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Será complicado, pero Jon Gruden tiene lo necesario para concluir la obra en Oakland

Jon Gruden está de regreso en el Hoyo Negro para concluir una tarea que dejó inconclusa hace 16 años o, que mejor dicho, no le dejaron terminar.

Los Oakland Raiders prácticamente echaron la casa por la ventana ($100 millones por 10 años y acciones del equipo) para convencer a Gruden de volver y devolverle a los de negro y plata el brillo que les dio cuando los dirigió de 1998 a 2001, época en que los llevó a ganar dos títulos divisionales y una aparición en la Final de la AFC con marca de 38-26 en temporada regular y 4-2 en Playoffs.

En la temporada 2002, Al Davis, entonces dueño de los Raiders, decidió enviar a Gruden a Tampa Bay en una negociación que rápidamente resultó contraproducente para Oakland, que cayó en el Super Bowl XXXVII ante los Buccaneers dirigidos por Gruden.

Los Raiders esperan que Gruden les dé ese anillo de Super Bowl que les arrebató hace 15 temporadas, pero la tarea no será sencilla.

Además del reto de volver a dirigir después de más de una década de dedicarse a analizar en televisión, Gruden se encontrará en el vestidor con jugadores con personalidades más extrovertidas y más indisciplinados que hace 10 años, una NFL que es menos tolerante a las acciones ilegales fuera del campo y una tendencia a la desesperación de aquellos que contratan y no ven resultados rápidamente.

Por el otro lado, Gruden hereda a unos Raiders mejor armados de los que recibió en 1998, con una ofensiva encabezada por un quarterback al que puede terminar de moldear como Derek Carr, un corredor que, cuando lo desea, juega como el mejor en su posición como Marshawn Lynch y una defensiva encabezada por Khalil Mack, quien se ha desarrollado como un líder dentro y fuera del campo para el equipo.

Ahora, viene el asunto de las percepciones y lo que éstas pueden generar alrededor de Gruden en Oakland.

Durante las 11 temporadas que se alejó de las bandas, el nombre de Gruden fue mencionado prácticamente cada vez que un equipo iniciaba la búsqueda de un nuevo entrenador en jefe. Esto no pasa desapercibido para los jugadores, incluso los más jóvenes, que se convencen de la calidad de quien es siempre candidato a un puesto de alta exigencia.

Si a esto sumamos la actitud renegada, desafiante y atrevida que Gruden mostró como coach en Oakland, al menos en su primera etapa, se comprende el regocijo de los aficionados de los Raiders, personajes peculiares que se identifican con figuras como Gruden.

Incluso, la historia parece también estar de su lado.

En la época moderna de la NFL, son pocos los equipos que han contratado dos veces al mismo entrenador en jefe. De hecho, los Raiders son uno de las cuatro franquicias que recurre a un viejo conocido en ese puesto en los últimos 48 años.

Estos son los equipos que han tenido al mismo entrenador en jefe en dos épocas distintas desde 1970:

INDIANAPOLIS COLTS

Ted Marchibroda
Primera etapa (1975-79)
Marca: 41-36
- Tres títulos divisionales (derrotas en Ronda Divisional en fila).

Segunda etapa (1992-95)
Marca:
32-35
- Una calificación a Playoffs (Llegó al Juego de Campeonato de la AFC en 1995).

OAKLAND RAIDERS

Art Shell
Primera etapa (1989-94)
Marca:
56-41
- Un título divisional.
- Tres viajes a Playoffs (llegó al Juego de Campeonato de la AFC en 1990).

Segunda etapa (2006)
Marca:
2-14

WASHINGTON REDSKINS

Joe Gibbs
Primera etapa (1981-92)
Marca:
140-65
- Cinco títulos divisionales.
- Ocho viajes a Playoffs.
- Cuatro apariciones en el Super Bowl.
- Tres títulos de Super Bowl.

Segunda etapa (2004-07)
Marca:
31-36
- Dos viajes a Playoffs (llegaron a Ronda Divisional y a Ronda de Comodines).

Aunque los resultados en las segundas etapas de estos coaches han sido más discretos en lo general, la historia parece estar también del lado de Gruden.

Quizá Gruden enfrenta uno de los mayores retos que cualquier entrenador en jefe ha enfrentado en la historia reciente de la NFL con expectativas creadas alrededor de una oferta contractual que podría parecer desmedida a los ojos de algunos.

Ya veremos qué tanto dura la paciencia de Mark Davis.