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Cómo Aaron Rodgers salvó la campaña de Green Bay Packers

La conferencia de prensa, si prefieren llamarla así, contó con la presencia de tres reporteros y un puñado de camarógrafos en un brutal horario de cierre del domingo a la noche. El mariscal de campo de Green Bay, Aaron Rodgers, apareció cerca de las 23:00 vestido con una chaqueta tejida color azul y una camiseta blanca. Con sus ojos fijos en el suelo, tenía un aspecto que se asemejaba a un desilusionado padre "elegante"; por primera vez en seis años, parecía humano.

Los Packers acababan de perder su cuarto juego consecutivo, 42-24 en Washington, y Rodgers, que siempre ha buscado respuestas, parecía no tener ninguna. Lo había intentado prácticamente todo para revertir el resultado. Incluso había elegido un libro, "Las cinco principales disfunciones de un equipo". Pero el tiempo se agotaba esa noche del 20 de noviembre. Green Bay estaba 4-6 y Rodgers lo sentía. Su conferencia de prensa duró 2 minutos y 46 segundos de incomodidad. Incluyó cinco preguntas, la última de las cuales fue la variante obligada, ¿Podrán los Packers rescatar esta temporada?.

"Tengo mucha confianza en ello", dijo Rodgers.

Y antes de que alguien pudiera preguntar si se había vuelto loco, había desaparecido.

Más tarde, le contaron al entrenador Mike McCarthy el comentario que había hecho Rodgers, y estuvo encantado. “Yo sé que así es como me sentí”, dijo McCarthy. El avión del equipo volvió a Green Bay alrededor de las 2 a. m., y McCarthy condujo hasta su oficina y se preparó para el trabajo del día siguiente. Su gráfica de profundidad debería estar escrita en lápiz, ya que la defensa estaba diezmada por lesiones y sus corredores se reducían a Ty Montgomery, un receptor convertido en corredor y un corredor de poder llamado Aaron Ripkowski. Pero en Green Bay no valen las excusas y a fines de noviembre, los fanáticos más iracundos querían que McCarthy fuera despedido. El entrenador bromeó afirmando que las cosas estaban tan mal que su madre comenzó a encender más velas en la iglesia por él.

Los inviernos son duros en el este de Wisconsin, pero cuando los Packers están perdiendo, son casi insoportables. El back defensivo Micah Hyde dijo que noviembre fue el peor mes de su vida. Habían sido abucheados por su público local, cediendo 153 puntos en cuatro semanas. Rodgers parecía estar absolutamente perdido.

Rodgers no duerme mucho después de los juegos como visitante, y la noche del 20 de noviembre no fue la excepción. Fue a su casa y habló con su novia, la actriz Olivia Munn. Ella le preguntó qué pensaba sobre el 4-6.

“Realmente creo que vamos a revertir esta situación”, le contestó él. “Creo que podremos ganar nuestros próximos seis juegos y llegar a los playoffs”.

Tres días más tarde, Rodgers les dijo a los periodistas locales lo mismo. “Siento que podemos ganar todo lo que falta”, dijo.

Y así renació una leyenda.


Es tonto y poco creíble, que esas ocho pequeñas palabras puedan cambiar la temporada de un equipo, y el legado de un mariscal de campo. Estos son hombres grandes, esta es la NFL, y los discursos son como cuentos de hadas. Pero la verdad es que los Packers el juego siguiente en Philadelphia, luego derrotaron a Houston y anularon a los Seattle Seahawks, y cuando quisieron acordarse, habían ganado seis juegos consecutivos y estaban en la postemporada, y luego fueron siete, después ocho juegos consecutivos, y ahora están en el Campeonato de la NFC después de un sobrecogedor triunfo en Dallas, donde Rodgers lanzó un láser, que llegó perfectamente a las manos de Jared Cook en la línea lateral cuando faltaban tres segundos para anotar el gol de campo y ganar el juego.

Todo esto no puede ser una consecuencia de una predicción que no fue realmente una predicción.

“Caray, sí” dijo Cook la semana última, unos días antes de la atrapada. “Es una afirmación temeraria para que alguien la haga en el tipo de juego que tenemos. Fue una afirmación muy temeraria para compartirla y tomarla como una predicción, pero él la hizo. Y nosotros lo acompañamos”.

Una cosa es segura: Rodgers ha logrado concretar una de las rachas de ocho semanas más dominantes de la historia de la NFL. Ningún mariscal de campo ha sido más seguro, más exacto, más confiado. Es llamativo recordar que Rodgers pasó de ser cuestionado por sus fundamentos en la primera mitad de 2016 a lanzar 24 anotaciones sin ninguna intercepción entre el 13 de noviembre y el 15 de enero -- una racha que finalmente terminó en la segunda mitad del juego contra los Cowboys.

“Cuando estábamos 4-6, él era el mismo jugador”, dijo McCarthy, descartando la opinión de los analistas que cuestionaban su mecánica. “No estábamos jugando bien y, a veces, él no rendía tan bien como lo hace normalmente”.


Rodgers declaró que pasó los primeros nueve juegos de la temporada sintiéndose fuera de ritmo. En un equipo lleno de jóvenes receptores, la conexión -- y la confianza -- estaban ausentes. Él perdió a Cook, su ala cerrada titular, en la Semana 3 por una lesión en el tobillo, y las cosas comenzaron a empeorar desde entonces. Los analistas pusieron bajo la lupa el juego de pies de Rodgers y su equilibrio y su punto de lanzamiento. La semana anterior al juego de Washington, Bleacher Report escribió un extenso artículo sobre el mariscal de campo que fue dos veces designado MVP (Jugador más valioso), cuestionando su liderazgo.

En algún momento del declive de cuatro juegos, Rodgers, según el receptor Jeff Janis, se reunió con los receptores después de una sesión de películas. Rodgers es conocido por ser severo con sus receptores y, ocasionalmente, se pudo apreciar cómo los increpaba en el calor del juego.

“Nos llevó aparte y nos dijo, ‘No les estoy gritando por el placer de gritar. Lo hago porque me importa. Creo en todos y cada uno de ustedes'. Creo que eso significó mucho para todos nosotros’”, dijo Janis.

“Es especialmente difícil para los más jóvenes porque él es Aaron Rodgers, y ganó un Super Bowl. Cuando dijo eso, nos hizo recordar que, caramba, está realmente de nuestro lado. No me quiere ver fallar. Quiere que sea el mejor jugador que puedo ser. En cierta forma, nos tomó a todos por sorpresa. Fue algo lindo de escuchar”.

Rodgers no puede definir exactamente su concepto de ritmo o por qué aparece y desaparece, pero cuando él lo tiene, ve todo el campo de juego y al mismo juego en cámara lenta. Sus pensamientos son calmos; sus reacciones rápidas. ¿Ese lanzamiento a Cook contra los Cowboys? Eso tuvo más ritmo que un álbum de Marvin Gaye.

De todos modos, en el juego de Washington, Rodgers comenzó a sentirlo. Cook había retornado a la formación y se conectaron en seis pases para 105 yardas. Rodgers tenía la sensación de que las cosas estaban por cambiar, que la ofensiva estaba por trabajar en conjunto.

Todo lo que los Packers necesitaban era un empujón.

“Sabía que 4-6 iba a ser muy comentado”, dijo Rodgers, “por los medios locales y por los nacionales, ya que somos un equipo que todos esperan que llegue al final todos los años. Solo quise que en el vestuario, mis compañeros supieran que, para mi, todo estaba por delante. A veces, es necesario de que infundas confianza en una situación donde la mayoría de las personas carece de esa confianza y no alcanza a ver la luz al final del túnel.

“Yo sabía lo que estaba haciendo. Tenía la esperanza de sacarle la presión a algunos de mis compañeros y ponerla sobre mis hombros. Sabía que tenía que jugar mejor. Y para mi, cuando dije, ‘ganar todo lo que falta’, fue también una forma de despertarme y decirme a mi mismo: tengo que jugar mejor porque ellos esperan que juegue mejor que ahora”.


Rodgers ya ha hecho algo similar antes. En 2014, los Packers comenzaron 1-2 y Green Bay entró en pánico. Rodgers concurrió a su programa semanal de radio a la tarde de un jueves y deletreó la palabra “R-E-L-Á-J-E-N-S-E.”

Los Packers ganaron 11 de los 13 juegos restantes, ganaron una primera ronda en la postemporada y luego derrotaron a Dallas en la ronda divisional de la NFC antes de perder contra Seattle en el Campeonato de la NFC.

Jason Wilde, que era co-conductor del programa “Tuesdays with Aaron” (Los martes con Aaron), dijo que el mensaje fue totalmente orgánico. El programa de Rodgers era a la 1:30 todos los martes y, como la mayoría de los días, apareció aproximadamente a la 1:29:30. La única vez que él vio al mariscal de campo preparar lo que iba a decir fue en 2012, antes de la controversia entre árbitros denominada "Fail Mary" en un juego contra los Seahawks. Rodgers estaba muy enojado después de ese partido. Apareció 15 minutos antes en su programa y pidió una hoja de papel para ordenar sus pensamientos.

No tuvo ni idea de que el comentario R-E-L-Á-J-E-N-S-E podía llegar a tener vida propia. Un aficionado incluso le envió una fotografía de la palabra escrita en caracolas. Fue entonces que Rodgers comprendió lo que sus palabras podían significar.

“Cuando apareció e hizo esa afirmación …” dijo el tacle Bryan Bulaga. “Nos dio confianza a todos nosotros”.


Cuando Brady Poppinga insistía en elegir a los Packers como ganadores en cada juego de este invierno, muchos se rieron de él y dudaron de su inteligencia. Poppinga, un reportero/analista de Fox Deportes, jugó seis temporadas con Rodgers y fue seleccionado tres rondas detrás de él en 2005. En algún momento después de ese juego en Washington del 20 de noviembre, Poppinga estaba viendo escenas del juego y advirtió la expresión de Rodgers, y supo que este estaba de vuelta en su zona. Una zona que él no había visto en los últimos seis años.

“Solo he visto jugar a Aaron en este nivel una vez antes de ahora”, dijo. “Fue cuando terminamos por ganar el Súper Tazón. Un par de sus pases al comienzo del juego en Dallas, justo en la punta de los dedos, a milímetros de ser derribado, me recordaron a los Steelers [en el Super Bowl XLV]. Sus pases son precisos, son hechos a tiempo y son prácticamente indefendibles.

“Nunca apostaría en contra de él cuando está en esa forma. Está jugando en un nivel donde puede compensar las desventajas defensivas, la casi total ausencia de un juego en base a carreras. Puede compensarlo y ponerlos en posición de ganar un Súper Tazón”.

Poppinga estuvo allí al comienzo, durante la época de Brett Favre, y se pregunta si Rodgers hubiera llegado a ser tan bueno, tan decidido, si hubiera sido contratado como N° 1, ido a los 49ers de San Francisco y nunca hubiera tenido que lidiar con la adversidad de reemplazar a Favre. Está convencido de que Rodgers no hubiera sido el mismo jugador que es ahora.

Sin embargo, el mariscal de campo siempre tuvo una increíble cantidad de confianza en sí mismo. Hubo una época en su segundo año cuando Rodgers todavía era un suplente y los Packers estaban jugando entre ellos durante el campamento de entrenamiento. Rodgers llevó a su equipo a la línea de 5 yardas y luego hizo su propio número. Amagó y giró hasta la zona de anotación, hizo su celebración de cinturón de campeón y el público enloqueció. El día siguiente, McCarthy lo enfrentó airado durante una reunión, gritando, según Poppinga, “¡En este equipo no hay solistas!”

Poppinga estaba sentado una hilera detrás de Rodgers y una hilera delante de Favre. Rodgers se hundió en su silla, dijo él. Favre se inclinó y le susurró algo a Poppinga. “Favre dice, ‘Aaron es un gallito muy tonto’” afirma Poppinga, recordando el episodio. Luego, se dio cuenta que la cita pudo no ser del todo exacta. “Él pudo haber dicho, ‘Hombre, es tan gallito’.

“Pero nunca fue petulante. Siempre tuvo un cierto nivel de confianza en si mismo. Lo han visto en ese juego [de Dallas]. En ningún momento lo dio todo por perdido”.


“The Five Dysfunctions of a Team” (Las cinco disfunciones de un equipo) es un libro de negocios. Describe las causas radicales de la política y los problemas de los equipos en el trabajo y las claves para descubrirlas. Rodgers quedó particularmente fascinado por la parte referida a la comunicación y el conflicto.

En algunos círculos de la NFL, se ha dicho que Rodgers se había desconectado en cierta forma del equipo en el último año, tal como sucedió con Favre en sus últimos años. Según esa teoría, Rodgers creció tanto, casi convirtiéndose en una institución, que se separó de sus pares.

Bulaga se mofa de la idea de que Rodgers está en un mundo diferente. Si Rodgers pensara que está por sobre todos los demás, ¿por qué jugaría al golf con sus compañeros de equipo todo el tiempo fuera de temporada? ¿Por qué se aseguraría de que sus linieros reciban regalos todas las Navidades, incluso dándoles la opción de jet-skis o cuadriciclos el último mes?

“No le gusta hablar de ello, no le agrada exponerse”, dijo Bulaga. “Creo que Zeke Elliott lo hizo y llegó a todas las noticias. Pero él no lo hace. No es ese tipo de persona. No busca llamar la atención. El público lo ve en este ambiente y no creo que muchas personas lleguen a verlo fuera de la oficina y es un tipo fantástico fuera de aquí”.

La percepción sobre Favre, según los que jugaron con él, también es distorsionada. Si hubo una desconexión, se debió a que su edad, ya que estaba cerca de los 40 años, y miraba a su alrededor y todos sus amigos se habían ido, los tipos con los que había transpirado en los campamentos de entrenamiento en sus años jóvenes, los que habían sido sus pares.

Rodgers, quien acaba de cumplir 33 años, de ninguna manera está cerca de ese punto. Pero él es consciente del hecho de que necesita comunicarse mejor. Realmente, es la antítesis de ese anuncio que hace con Clay Matthews para la State Farm, en el que grita en el vestuario, "¡Ni aquí, ni nunca!" mientras sus compañeros de equipo saltan a su alrededor. Rodgers preferiría que lo miren, observen lo duro que trabaja, lo competitivo que es y que lo sigan.

Rogers dice que el liderazgo “es un reto”.

“No creo que deba ser una lucha”, afirmó. “Disfruto esa parte de mi rol”

Entre los Packers hay un estoicismo del tipo ya estuvimos aquí, que proviene de haber llegado sistemáticamente a los playoffs. Pero después del juego de Dallas, se soltaron. McCarthy estaba tan entusiasmado que saludó a cada jugador en la puerta del vestuario, envolviéndolos en abrazos de oso. Les dijo que estaba orgulloso de ellos. Rodgers exclamó un gigantesco “¡Woooooo!” al entrar en el vestuario.

El equipo empacó y se dirigió al autobús, y el gerente general de los Packers, Ted Thompson, se demoró en el vestuario, solo. Thompson ha sido siempre uno de los mayores defensores de Rodgers. Le preguntaron si Rodgers estaba jugando el mejor fútbol americano de su carrera y Thompson contestó que no lo sabía.

“No sé si soy lo suficientemente inteligente como para poder saber si es diferente” afirmó. “Siempre ha sido ese tipo de líder desde que llegó aquí, siempre ha sido el que quería acelerar a fondo y conseguir triunfos. Y nunca piensa en abandonar. Creo que los jugadores del ataque e incluso los defensivos saben que si le dan apenas una chance, podríamos ganar un juego que pareciera imposible. Él logra ese tipo de magia”.

Si había alguna duda sobre el liderazgo de Rodgers, se disipó en los ensordecedores segundos finales del juego contra los Cowboys. En el último lanzamiento, Rodgers esencialmente trazó la jugada a Cook en el agrupamiento. Rodgers estaba animado, agitando los brazos, mientras vociferaba sus instrucciones a sus 10 compañeros. Estaba tan concentrado que el tacle David Bakhtiari le tuvo que decir que se apurara porque el tiempo se agotaba.

Y aquí no había barreras de comunicación, ni sentimientos heridos. El mariscal de campo de una franquicia estaba hablando y todos escuchaban.