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Tom Brady, el último capítulo todavía no se ha escrito

Ya que ha bajado la marea por el trepidante Super Bowl LI que disfrutamos, vale la pena hacer algunas consideraciones puntuales. Lo que ocurrió el domingo en Houston, ha sido el regreso más grande en la historia del Super Bowl, el desenlace más espectacular, y el desempeño de un quarterback que será recordado como el mejor de la historia cuando decida retirarse. Tomó un pincel, el lienzo y creó una obra maestra.

No soy afecto a comparar épocas. Joe Montana ha sido el mejor quarterback de su generación, y Tom Brady lo es de la actual. Sin embargo, hay muchas evidencias que lo ubican en lo más alto del pódium, aun teniendo combustible para un par de años antes de retirarse. La evidencia más visible es la de los cinco anillos de campeón, otra es la forma en la que sacó la victoria en el más reciente, y lo que no deja de asombrarme es lo que ha hecho con el personal que tiene disponible.

El domingo estas fueron sus herramientas: Chris Hogan, Danny Amendola y LeGarrette Blount, jugadores que nadie tomó en sus respectivos reclutamientos colegiales; Julian Edelman, jugador de séptima ronda de draft; James White, corredor de cuarta ronda; Malcolm Mitchell, novato de cuarta ronda; y Martellus Bennett, desecho de Cowboys, Giants y Bears.

Lo tengo que traer al comentario, porque en sus anteriores Super Bowls ganados tuvo a Troy Brown, David Givens, Deion Branch, David Patten, entre otros para trabajar. Ninguno lo acompañará al Salón de la Fama, y con eso llegó a lo más alto. Brady ha logrado hacer mejores a los jugadores que tiene a su lado, una y otra vez. Simplemente sorprendente.

No fue un partido bien jugado de los Patriots. Permitieron cinco capturas a su quarterback, le pegaron más de diez veces, el fumble de Blount, el pick-six al propio Brady, le soltaron cuatro o cinco pases atrapables en los primeros dos cuartos y medio, y la defensa no podía con Julio Jones. Todo eso se juntó para que New England lograra su primer touchdown del encuentro a 2:03 del final del tercer cuarto.

Con muy poco margen de error, Brady tomó las riendas del equipo, aprovechó los innumerables errores cometidos por los Falcons, y redondeó una gesta mayúscula, nunca antes vista. A sus 39 años y 168 días se convirtió en el segundo quarterback más veterano en ganar el Super Bowl, ha rubricado una campaña de 35 pases de touchdown y apenas cinco intercepciones, así es que no hay indicios de un retiro inmediato. El último capítulo no ha sido escrito, la leyenda puede seguir creciendo, y sí, hoy en día el equipo favorito para ganar el Super Bowl LII, siguen siendo los New England Patriots.