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Nacido en Cuba, pero radicado en Estados Unidos, Alberto Salazar estampó su firma de manera indeleble en la historia del Maratón de Nueva York, conquistando el oro consecutivamente entre 1980 y 1982. Solo dos corredores lograron ganar en Nueva York más de dos veces. El otro fue el histórico Bill Rodgers, campeón entre 1975 y 1979, y cuyo reino finalizó el propio Salazar, cuando aún estaba en la Universidad. Aquella primera prueba en 1980 resultó el debut más rápido en la historia para un Maratón. Salazar obtuvo un tiempo de 2:09:41 y le arrebató también a Rodgers el récord de la carrera, bajando el registro anterior en casi 30 segundos. Un año después, Salazar subió la apuesta: no solo volvió a ganar en Nueva York, sino que lo hizo con la increíble marca de 2:08:13, hito que constituía un nuevo récord mundial, pero que finalmente no fue homologado ya que el recorrido no había tenido exactamente 42.195 metros. Unos 150 metros separaron a Salazar de aquella plusmarca, pero no impidieron una tercera consagración en Nueva York 1982 y un cuarto Major en Boston, ese mismo año, en una histórica definición con Dick Beardsley que duró hasta el sprint final. Tras aquel extremo desgaste en Boston, Salazar se enfermó y abandonó la competencia por largos años. A los 36, regresó para ganar el ultra-maratón de Comrades, en Sudáfrica. Un último lauro para quien hasta hoy sigue siendo el último grito local en Nueva York.
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