de cabina sencilla, rines de 20 pulgadas del '07. ¿Sí o no?".

Paco respondió:

Mundo no eligió el nombre "Paco" al azar. Era un personaje de la película de drama criminal "Blood In Blood Out" ("Sangre por Sangre - Obligado por Honor"), estrenada en 1993, en la cual tres chicanos participan en la vida de pandillas en Los Ángeles. Paco, interpretado por Benjamin Bratt, era tan admirado y temido que otro personaje pinta su retrato en una pared de concreto a orillas del Río Los Ángeles.

"Al final de la película, se revela que Paco era un policía encubierto", dice Mundo. Estaba enviando una advertencia a Lulu, "Era un enigma", dice Mundo. "Pero, sabes, se sentía bien".

Mundo comenzó a grabar en secreto sus conversaciones con Lulu, esperando así reunir evidencias para Ramón.

En una de las grabaciones, se escucha a Lulu revisar la colección de relojes de Ramón. "Uno de oro, un Bulova", dice Lulu en español. "Y uno negro, un Fossil". Decide utilizar varios relojes, joyería poco costosa y $500 adicionales en efectivo como pago inicial.

Antes del festivo del 4 de julio, Lulu le entrega a Mundo $100 para que el sicario ficticio comprara una pistola robada. Con el dinero en mano, Ramón y Mundo decidieron que Ramón debía acudir a la policía. Pero Ramón quería que Mundo acudiese con él, un paso difícil para un ex pandillero que había jurado nunca hablar con policías con respecto a cualquier acontecimiento. "Incluso, si trato de hacer entender a la gente que se trataba de salvar la vida de mi amigo", explica, "sería visto como si delatara a alguien. Como si fuera un sapo".

El hecho de entrar a la Oficina del Alguacil del Precinto 3 de la Policía del Condado de Montgomery causó dolor físico en el cuerpo de Mundo. "Mi corazón se hizo nudos", recuerda. "Sentía nudos en la parte de atrás de mi cabeza".

En el video del interrogatorio, un detective le pregunta a Mundo: "¿Ella ha utilizado específicamente la palabra 'muerto'?" "Sí", responde Mundo, mostrando un mensaje de texto en su teléfono. "Muerto".

En el vídeo, Mundo explica a los detectives durante más de una hora todo lo que Lulu le había dicho. Procede a entregar los $100 y las grabaciones hechas por él, permitiendo a los detectives descargar los mensajes de texto enviados por ella a su celular.

Antes del final del video, Mundo decide revelar su pasado. "Solía ser pandillero", afirma. "Tengo un pasado criminal. Por ende, estoy muy seguro de que eso fue lo que le llamó la atención sobre mí".

Intenta explicar a los oficiales que su denuncia podría causarle peligro. "Violé un código fundamental", dice. "Habrá consecuencias".


EL TENIENTE MIKE ATKINS describe estar sentado en la misma mesa, frente a Mundo, como "algo surrealista". Recuerda haber pensado: "¿Es esto genuino? Porque parece haber un tema de divorcio pendiente".

Revisó las denuncias hechas por Lulu con respecto a Ramón y no encontró evidencias que las sustentaran. Al revisar los antecedentes penales de Mundo vio que "sus orígenes coincidían con la historia de su vida", afirma Atkins. "Sí, se metió en algunos problemas cuando era más joven, pero no había actividad reciente".

Este historial, más que cualquier otro elemento, convenció a Atkins a fin de creer en Mundo. "Sabiendo el código del lugar donde provenía, entiendo que los delatadores no son vistos de manera favorable", dice el oficial. "Pues al llegar a esta oficina, bajo su propia voluntad, demostró mucho carácter".

Atkins, en definitiva, entendió que "la vida de Ramón se encontraba bajo serio peligro". Le pidió a Mundo seguir grabando a Lulu. Mundo detestaba la idea, pero al final accedió.

"No podía decir que no", afirma. "La vida de alguien dependía de ello".

Mundo registró por lo menos 12 conversaciones, todas en español, durante el transcurso de tres semanas, según los registros obtenidos por E:60 de la oficina del Alguacil. En uno de ellos, Lulu dice a Mundo que Ramón podría firmar los documentos del divorcio el 22 de julio. "Mundo, estoy desesperada. Ya no soporto más. Tengo una jaqueca", dice en la grabación. "Tengo todo que perder. Estoy harta, harta, harta de todos estos papeles".

Lulu se quejaba que no recibiría pensión alguna, que ya Ramón no estaba pagando la hipoteca de su casa y que se le agotaba el dinero. "Ese ca-- no me ha dado un céntimo desde febrero", se quejaba. "¡Nada!"

Ella prosiguió: "Mejor que lo maten antes del 22. De esa forma, estaré asegurada de por vida, tendré pensión de por vida. Mi vida estará resuelta, Mundo. ¿Sabes de lo que estoy hablando? Él ha trabajado duro por toda su vida para tener su retiro. Bueno, ahora es el momento para que yo trabaje duro para tener MI retiro. Este es mi retiro, Mundo. Su vida es mi retiro".

Mundo le pregunta: "Entonces, de aquí a la fecha de la audiencia, ¿quieres que lo maten?"

"Sí".

En las grabaciones, Mundo le dice a Lulu en varias ocasiones que ella puede abandonar su plan. "Si cambias de opinión, pues cambias de opinión. No pasa nada. Nadie te está obligando a hacerlo".

"Se trata de una decisión tomada", dice Lulu. "Lo que digo, lo hago".

En un intento final, Mundo le envía un mensaje a Lulu: "No más, acuérdese, que ya muerto va a ser muy tarde pa' que se haga pa' atrás, ¿entendido?"

Lulu le respondió: "Mas claro que el agua".

Brandon Thibodeaux para ESPN


EL VIDEO CON CÁMARA ESCONDIDA muestra un lado de un auto con las palabras "Woodlands Boxing" pintadas en la puerta. Una dama con pelo oscuro y brillante con sonrisa de Mona Lisa está sentada del lado del conductor.

Mundo, quien porta la cámara escondida, alienta a Lulu para salir de su auto para así conocer a Paco, sentado en una camioneta estacionada cerca de allí. Lulu nunca sospecha que Paco es, realmente, un oficial encubierto mientras sube al asiento del conductor de la camioneta del oficial. Mundo se sienta en el asiento trasero. La voz profunda del oficial pregunta en español: "¿Qué onda?"

Lulu dice en español: "Bueno, ¿qué no me ha hecho? Ese hijo de perra. Quiero decir, no puedo seguir lidiando con todo esto".

El oficial encubierto le responde: "Este tipo, ¿quieres que lo golpeen fuerte? ¿Lo quieres bien fregado? ¿Lo quieres muerto?"

"No. No lo quiero golpeado", dijo Lulu sin pensarlo. "Lo quiero muerto".

" ¿Quieres que hable con él? ¿Qué le demos un último mensaje?", preguntó el oficial.

"No. No quiero hablar con él", dijo Lulu.

" ¿Solo lo quieres golpeado? ¿O lo quieres muerto?"

"Lo quiero muerto", afirma Lulu. "Para mi, es mejor muerto que me siga fregando la vida".

Atkins veía, desde otro vehículo encubierto, mientras Lulu entregaba su pago inicial. "Me sorprendió la falta de emoción", afirma. "Cuando tratas con alguien que no muestra emoción alguna, no muestra empatía, simpatía, estamos tratando con individuos real y sumamente peligrosos".

Mundo recuerda salir de la camioneta junto a Lulu. "Estrechamos las manos. No quería tocarla. No por odio. Era simplemente tristeza. Sentía que la había traicionado como amigo", afirma.

Sin embargo, Lulu tomó su brazo y le abrazó. "Creo que me abracé con ella durante, por lo menos, dos segundos más porque sabía la hora que era", afirma. "Uno sabe lo que está a punto de ocurrir. Pero ellos no".


Lulu, aquí mostrada en una fotografía tomada por la policía luego de su arresto. Cortesía del Alguacil del Precinto 3 del Condado Montgomery

LOS OFICIALES APRENDIERON la forma de simular la muerte de Ramón al ver tutoriales de maquillaje en YouTube. Fueron a una tienda de víveres para comprar sirope de maíz y colorantes alimenticios para crear la sangre y tomaron prestado el kit de maquillaje normalmente usado en los simulacros de desastre. "Parecían cosas de Halloween que usan los niños", dice Ramón. "Se ve como algo muy, muy aficionado. Pero lo hicieron bien".

Ramón recuerda que Atkins le dicho: "Necesitamos algo que sea un caso seguro". Los detectives contaban con suficiente evidencia para arrestar a Lulu. Sin embargo, se preocupaban que un jurado pudiera lamentarse por una mujer hermosa sin antecedentes penales.

Por lo cual, Ramón se encontraba en el piso de una camioneta suburbana sin licencia ni signos distintivos, mientras los oficiales se dirigían a un área restringida en la cual los camiones de basura arrojaban desperdicios recolectados en sitios de obras del condado. Fue allí, entre las pilas de tierra, que cavaron la fosa. "No era un sitio frío, pero sí espeluznante", dice Ramón. "Estaba allí sentado, con los ojos cerrados, pensando: '¿qué estoy haciendo? ¿Qué demonios hago aquí?'".

"Pensé en Lulu. Pensaba, ¿por qué tenía que haber llegado a este punto? Pudo haber sido un divorcio sencillo. Esto nunca debió haber ocurrido".

En ese momento, afirma Ramón, haber llegado a una triste conclusión: "Nunca me amó"."

El 22 de julio, Lulu se subió a una camioneta la cual, supuestamente, pertenecía a Paco. En esta ocasión, dos cámaras escondidas capturan la imagen de su rostro, mientras el oficial le afirma en español: "Nos lo echamos en la mañana". Lulu no muestra reacción visible. Simplemente, se limita a decir: "Aquí tengo $1,000".

El agente saca un teléfono y le muestra una foto de Ramón, tendido en la fosa. "¿Qué piensa?", le pregunta.

Lulu sigue sin mostrar emoción alguna. Por el contrario, sigue preguntando detalles de lo sucedido. El oficial encubierto le cuenta lo suficiente. Ramón luchó por su vida. No quería morir. La camioneta se encuentra en un taller, lista para ser desmontada. Lulu sugiere, de forma tranquila, utilizar FaceTime de ahora en adelante, para así evitar que la policía rastree sus comunicaciones.

Toma una breve pausa para luego decir: "Ya no se volverá a parar".

Y fue allí cuando Lulu comenzó a reír. "Eso me dio escalofrío en los huesos", dice Ramón.

A la mañana siguiente, con Ramón escondido, los oficiales acudieron al gimnasio, diciéndole a Lulu que recibieron una denuncia por la desaparición de su esposo. "Ella no tiene explicación con respecto al paradero de Ramón. No le ha visto", dice Atkins. "Allí la tenemos, entonces, mintiéndonos de forma inmediata".

Los videos policiacos muestran a los oficiales colocándole las esposas a Lulu frente a su madre e hija adolescente. La transportaron luego al mismo cuarto de interrogatorios donde entrevistaron a Mundo.

"A ese momento, creo que ya ella aceptaba que había sido entrampada", dijo Atkins. "Estaba entendiendo todo". Dijo a la Policía que no hablaría sin la presencia de su abogado, y debido a eso, los oficiales la llevaron a las celdas.

Quince meses más tarde, en octubre de 2016, Lulu se declaró culpable de solicitar un asesinato, al nivel capital. Jamás miró a Ramón mientras el juez la sentenciaba a 20 años en prisión. El último abogado de Lulu, según el récord, dijo que no estaba autorizado a hablar a nombre de ella.

Lulu, ahora con 44 años y encarcelada en una prisión estatal en Gatesville, Texas, nunca respondió a las cartas que le envió ESPN en busca de su versión de la historia. A través de un portavoz de la institución carcelaria, rechazó una solicitud de entrevista. La última imagen que tuvo Ramón de Lulu fue cuando la vio salir de la sala judicial, esposada y en uniforme de presidiaria de color rosa.


Ramón se declaró recientemente en bancarrota y se mudó de su casa y del gimnasio que compartía con Lulu. Brandon Thibodeaux para ESPN

MUNDO ESTÁ SENTADO cerca del lugar en el gimnasio donde le comentó a Lulu que podría conocer a alguien. Todas las luces están apagadas, la puerta del gimnasio está cerrada y se le dijo a los clientes que regresaran más tarde.

Apenas una tenue luz brilla detrás de Mundo, lo que crea una oscura silueta de su cabeza en los monitores de la cámara mientras es entrevistado por ESPN para la TV. "Aprecio esta oportunidad", dijo. "Porque nadie, nunca jamás, me ha preguntado, sabes, ¿cómo te sientes?"

"Todo el mundo terminó afectado de cierta manera", dijo. "No fue solamente Ramón. Lulu también. Yo también, ¿me entiendes?"

El caso de Lulu fue ampliamente cubierto por la prensa de Houston, y Ramón dio breves entrevistas al momento de la sentencia. Pero luego, un programa de TV mostró a Mundo y a un agente encubierto, divulgando sus rostros en television y revelando el nombre legal de Mundo. El oficial tomó cartas en el asunto y la historia fue retirada de la internet. Pero ya era muy tarde. Había llegado el momento de pagar las consecuencias.

"Fue como una oleada, mi amigo", dijo Mundo con un suspiro profundo. Recibió amenazas a su hogar, contra su vida y contra la de su esposa, hijos y otros familiares que todavía residen en el viejo vecindario.

"Todos están vivos. Esa es la manera en que intento verlo todo", dijo. "Alguien está vivo, y nadie está muerto. Al menos por el momento". Hace una pausa y continúa: "Espero que nadie muera".

Cierra los ojos y respira profundo. "Estoy pensando en mi familia. Eso es todo en lo que pienso en estos momentos".

Publicó por sí mismo una novela titulada Mi Hijo Mundo. Es la historia de un hombre "que se vio forzado a tomar una decisión final luego de que "quedó envuelto en un conflicto con la ley debido a una amenaza a su mentor y entrenador de boxeo". Algunas de las situaciones ocurrieron, dice Mundo, pero otras no.

Escribió el libro para recaudar suficiente dinero para sacar a su familia de Houston. "Para mi, un final feliz es tener seguridad para mi familia", dijo.

Pero, ¿qué tal con Mundo? ¿Está preocupado por sí mismo?

"No."

De momento su mirada se ilumina. Cubre su rostro con su mano, y con la misma velocidad la retira. Reclina la cabeza hacia atrás y respire con coraje, profundo, por la nariz. Está molesto, listo para pelear. No boxear. Pelear. "No me gusta su pregunta".

"Mundo es un tipo rudo", dijo Atkins. "Se crió en un vecindario difícil. No es un cliente fácil". Dio a Mundo su línea directa y le dijo que lo podia llamar cuando quisiera. De todas maneras, dice Atkins, "no he vuelto a hablar con él desde esa ocasión".

Mundo ha tomado precauciones para protegerse a si mismo, pero afirma que no ha recibido la ayuda que se le prometió. "Algunas personas dijeron que me ayudarían con la seguridad, ¿sabes? Mejorar mi seguridad. No han hecho ni m.... Cuídate tú mismo. No, no debería ser así".

¿Se refiere a Ramón? Mundo casi ni contesta. "Si alguien te ayuda, y te ayuda a salvar tu vida, no deberías dejarlo abandonado. Eso no se hace".

Ramón, ahora de 51 años, no se esconde cuando se le pregunta sobre lo que plantea Mundo. "Ya no hablamos tan a menudo, ¿me entiendes? Nos hemos apartado un poco", dice Ramón. "El no entiende que Lulu me dejó muy endeudado".

Ramón, quien continúa con su trabajo regular a diario además de entrenar boxeadores, recientemente se declaró en bancarrota y se marchó de la casa y el gimnasio que compartió con Lulu. Reside en un apartamento pequeño y guardó todas sus pertenencias en un almacén. "Esto es todo lo que ella me dejó,", dice mientras muestra bolsas plásticas transparentes con sus relojes y el efectivo que pagó Lulu. "La evidencia de la forma en que intentó matarme".

"Quizás algún día haga una fogata", dijo. "Ya sabes, quemarlo todo".

Cierra con llave el espacio de almacén y sube a su camioneta, la que tiene las ruedas de 20 pulgadas. "Para serle honesto, ahora paso mucho tiempo solo", dijo. "Psicológicamente, todavía no estoy bien. Todavía tengo pesadillas".

Se pregunta si Lulu lo pisó intencionalmente en aquel club nocturno.

"Yo era un buen marido. La traté bien", dijo. "Lo único que tengo que decir es que Dios, mi Dios, sabe qué fue lo que realmente ocurrió".

Ramón dice que está reparando su vida, un paso a la vez. "Mundo siempre estará en esa lista", dijo. "Siempre está ahí, como prioridad. Es muy especial para mí. Muy, muy especial".

"El está tratando de encontrarse a sí mismo nuevamente", dice Mundo. "No lo voy a tomar como algo personal".

Atkins considera a Mundo -- un boxeador que nunca compitió, cuyo rostro jamás será visto, cuyo nombre no se conocerá -- un héroe por tener "el coraje moral de venir aquí a hacer lo correcto".

"Aprecio su punto de vista", dice Mundo. "Pero, sabes, para alguna gente sigo siendo una rata". Pausa por un momento y pregunta retóricamente: ¿Qué usted haría si estuviera en mi situación?"

Él conoce las reglas. Conoce las consecuencias.

"Salvé la vida de mi amigo. Eso es todo lo que importa".

Tisha ThompsonThompson es una reportera en la unidad de investigaciones de ESPN y se le puede escribir a Tisha.Thompson@espn.com.
Kevin ShawShaw es un director de documentales y se le puede escribir a kshaw@23films.com.

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