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Mina Kimes 6y

Las erróneas preconcepciones sobre el declive de ratings de la NFL

Si uno buscara desechar los rumores de la caída de la NFL, un buen sitio para comenzar podría haber sido el centro de Minneapolis el día previo al Super Bowl, donde miles de aficionados se amotinaron bajo una leve nevada para poder fotografiarse junta a esculturas de hielo con temática de fútbol americano y observar a grandes humanos que podrían o no haber sido jugadores de fútbol americano ("¿Es ese Von Miller?", preguntó en voz fuerte un hombre, sobre dos personas diferentes, ninguno de los cuales era Miller). Mientras que una encuesta no científica de las gorras flotando entre la multitud arrojó que la mayoría pertenecía a aficionados de los Minnesota Vikings, Philadelphia Eagles y New England Patriots, muchos de los visitantes al evento habían llegado simplemente porque eran aficionado a la NFL; no a un equipo o una ciudad, sino al producto mismo. La NFL es un nombre propio, pero también es un sustantivo común, un hobby tan universal en los Estados Unidos como salir a correr o leer (y enfrentémoslo, posiblemente es más popular que leer). La característica más dominante de la liga es su propio dominio.

Eso, hasta recientemente. Luego de descender un 8 por ciento en el 2016, los ratings de la NFL cayeron otro 9.7 por ciento durante la temporada regular del 2017, y luego siguieron cayendo en los playoffs, sufriendo clavados de doble dígito hasta la ronda de campeonato. El domingo pasado, los dioses del fútbol americano obsequiaron a la NFL con un perfecto Super Bowl, uno para morderse las uñas entre dos equipos de mercados mayores, y aun así los ratings cayeron un 7 por ciento a 103.4 millones (5 por ciento, si se cuentan los servicios de streaming oficiales). Vale la pena notar que la brecha entre la NFL y cualquier otro programa televisivo de hecho se amplió este año, motivo por el cual Fox Sports acaba de pagar 3.3 mil millones de dólares por cinco años de "Thursday Night Football", un alza considerable respecto al acuerdo previo. Pero como la liga ha, hasta hace poco, sido inmune a la maldición de ratings que aflige al resto de los medios, los nuevos problemas han invitado a un sinfín de columnas al respecto.

Todo fanático que conocí en el Super Bowl estaba al tanto del declive en los ratings de la NFL. "He escuchado un par de teorías diferentes", dijo Kurt, un farmacéutico de 32 años de edad que vive en Minneapolis. Kurt y su amigo, Taylor, estaban parados junto a una fila de personas esperando lanzarse a una alberca de bolas de hule espuma, intentando hacer atrapadas acrobáticas frente a una cámara. Ambos hombres llevaban botellas de Budweiser y cascos de papel del Super Bowl 52. "Mi suegro cree que mucho tiene que ver con hincarse para el himno nacional", dijo.

Taylor, de 29 años de edad, cree que la gente está ahora más ocupada que cuando ellos crecían. "Hay tanto que sucede, tantas cosas que puedes ver en un domingo".

Kurt, quien portaba un jersey de Aaron Rodgers, agregó que, mientras siguió prestando atención a los Green Bay Packers de su pueblo natal, su atención decayó un poco luego de que el mariscal de campo estelar se fracturara la clavícula en la Semana 6. "Si podía ver, grandioso, pero si no, no me llamaba el juego", explicó.

Le pregunté si todavía se consideran fanáticos al fútbol americano, y ellos asintieron rápidamente. "Amo a la NFL", dijo Taylor.

"Amo a la NFL", dijo Kurt.

Quizás lo más sorpresivo respecto al problema de los ratings de la NFL es que a tantas personas les importa. Los ratings televisivos han estado en caída libre por algún tiempo (más de eso en un momento) y la popularidad de la NFL ha descendido en el pasado, pero la actual baja ha recibido una atención fuera de proporción. Parte del interés proviene de interrogantes más amplias sobre la viabilidad del deporte y la inversión de los aficionados en la calidad del juego (una caída en ratings por, digamos, "The Voice", probablemente no generará un debate acalorado sobre el talento del cantante). Pero parte de la fascinación puede vincularse a dos nombres: Colin Kaepernick y Donald Trump.

Los ratings de la NFL comenzaron su actual descenso en el 2016, alrededor del tiempo en que Kaepernick --entonces quarterback para los San Francisco 49ers-- se hincó por primera vez durante el himno nacional para protestar la desigualdad racial en fuerzas policiacas. Cuando los ratings continuaron a la baja en el 2017 al tiempo que otros jugadores se unieron a su protesta, algunos notaron una correlación y declararon causación, un argumento que se calcificó cuando Trump comenzó a atacar a la liga (en septiembre, el presidente señaló que los ratings de la NFL ratings iban "muy a la baja", añadiendo, sin base alguna, que la gente solamente sintonizaba al inicio del partido para ver si el país "estaba siendo faltado al respeto"). Conforme progresó la campaña y la cobertura de las protestas disminuyó, el enfoque de Trump se movió a otro lado, pero siguió irritando a los jugadores, emitiendo un comunicado antes del Super Bowl que recalcaba la importancia de levantarse para el himno. otros políticos han seguido el ejemplo. Candidatos republicanos en estados como South Carolina, Georgia y Tennessee han atacado públicamente a la NFL, indicando creer que la postura resuena entre su base.

Es innegable que las protestas, que nunca tuvieron como objetivo antagonizar a la milicia, se han convertido en un punto de quiebra, exponiendo línea de fractura racial y política que han dividido desde hace tiempo a americanos con una afinidad compartido por la NFL. Pero es mucho menos claro que hayan de hecho alejado a grandes números de personas del deporte. La mayor parte de la evidencia que vincula el declive de popularidad de la liga a política es anecdótica: historias sobre familiares y amigos boicoteando los juegos, fotografías post apocalípticas mostrando estadios medio vacíos (si sacas los partidos de local para los recién llegados Los Angeles Rams y Los Angeles Chargers de la ecuación, compras directas de entradas para esta campaña se mantuvieron básicamente iguales) y encuestas indicando que la gente estaba molesta por las protestas y menos interesadas den la NFL este año.

De acuerdo a una encuesta de Gallup Poll, el porcentaje de americanos que catalogaron a la NFL su deporte favorito para seguir llegó a su punto más alto en el 2007 con un 43 por ciento, dos años antes de que el problema de conmociones de la liga sufriera una crisis de enorme magnitud, cuatro años antes de que Colin Kaepernick fuera reclutado, y siete años antes de que la liga tropezara con varios casos de violencia doméstica que se convirtieron en noticias nacionales.

"El problema con encuestas auto reportadas, es que la gente dice cualquier cosa", señaló Anthony Crupi, un reportero de AdAge que cubre a la industria de la televisión.

Tratar de descifrar lo que afecta a la NFL es un poco como usar a la internet para auto diagnosticarse de una terrible jaqueca: se pueden encontrar docenas de razones que pueden provocar grados variantes de pánico (¿tumor cerebral?), todas apoyadas en algún grado variable de evidencia. Por ejemplo, se puede apuntar que la misma Gallup Poll que muestra al porcentaje de personas que describen al fútbol americano como su deporte favorito en declive (está en un 37 por ciento ahora, todavía mucho más alto que cualquier otro deporte) también revela que el contingente de personas sin deporte favorito ha crecido siete puntos desde el inicio de la década. Se puede argumentar que el producto de la NFL estuvo por debajo del estándar esta campaña, citando el tiempo que se pasó debatiendo la regla de atrapadas (10,000 horas, más o menos) o, como resaltó Crupi, el adormecedor diferencial de 12.9 puntos en "Sunday Night Football". Podrías observar los datos de Nielsen detrás del declive en ratings, y se encontrará que, pese a que la teleaudiencia entre hombres y mujeres caucásicos mayores ha caído por un 8 por ciento, el declive entre jóvenes afroamericanos fue mucho más dramático, cayendo un 16 por ciento entre hombres y 20 por ciento en mujeres. Los aficionados caucásicos conformaron la mayor parte de la audiencia perdida porque conforman la mayor parte de las personas que siguen a la NFL, pero la cuota de aficionados no caucásicos que se alejaron del juego se triplicó este año.

¿Podría ser porque el demográfico sigue menos televisión tradicional? ¿O abandonaron a la liga porque creyeron que los propietarios brindaron un trato injusto a Kaepernick? Es una pregunta complicada y una que ha recibido mínima atención en comparación a la montaña de comentarios que se hicieron respecto a fanáticos y políticos que se oponen a las protestas.

Mike Mulvihill, vicepresidente ejecutivo de investigación, operaciones de la liga y estrategia en Fox Sports, ofreció dos motivos para el declive. Uno es específico a la temporada que recién culminó. Como se ha repetido ad infinitum, un número inusualmente grande de estelares quedaron marginados por lesión --o, en el caso del corredor de los Dallas Cowboys, Ezekiel Elliott, por suspensión-- en el pasado año. La ausencia de Elliott, Rodgers y el receptor abierto de los New York Giants, Odell Beckham Jr., afectó el desempeñó de tres de los equipos más populares de la NFL, indicó Mulvihill. "Cuando pierdes las marcas más populares, los televidentes menos asiduos y aficionados casuales se van en su totalidad". Apunta que Green Bay, Dallas y los Pittsburgh Steelers --otra afición masiva-- pasaron de participar en siete partidos de playoffs la temporada pasada a solamente uno en el 2018 (los Steelers cayeron en la Ronda Divisional).

Mulvihill también apunta que la caída en ratings de la liga se debe al crecimiento en consumo noticioso. Al ser linear, o tradicional, la televisión sufre a lo ancho de todos sus contenidos, al tiempo que la teleaudiencia de noticias por sistemas de cable se ha elevado un 67 por ciento a lo largo de los últimos tres años, dijo. Expertos en la industria esperaban que esos programas perdieran su atractivo después de la elección, pero la presidencia de Trump ha estado tan repleta de eventos que los ratings siguen a la alza, alejando a los televidentes de dramas, programas de reality television y, según él, deportes. "Nos encontramos en un momento único de la historia", dijo Mulvihill. "Existe un tema con el himno, que yo siento es realmente menor. Luego está un tema mayor por la distracción creada en la Casa Blanca". En otras palabras, el presidente está ganando una batalla con la NFL, simplemente no es la que está peleando vía Twitter.

Aunque algunos aficionados de hueso colorado a la NFL soportaron temperaturas de un dígito Farenheit en el centro de Minneapolis, otros optaron por el ambiente con clima controlado y aroma a Cinnabon del Mall of America, desde donde trabajaron decenas de miembros de los medios. Los aficionados pelearon posiciones afuera de Radio Row, un área separada donde mesas plegables estaban formadas lado a lado al estilo de una feria de la ciencia escolar. Cuando sea que un jugador entraba o salía del espacio, espectadores gritaban su nombre como fotógrafos de TMZ, esperando realizar un contacto visual incidental. En algún punto, Von Miller de hecho estuvo allí.

Al otro lado de un andador, en una de las varias áreas de comida rápida del centro comercial, un par de jóvenes se sentó en una esquina a comer hamburguesas del Steak Escape, mirando la acción. P.J. y Melvin, ambos de 21 años de edad, se describieron como fanáticos de la NFL. "Usualmente miro todos los partidos, o al menos intento hacerlo", dijo P.J., un operador de maquinaria que vive en Minneapolis.

Melvin, un ex jugador de fútbol americano de preparatoria, dijo que sigue partidos, pero su atención varía. "Probablemente me pierdo el tercer cuarto. Es usualmente lo que sucede", aceptó. "Estoy en mi teléfono. Usualmente no me siento a ver la TV".

La caída de ratings televisivos para la NFL este año quedó sincronizada casi a la perfección con el resto de la televisión de horario estelar, que cayó un 9 por ciento respecto al año pasado. Se trata de un fenómeno nuevo; aunque algunos otros programas han sufrido un descenso significativo por algún tiempo, los deportes, junto con otra programación en vivo, se habían resistido al hundimiento. Aparte de la NBA, que presume una teleaudiencia menor pero también un número alto de estelares y ha hecho un mejor trabajo de navegar las redes sociales, otros deportes en vivo incluyendo el béisbol, hockey y fútbol americano colegial, han perdido televidentes. Entregas de premios, que obedecen a una dinámica similar, también han fallado: Los Oscars comenzaron a sufrir hace tres años, y la teleaudiencia de los Grammys disminuyó en un 24 por ciento.

Una pequeña pero no insignificante porción de aficionados a la NFL ha abandonado la nave en favor de Red Zone (la liga no publica los ratings para el Red Zone, pero se estima que el servicio atrae aproximadamente a un millón de televidentes cada domingo). Otros siguen los partidos a través de sitios web no autorizados. Pero la teleaudiencia cae de un modo que sugiere que la NFL simplemente no está siendo reemplazada. Los números de ratings de Nielsen se basan en una fórmula que considera no solamente cuánta gente de fútbol americano está observando (que es referido como "frecuencia") pero también cuánta gente ve cualquier cantidad de fútbol americano en total ("alcance"). Aunque la primera cifra cayó un 13 por ciento a lo largo de los dos últimos años, la audiencia de la NFL, o su alcance, ha caído en apenas un 3 por ciento desde el 2015. "Todo se centra alrededor de un número comparable de personas sintonizando con menor frecuencia", explicó Mulvihill.

Para la liga, esta revelación ofrece alguna especie de indulto existencial. ¡A la gente le sigue gustando la NFL! Y aun así, a nadie le gusta tanto como le gustaba antes. O, mejor dicho, todavía disfrutamos los programas de televisión y álbumes y películas, pero ya no comandan nuestra atención total. Como tenemos tanto entretenimiento al alcance de nuestras manos en cualquier momento dado, podemos dejar de sintonizar en el tercer periodo de un tedioso partido entre los Patriots y Tennessee Titans, y recurrir a Netflix o Snapchat o Twitter, aplicaciones que no solamente proveen una fuente inagotable de contenido y drama, pero que también aportan los resúmenes y memes que logran suplantar el juego en vivo. La liga ya debe convencer a los televidentes a seguir partidos que duran más de tres horas en múltiples días a la semana; incluso si bajan la duración y frecuencia de la competencia, el consumo se seguirá erosionando. "La gente joven ha desaparecido por completo; todas las personas de entre 12 y 34 se ha ido", confesó Crupi. "Y no van a volver".

¿Significa eso que los ratings seguirán empeorando y la NFL está perdida y todos estamos destinados a encerrarnos en cápsulas de privación sensorial mientras nuestros bien parecidos avatars flotan alrededor de la matrix? No exactamente. Para comenzar, la posición financiera de la liga, al menos en el futuro cercano, está muy bien. Los ratings de fútbol americano podrían ir a la baja, pero todo va a la baja, y nada más se acerca a la NFL. La liga presentó 37 de los 50 programas más vistos del año pasado, y el Super Bowl LII atrajo 617 por ciento más teleaudiencia del que el mejor programa de horario estelar, un crecimiento respecto al 363 por ciento del 2010. Para los anunciantes, la NFL sigue siendo lo más atractivo por mucho. En la tierra de los ciegos, el tuerto de los ratings es quien manda.

Entre el caos, la liga probablemente se apoderará de un mayor terreno y demandará más dinero por él. Las métricas tradicionales se seguirán debilitando, pero nuevos vehículos de conexión saldrán a la luz. La gente que juega al fútbol americano de fantasía --que está en su apogeo-- no se irán a ningún sitio. Los apostadores en Nevada jugaron un récord de 158.6 millones de dólares en el Super Bowl, y legalizar las apuestas solamente generará más interés en el deporte. A largo plazo, el producto va a evolucionar. Pero mientras tanto, conforme la alguna vez inexorable marcha de la liga llegue a un alto, su declive tendrá un efecto Rashomon. El fútbol americano profesional sigue siendo el deporte más importante de todos, lo que significa que tiene el mayor blanco a sus espaldas, y toda nota que se escriba sobre ratings a la baja ofrecerá un nuevo gancho sobre el cual las personas pueden colgar sus convicciones.

La NFL ha muerto. Larga vida a la NFL.

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