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Jimmy Garoppolo convierte la mediocridad en eficacia

J.J. Birden, Willie Davis, Jonathan Hayes, Kimble Anders, Dave Szott. Nombres que probablemente no están en la memoria inmediata, pero que fueron parte de un equipo que llegó a una final de conferencia, cuando las expectativas a su alrededor no les daban posibilidad de llegar lejos.

Estas expectativas se formularon para un equipo que tenía, en aquél entonces, a un seguro miembro del Salón de la Fama. ¿Su nombre? Joe Montana.

Cuando adquirieron a Montana en un cambio con los San Francisco 49ers en 1993, los Kansas City Chiefs eran un equipo competitivo, considerado pretendiente en la AFC, pero no con el talento suficiente para lograr algo más.

Sin embargo, la presencia de Montana en el vestidor, en el campo detrás del centro, fue suficiente para que los Chiefs, sin ser un equipo dominante, explotaran al máximo su talento para llegar a la antesala del Super Bowl.

Algo similar sucede 24 años después con los 49ers.

Jimmy Garoppolo parece que llegó a San Francisco con una vara mágica y convirtió a los 49ers, una escuadra débil en varias posiciones, en un equipo aparentemente contendiente, pero al que hace buen rato se le acabó el tiempo para demostrarlo tras iniciar la temporada 2017 con nueve derrotas.

Carlos Hyde es un buen corredor, Marquise Goodwin un receptor confiable y Joe Staley un sólido guardaespaldas que trabaja como tackle izquierdo. Estos jugadores son los que resaltan del lado ofensivo de los 49ers. El resto no parece tener el potencial para robar la atención de las defensivas rivales.

Sin embargo, con Garoppolo como quarterback, la ofensiva completa de San Francisco se ha convertido en una amenaza total.

El libro de jugadas de San Francisco no cambió, es el mismo que usaron C.J. Beathard y Brian Hoyer en San Francisco y el mismo que Garoppolo ha tenido que emplearse a fondo para aprenderlo y ejecutarlo al nivel en el que lo ha hecho el último mes.

Entre lo que Garoppolo llevó a San Francisco hay un intangible, algo de lo que se habla con insistencia, pero no se ve: experiencia y liderazgo.

Dos juegos como titular de los New England Patriots en 2016, mientras Tom Brady cumplía una suspensión de cuatro juegos, parecen haber sido suficientes para que Garoppolo asimilara lo que significa ser un quarterback titular en la NFL.

Tres años y medio años trabajando al lado de Brady, sin duda, le dieron a Garoppolo la seguridad de saber cómo manejar un vestidor, transmitir la seguridad de que las cosas en el campo saldrán bien o de que pueden corregirse si salen mal.

No es casualidad que un equipo que inició con marca de 0-9 disfrute de una racha de cuatro victorias, dos de ellas sobre equipos con marca ganadora y la más reciente, sobre la placable defensiva de los Jacksonville Jaguars, la mejor de la NFL.

En la temporada de 1993, los Chiefs vencieron en Playoffs a los Pittsburgh Steelers en la Ronda de Comodines y en la Ronda Divisional a los entonces Houston Oilers, ahora Tennessee Titans, considerados amplios favoritos para llegar al Super Bowl y con mñas talento en sus filas.

Los huecos que los 49ers tienen en su ofensiva y defensiva comenzarán a ser atendidos en 2018, pero con la certeza de que esa reconstrucción debe hacerse alrededor de un quarterback que se ha ganado la confianza de todo un equipo y sus aficionados de la forma correcta.

Esa es la diferencia de Garoppolo con el Montana de los Chiefs en 1993. Kansas City era un equipo armado que jugó a su máxima capacidad por la inspiración de hacerlo al lado de una leyenda. Los 49ers pueden construir a un equipo talentoso que se adapte al estilo de Garoppolo.

En 2018, las defensivas tendrán más herramientas para enfrentar a Garoppolo, pero él también tendrá un mejor manejo del sistema ofensivo de los 49ers para contrarrestar a los rivales.

En el final de su carrera, Montana ilusionó a los aficionados de los Chiefs. Garoppolo apenas entra en su mejor etapa como jugador y los aficionados de los 49ers ven un futuro promisorio con él como su quarterback.

Lo único que deben hacer los 49ers es asegurarse de que, en 2018, Garoppolo firme un contrato con el que los guíe hacia la tierra prometida.