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Buccaneers felices de regresar a Tampa Bay

TAMPA, Fla. - Los Tampa Bay Buccaneers estaban de regreso a su edificio el miércoles, practicando por primera vez desde que el huracán Irma azotó a la Florida con sus vientos y causando inundaciones en casi todo el estado.

Los jugadores admitieron que recibieron un susto real de la tormenta. Muchos nunca había pasado por la experiencia de un huracán. El paso de Irma dio un cambio la semana pasada de la costa del Atlántico a la costa del Golfo de México. Si la tormenta no se hubiera debilitado en su paso por Cuba y los Cayos de Florida y haber hecho un segundo impacto en la Isla de Marco, el impacto final hubiera sido mucho peor.

La tormenta llegó a Tampa Bay como categoría 2, con daños mínimos a la mayoría de las residencia. La mayoría de la destrucción vino en la forma de árboles caídos, letreros de las calles doblados y tiendas que perdieron sus vitrinas. Algunas calles siguen inaccesibles y la mayoría de los semáforos aún no están funcionando.

"Estábamos pegados a nuestros teléfonos mirando el radar todo el tiempo", dijo el ala abierta Adam Humphries quien, junto al ala cerrada Cameron Brate y el quarterback Ryan Griffin, fueron a Clemson, South Carolina. Fueron al partido de Clemson-Auburn y se quedaron en una casa que Humphries tiene allá.

"Todo el tiempo estuvimos mirando a Tampa y viendo como todo estaba ocurriendo", dijo Humphries. "Fue bueno ver que no llegó tan fuerte como se esperaba. El único problema real que hay son los apagones que todavía hay. Obviamente fuimos afortunados por lo que finalmente pasó".

El ala defensiva Ryan Russell nunca había pasado por un huracán y temía por la seguridad de su familia.

"Tenía a mi abuelo conmigo, así que esa era mi preocupación más grande", dijo Russell. "Él tiene 94 años. No se puede mover muy bien. Su memoria es bastante buena, pero a veces se confunde. Así que tenía más miedo por mi abuelo que por mi casa o mis cosas".

El plan original era quedarse juntos en Tampa. Pero entonces recibió una llamada el sábado. La familia Glazer, dueños de los Bucs, lograron conseguir cuatro aviones fletados para los jugadores y sus familias viajar a North Carolina.

Salieron esa tarde solo horas antes que el Aeropuerto Internacional de Tampa cerrara a las 8 p.m.

"Significa todo", dijo Russell sobre el gesto del equipo. "Yo estaba en shock. Nunca había estado en una organización que le importara tanto, no solo sus jugadores -- dijo, ahí hay una relación mutua -- pero sus familias, nuestras mascotas, las cosas que nos importan, son también importantes para la organización. Eso es grande".

La familia era lo primero en la mente de Bernard Reedy también: su mamá y su hermana menor. Él se quedó atrás en St. Petersburg, su pueblo natal, para cuidarlos. También quería irse a trabajar en su otro trabajo proveyendo transportación para personas en sillas de rueda para una compañía llamada Care Ride. Necesitaban su ayuda para las evacuaciones el sábado.

"Tienes a personas que no pueden ayudarse a si mismas. Tenía que ayudarlos a llegar a un lugar seguro", dijo Reedy. "Yo puedo correr y hacer cosas, pero estas personas no pueden correr. Si viene, viene, pero estaba seguro que yo me estaba quedando en casa con mi madre y mi hermana.

"Yo sabía que yo no iba para ningún lugar", dijo Reedy. "No había que pensarlo. Recibí par de llamadas que iban a evacuar al equipo, pero les dije, 'no, yo me voy a quedar'".

El ala abierta Mike Evans estuvo en el huracán Ike cuando pasó por su pueblo natal de Galveston, Texas en el 2008. Él, su esposa Ashli y sus dos hijas regresaron para Irma. Dado lo que ocurrió en Houston con el huracán Harvey hace una semana, esperaban lo peor para Tampa.

"Fue difícil", dijo Evans sobre irse de Tampa. "Solo querías que nuestras familias y nuestros hograes estuvieran seguros. La mayoría de la gente salió. Hay muchas ciudades que necesitan ayuda que fueron afectadas por Irma y aún, Harvey, hay mucha gente que necesita ayuda. Va a tomar mucho tiempo reconstruir"