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Ivis Aburto | ESPN Digital 6y

Con pocas, pero importantes variantes de un año a otro, Patriots regresan al Super Bowl

¿Para qué arreglar lo que no está descompuesto? Si acaso, potencializarlo.

Así se podría resumir a la versión 2017 de los New England Patriots en relación a la que mostraron una temporada antes y que terminó con la conquista de su quinto anillo de Super Bowl.

Es difícil que un equipo tan bien cimentado, dirigido y organizado en relación a sus finanzas (contratos), como lo son los Patriots, cambie radicalmente de una temporada a otra.

A lo hecho por los Patriots las últimas tres temporadas en las que han hecho casi un hábito llegar al juego por el título de la NFL sólo se le puede dar un nombre: continuidad.

Quizá el único aspecto negativo en los Patriots de 2017 sea que se hicieron más dependientes de lo que puedan hacer Tom Brady y su ofensiva, en gran medida, por el pobre desempeño con el que arrancó la temporada regular su defensiva., aunque eso bien podría ser un espejismo por lo visto en ese momento.

En 2017, los Patriots concluyeron el calendario regular con el ataque más productivo de la liga, el cual promedio 394.2 yardas por juego. Incluso, sin LeGarrette Blount –actual corredor de los Philadelphia Eagles—New England tuvo un desempeño decente por la vía terrestre, al ubicarse décimos en esa categoría (118.1 yardas por juego).

Blount fue el corredor principal de los Patriots en 2016, pero al irse a los Eagles, el equipo usó a Dion Lewis como su principal arma terrestre, pero combinando sus acarreos con Mike Gillislee, Rex Burkhead y en menor medida, James White, el héroe del Super Bowl LI.

Por aire, ya todos sabemos de lo que Brady es capaz con el arsenal de receptores a su disposición. Nada de eso ha cambiado y al grupo se añadió Brandin Cooks, para darle más profundidad y variedad a un ataque intimidatorio en rutas de pase de media distancia con Rob Gronkowski, Danny Amendola y Julian Edelman.

La ofensiva de los Patriotas simplemente encontró más margen de maniobra en relación a lo mostrado en 2016.

Quizá fue por necesidad, pues el papel de la defensiva en los primeros tres juegos de la temporada 2017 fue, en verdad, muy pobre.

Tan bajo fue el desempeño de la defensiva de los Patriots en el primer cuarto de la temporada (32 puntos permitidos por juego), que cualquier mejoría, por leve que ésta fuera, sería muy notable.

Y así sucedió.

Aunque su defensiva es su lado débil, los Patriots concluyeron la temporada regular como la mejor en puntos permitidos (15.6).

Si bien el ataque comandado por Brady es capaz de anotar puntos a granel, con la ligera o notable mejoría de su defensiva, ya no tiene que jugar con la necesidad apremiante de anotar una y otra vez como sucedió en los primeros cuatro juegos de la campaña.

Esa capacidad anotadora se refleja en otra característica que los Patriots han mantenido en relación a 2016, la de nunca darlos por muertos o en términos más técnicos, su capacidad para remontar.

Después de borrar un déficit de 25 puntos en el marco de un Super Bowl, remontar prácticamente se ha convertido en un juego de niños para los Patriots, que tienen todo el derecho a sentir que son capaces de lograr cualquier cosa que se propongan.

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