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Joe Namath detalla batalla contra el alcohol en autobiografía

Joe Namath detalló aspectos de su vida fuera de los emparrillados en un libro presentado este martes. Getty Images

Brindando un raro vistazo a su legendaria vida Joe Namath revela en un nuevo libro que casi bebe hasta matarse en los días posteriores a su carrera como jugador.

El ex estelar de los New York Jets dijo que bebía excesivamente porque una voz en su cabeza le ordenaba que lo hiciera. Para combatir esa urgencia, a Namath se le ocurrió un nombre para esa: Slick.

"De vez en cuando, Slick murmura, pero tener un nombre para ello me hace escucharlo de manera diferente. Y en términos de salud, probablemente estaría muerto ahora, de no haber dejado de beber", escribió Namath en el libro titulado, "All the Way: My Life in Four Quarters".

Pocos atletas a lo largo de la última mitad de siglo han ganado tanta atención como Namath, un extravagante quarterback que se convirtió en ícono cultural. Nunca ha temido a los reflectores, pero no ha compartido demasiado en medios impresos. El libro, presentado este martes, es su primera autobiografía en 50 años, de acuerdo a su publicista.

Recuenta detalles vívidos de la histórica victoria de los Jets sobre los Baltimore Colts en el Super Bowl III, la cual fue famosamente garantizada por Namath. Teje la historia de su vida, aportando anécdotas sobre su vida fuera del fútbol americano, su imagen como conquistador, su preocupación por el trauma cerebral después del fútbol americano y su batalla en contra del alcohol.

Namath, de 75 años de edad, recuerda una infame entrevista en las laterales durante el 2003 con Suzy Kolber de ESPN, cuando dijo a la reportera que deseaba besarla. En el libro, describe ese momento como uno de inflexión en su vida.

"Lo vi como una bendición disfrazada", señala Namath, quien admitió haber estado ebrio durante la entrevista. "Había avergonzado a mis amigos y familia, y no podía escapar de ese sentimiento. No he tomado un trago desde entonces.

"Esa vergüenza es donde encontré mi fuerza para lidiar con la adicción. Con la ayuda de mi recuperación, aprendí que había usado mi divorcio como excusa para volver a beber. Ese conocimiento me hizo más fuerte como individuo".

A solicitud de su entonces esposa, Deborah, Namath dice que vio a un psicólogo en Brentwood, California, por su problema con la bebida. Pero luego de cada sesión, dice que se paraba en la licorería y compraba una botella de vodka.

"pensé que podía salirme con la mía, pero ella podía olerlo", dice.

Se divorciaron en el 2000, lo que exacerbó el problema, según Namath.

"La bebida es algo que me pateó el trasero por mucho tiempo", dice en el libro. "Creo que cualquiera de nosotros puede ser obligado a caer de rodillas ya sea de un dolor físico o emocional. A lo largo de los años, aprendí cuán frágiles podemos ser los humanos. Emocionalmente, lo usaba como excusa para empezar a beber de nuevo... tomaba todo el día, en ocasiones".

Namath fue un legendario conquistador en sus días, frecuentando clubes en Manhattan. Aunque no revela demasiado en el libro respecto a nombres, deja entrever ciertas cosas respecto a sus hábitos nocturnos. Dice que típicamente se quedaba afuera hasta las 3 a.m. en los días entre semana durante la campaña, agradecido que el coach Weeb Ewbank celebraba prácticas tardías.

"Estaba en el inicio de mis 20s cuando llegó esta fama, viviendo en una de las ciudades más sexy del mundo", dijo. "Así que fue natural para mí voltear a eso y no alejarme. Disfrutaba la compañía de damas y, hombre, había muchos lugares para solteros".

Namath, enaltecido al Salón de la Fama en 1985, también toca el tema de las conmociones, señalando que sufrió "al menos un puñado", durante su carrera.

Dijo que se preocupó sobre su propia salud al atestiguar el "descorazonador" declive de su ex compañero con los Jets, Dave Herman, quien lidia con problemas de trauma cerebral. Eso, combinado con los suicidios de los ex jugadores de la NFL, Dave Duerson y Junior Seau, llevaron a Namath a someterse a una terapia de oxígeno hiperbárico en el Jupiter Medical Center de Florida.

"No sé dónde estaría ahora sin esos tratamientos, porque no existe ninguna duda acerca de la mejoría", dice.