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Jerry Jones y Roger Goodell encaminan a la NFL a una guerra civil sin precedente

Era el 9 de agosto y dentro de la oficina de Roger Goodell en el sexto piso de la sede de la NFL en Nueva York -- al final del pasillo, después de las oficinas ejecutivas y los asistentes y través de una puerta ancha siempre abierta para que los invitados se sientan bienvenidos. Goodell estaba con su asesor legal, Jeff Pash en una llamada de conferencia con Jerry Jones. A tono con el protocolo de darle a los dueños notificación de 48 horas antes de anunciar una medida disciplinaria, Goodell y Pash le informaron a Jones que, tras una investigación de 13 meses sobre un incidente de violencia doméstica, el running back titular de los Dallas Cowboys, Ezekiel Elliott, enfrentaría disciplina directa -- una suspensión de seis partidos.

La línea se quedó en silencio. Pasaron segundos. La decisión de Goodell fue una violación de confianza sin descripción, según Jones dijo a unos asociados más tarde, porque Jones creyó que el comisionado le había asegurado en la primavera que no habría una suspensión. Jones había visto en Elliott una oportunidad genuina, un jugador tan bueno que Jones pensaba que éste era el año que quizás podría ganar un Super Bowl por primera vez desde 1996. Su coraje era evidente. Finalmente, según fuentes con conocimiento directo de la llamada, Jones rompió el silencio. Lanzó sus palabras no solo a la decisión de Goodell, sino también a su rol de juez, jurado y ejecutador en el caso.

"Te voy a perseguir con todo lo que tengo", dijo Jones. Y luego mencionó Deflategate. "Si pensabas que Bob Kraft fue duro, Bob Kraft es un pen---jo en comparación con lo que yo te voy a hacer".

Nadie qué es lo que Jones hará. Pero a sus 58 años, Goodell está en un pelea para quedarse con su puesto. En público, se ve fresco y con mucha energía, y está más que comprometido con su meta de dejar un legado de que haber lidiando y arreglando los problemas a largo plazo del futbol americano. De cerca, sin embargo, esta cara ha cambiado debido a un estrés constante: es ahora una cara larga, con líneas y cansada. Goodell está en una batalla que pocos vieron venir, con la membresía de la liga al borde de una guerra civil sin precedente.

Poco menos de una semana antes de esa llamada contenciosa, Goodell y Jones aparentaban estar cercanos como amigos en el Glenmoor Country Club en Canton, Ohio, aún cuando había fricción entre ambos por debajo de la superficie. Goodell estaba entre los invitados a la fiesta multimillonaria para celebrar la exhaltación de Jones al Salón de la Fama. Goodell ya sabía que Elliott sería suspendido, pero aguantó el anuncio para que Jones pudiera disfrutar de su momento. Goodell abrazó a Jones y le ofreció sus felicitaciones mientras Justin Timberlake tocada, diciéndole a la audencia que "el mejor dueño en la historia del deporta está siendo homenajeado esta noche".

Por años, el dueño más poderoso de los deportes en Estados Unidos había dado loas al comisionado más poderoso en Estados Unidos al catalogarlo como un "visionario de crecimiento". Jones, ahora de 75 años, usa un análisis de costo-beneficio para medir el valor de las relaciones, y ya que la NFL creció de una empresa de $6,000 millones al año a una de $14,000 millones, su relación aparentaba ser fuerte. Pero entonces Goodell suspendió a Elliott, y solo se ha puesto peor desde entonces, con esa decisión clarificando las preocupaciones que desde hace mucho tiempo Jones tenía sobre el liderato de Goodell, su compensación actual de $42 millones y que el proceso de aprobación de la extensión de su contrato termine pagándole aún más, según documentos y cerca de dos docenas de entrevistas obtenidos por Outside The Lines con dueños, ejecutivos de la liga y los equipos y líderes del sindicato. La confianza entre los dueños, y entre los ejecutivos senior dentro de la liga se ha evaporado. Temprano en noviembre, cuando Jones amenazó con demandas a sus compañeros dueños y la liga para parar el progreso del próximo contrato de Goodell, el dueño de los Atlanta Falcons y presidente del comité de compensación de la NFL dijo que "esta no es la manera en la cual hacemos la cosas en la NFL".

A medida que los ratings de televisión y encuestas de opinión sobre la liga han ido en descenso, un número creciente de dueños han expresado su falta de satisfacción con el liderato de Goodell: No ha responsabilidado a muchos ejecutivos a pesar del mal manejo de crisis; aún con decenas de millones de dólares invertidos en ejecutivos y consultores, Goodell no ha podido manejar casos de alto perfil de disciplina de jugadores sin bochornosas guerras legales; a puertas cerradas, aún políticas sencillas, como el colgar video de jugadas en Twitter, se han convertido en guerras entre los dueños y los ejecutivos. Al mismo tiempo, la liga ha sido expuesta a presión sin precedentes sobre las protestas de los jugadores durante el himno nacional que polarizado a los fanáticos y jugadores mientras levantan ira entre patrocinadores y socios de televisión. Más aún, en los últimos par de meses, la guerra por el futuro de la NFL se ha dado incómoda y públicamente, a menos entre información divulgada en secreto por los dueños que han distraído a los fanáticos de ver los partidos.

Es un nivel de inquietud que aparenta ser nuevo, pero que en realidad comenzó hace años en una guerra de sombras dentro de las oficinas de la NFL, suites de dueños, reuniones privadas y llamadas en conferencias que nacieron de visiones distintas, mayormente de Jerry Jones y Roger Goddell, sobre lo que el futuro de la NFL debe ser.

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