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Final de película para Foles y Philly

MINNEAPOLIS -- La mesa estaba servida para que el más grande mariscal de campo en la historia del juego demostrara una vez más por qué se había ganado esa etiqueta.

Con 2:21 por jugar en el cuarto periodo del Super Bowl LII, Tom Brady y los New England Patriots estaban estacionados en la yarda 25 de su propio terreno, necesitando un touchdown para darle la vuelta al marcador y sumar el sexto Trofeo Vince Lombardi a sus vitrinas.

Pero los Philadelphia Eagles no iban a dejar que Brady --el mismo que en el pasado arruinara la película de tantos otros equipos, incluyendo una versión propia en la campaña del 2004-- se saliera nuevamente con la suya.

Brandon Graham dobló la orilla para capturar --única captura del juego para cualquier bando-- a Brady y forzar un balón suelto que terminó en manos del novato Derek Barnett. En un partido que terminó por transformarse en un tiroteo ofensivo, tenía que ser una jugada defensiva la que cerrara el candado. No obstante, no fue lo único que hicieron bien los Eagles.

Ofensivamente, se trató de un equipo extremadamente balanceado al ataque.

El mariscal de campo Nick Foles completó 28 de 43 intentos de pase para 373 yardas con tres touchdowns y una intercepción temprano en el juego que realmente no fue su culpa.

Completó pases con seis receptores diferentes, destacando las conexiones de touchdown con Alshon Jeffery --una joya en la parte final de las diagonales que fue el primer touchdown del partido--, Corey Clement y Zach Ertz. Las anotaciones de Clement y Ertz debieron ser confirmados por la vía del video.

Por si fuera poco, también estuvo el pase de anotación de Trey Burton a Foles en el segundo cuarto, primera recepción de anotación para un quarterback en la historia del Super Bowl.

El ataque terrestre fue demoledor, con LeGarrette Blount y Jay Ajayi combinándose para 147 yardas en 23 acarreos --un promedio de 6.4 yardas por intento-- y un touchdown.

Defensivamente, Malcolm Jenkins fue una fuerza, no solamente por el golpe limpio pero violento que proporcionó a Brandin Cooks al inicio del encuentro que terminara por marginar al receptor de New England, sino por lo que consiguió a lo largo del partido, particularmente cuando alienó en el uno a uno frente a Rob Gronkowski cuando salía de las costuras.

La línea defensiva no solamente mantuvo incómodo a Brady a lo largo del partido, sino que fue capaz de elevar la presión conforme avanzó la noche.

Pero, sobre todo, Philadelphia fue un equipo que se mostró agresivo. El entrenador en jefe Doug Pederson maquinó un plan de juego que le permitió a Philadelphia ejercer dominio sobre el marcador durante la mayor parte del juego, además de acelerar o frenar el ritmo a su antojo.

Las jugadas de opción carrera/pase a la ofensiva funcionaron virtualmente a lo largo de toda la noche, y Foles lució más como el preciso pasador que condujo a la victoria de Philadelphia sobre los Minnesota Vikings en el Juego de Campeonato de la NFC hace un par de semanas, que como aquel suplente oxidado que terminó la campaña regular generando toda clase de cuestionamientos. Agholor, Jeffery y Torrey Smith encontraron espacios entre una secundaria de New England por momentos lucía desorientada. Y el juego terrestre nunca dejó de atacar a las alas defensivas de los Pats.

Todos hicieron su parte para que Foles tuviera su momento, uno que culminó con la designación de Jugador Más Valioso.

De hecho, fue la lesión del titular Carson Wentz y el subsecuente ingreso de Foles a la alineación titular, lo que convirtió a los Eagles en los desfavorecidos eternos a lo largo de la postemporada, comenzando desde la Ronda Divisional donde enfrentaban a los campeones reinantes de la NFC, Atlanta Falcons.

“La gente cayó presa del pánico cuando Carson quedó lastimado”, señaló Ertz a la prensa. “Nick, teníamos toda la confianza del mundo en él. Es un humano fantástico, un jugador fantástico”.

Bajo las mismas circunstancias vencieron a los Minnesota Vikings en el Juego por el Campeonato de la NFC y a los Pats de Tom Brady en el Super Bowl.

“Han dudado de nosotros desde el primer día”, declaró enfático Ertz, responsable de la recepción del triunfo.

A los jugadores de Philly no solamente no les molestó la etiqueta de desfavorecidos, sino que la adoptaron como su temática de playoffs. Pese a culminar con la mejor marca de la Nacional y el primer puesto en la siembra, adoptaron la personalidad del “underdog” y se mimetizaron en el Rocky de la NFL, aquel pugilista que conquista el título del mundo contra todo pronóstico al derrotar, precisamente, al campeón reinante, Apollo Creed. No en vano, mientras seguía cayendo el confeti sobre el terreno de juego del U.S. Bank Stadium y los jugadores presumían sus playeras de campeón, se escuchaba por los altavoces “Gonna Fly Now”, canción conocida popularmente como ‘El tema de Rocky’.

Parece casi mandado a hacer el hecho de que Foles estuviera --como el propio Rocky del largometraje--ponderando el retiro antes de poder proclamarse campeón. El quarterback en el que muchos perdieron la fe lideró al equipo en el que muchos perdieron la fe a su punto más alto en casi seis décadas.

“Hemos querido esto por mucho tiempo, y soy bendecido por poder formar parte de ello”, declaró Foles sobre la importancia de obtener el título para Philadelphia al término del juego. “Tenemos a un gran grupo de tipos y estoy tan orgulloso de ser un Philadelphia Eagle”.

Ahora, aquel desfile de celebración que quedó pendiente en febrero del 2005 --y que Bill Belichick usara como motivación para que sus Patriots derrotaran a los Eagles en el Super Bowl XXXIX-- por fin se llevará a cabo en las calles de Philadelphia, y con toda seguridad, pasará muy cerca de la estatua de Rocky.