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Las lecciones de Bill Parcells siguen vigentes en la postemporada

Empiezo esta nota con una advertencia. En algunas ocasiones, lectores y televidentes me han reportado "quejas" de que constantemente hago alusión a experiencias o relatos de mis años con Bill Parcells. En realidad nunca he entendido esa inconformidad, dado que Parcells es reconocido como uno de los grandes entrenadores y directivos en la historia del fútbol americano. Tuve la oportunidad de trabajar con él cinco años y hoy en día tenemos una buena relación.

Advertidos entonces, esta nota contendrá varios de los principios de Bill Parcells aplicados a la postemporada.

Durante los playoffs, es común que una jugada represente el "parteaguas" del partido. Son aquellas que cambian el rumbo de un partido a favor de un equipo. Seguido representan un cambio en el ímpetu del encuentro, en donde un equipo que dominaba se encuentra repentinamente en una situación precaria. Puede ser una jugada que le da vida a un equipo que se había visto en desventaja, pero que a partir de ese momento empieza a dominar. La lógica no basta para explicar este tipo de cambios. Suceden y cuando se dan es complicado revertir el rumbo.

Eso lo vimos en los cuatros partidos de la ronda de playoffs. Lo que me lleva al "Parcellismo" que define esta nota:

"No te relajas en NINGUNA jugada, porque no sabes cuál, ni en qué momento pueda cambiar el partido".

En el primer encuentro de este fin de semana, disputado entre los Kansas City Chiefs y Houston Texans, esa jugada se dio al regresar Knile Davis de los Chiefs la patada inicial 106 yardas para touchdown. En ese momento el estadio estaba encendido. El clamor de los fans de los Texans era ensordecedor para cambiar en cuestión de segundos a un silencio sepulcral. En ese momento terminó prácticamente el encuentro.

Cuando Brian Hoyer abrió en su primera serie, se notaba presionado, impreciso y fuera de control. La primera serie ofensiva fue de tres jugadas y un despeje, y tristemente fue de lo mejor que tuvo Houston a la ofensiva. Cuatro de las siguientes cinco series culminaron en entregas de balón, incluyendo una intercepción desde la yarda 3.

Sorprendentemente, el entrenador en jefe Bill O'Brien decidió quedarse con Hoyer. Otro "Parcellismo" es "A un entrenador le pagan por tomar decisiones". O'Brien cambió el rumbo del equipo gracias a decisiones difíciles y acertadas que tomó después de la semana de descanso. El sábado tomó la decisión de quedarse con Hoyer a lo largo del partido en lugar de probar suerte con Brandon Weeden. Hoyer respondió a esa confianza con dos entregas más en el segundo tiempo y borrando cualquier duda que él pueda ser el quarterback del futuro del equipo.

El clásico divisional entre los Pittsburgh Steelers y Cincinnati Bengals resultó como se pronosticaba: un juego intenso y duro. Esas son dos de las características de los duelos divisionales, pero una cosa es la intensidad y otra es la marrullería. Y vaya que hubo marrullerías de ambas partes. Hubo castigos personales a lo largo del partido, pero el primer golpe peligroso, a pesar de que no ameritó pañuelo amarillo, se lo propinó Ryan Shazier a Gio Bernard. Mike Pereira, ex vicepresidente de oficiales de la NFL, indicó que en su opinión no era castigo. Consulté directamente con la oficina de la NFL y me dijeron que en ese golpe era discreción de los árbitros marcar o no el castigo. Consultando el libro de reglas encontré la Regla 12, Artículo 6, inciso "i" que dice: "There shall be no unnecessary roughness. This shall include, but will not be limited to: using any part of a player's helmet (including the top/crown and forehead/"hairline" parts) or facemask to butt, spear, or ram an opponent violently or unnecessarily", (No habrá rudeza innecesaria. Esto incluirá, pero no se limitará al uso de cualquier parte del casco del jugador, incluyendo la corona, la testa, o la careta, para embestir un oponente violentamente o innecesariamente). El golpe de Shazier fue con la corona del casco usando el mismo como arma.

Pero esa no fue la jugada "parteaguas" del partido. Esa le corresponde a Vontaze Burfict cuando capturó a Ben Roethlisberger y lo lastimó del hombro. Antes de ese momento, Pittsburgh ganaba 15-0 y tenía completo control del partido. Sin 'Big Ben', Cincinnati se creció y pudo remontar el marcador. Ben pudo regresar a tratar de salvar el partido en la última serie ofensiva, pero estaba notablemente disminuido. Tuvo la oportunidad gracias a un balón suelto de Jeremy Hill cuando los Bengals, ganando 16-15, buscaban congelar el encuentro.

Este es el momento para el siguiente "Parcellismo", "Jueguen con intensidad, pero con aplomo". Cincinnati, en particular Burfict y Adam Jones, perdieron el aplomo. En la novena jugada de la última serie ofensiva, faltaban sólo 22 segundos en el reloj cuando Burfict, que hasta el momento era el héroe del partido, le propinó un golpe intencional al casco de Antonio Brown recibiendo un castigo por falta personal. Momentos después, Adam Jones empujó a un árbitro al tratar de ir a discutir con Joey Porter quien había ingresado al terreno de juego incurriendo otro castigo personal. Las 30 yardas totales pusieron a Pittsburgh en posición de patear el gol de campo de la victoria.

Jugar con aplomo; no todos lo pueden hacer. El golpe de Burfict era innecesario porque el pase había volado a Brown. Jones, de haber tenido aplomo y haber sido inteligente, que obviamente es mucho pedir, pudo haberle indicado a Marvin Lewis que la incursión de Porter era ilegal en lugar de ponerse a los dimes y diretes con él. De reclamar Lewis, habría una probabilidad muy alta de que Porter recibiese su propio castigo personal recuperando así las yardas cedidas por el golpe de Burfict. Dicen que "El que a hierro mata a hierro muere". Lewis gusta de contratar a jugadores talentosos, pero problemáticos, como Burfict y Jones. Ese tipo de jugadores revierten a su esencia en los momentos críticos de los partidos.

Un aspecto positivo para Cincinnati fue el desempeño de AJ McCarron durante y después del partido. Tuvo dificultades a lo largo del encuentro en una situación de alta presión y con un clima deplorable, pero como lo hacen los grandes, lanzó el pase de touchdown que le debería de haber dado la victoria a su equipo. Al final, cuando miembros de los medios buscaban que asignara la culpa a sus compañeros, McCarron fue parco, breve y habló con la madurez de un veterano de 15 años de experiencia. De haber culpado a alguien, habría perdido el respeto del vestidor y su calidad de líder. Ahora, sus compañeros saben que de faltar Andy Dalton otra vez, tienen a un jugador que los puede sacar adelante.

Regresando al tema de las jugadas "parteaguas", en el partido entre los Seattle Seahawks y Minnesota Vikings, esta se dio en el último cuarto gracias a la genialidad de Russell Wilson. Con Wilson en la posición escopeta, Patrick Lewis centró el balón por encima de Wilson quien reaccionó, lo recuperó y encontró a Tyler Lockett desmarcado quien llevó el balón hasta la yarda 4. Dos jugadas más tarde, Wilson conectó con Doug Baldwin para anotar sus primeros puntos del partido. Hasta ese momento, la ofensiva de Seattle había sido inefectiva. Minnesota ganaba 9-0, con una defensiva que jugaba inspirada. A partir de ese momento, los Seahawks repuntaron y fueron otro equipo. Forzaron un balón suelto de Adrian Peterson y anotaron un gol de campo en la siguiente serie ofensiva. Sin la jugada de Wilson, dudo que el final que tuvimos hubiera ocurrido.

Los Vikings mostraron un callo profesional poco común en equipos jóvenes con un entrenador en jefe apenas en su segundo año. Estuvieron en posición de ganar el partido con un gol de campo de 27 yardas. Blair Walsh lo falló. Recibí muchos mensajes preguntando si el hecho de que las costuras del balón estuvieran de frente influyó en el resultado. Otros "expertos" mencionaron que había apresurado su acercamiento. Ninguna de las dos razones en realidad aplica. En el tercer cuarto Walsh conectó de 43 yardas pegándole directamente a las costuras del balón. Tomé el tiempo de sus cuatro intentos y fueron 1:25, 1:37, 1:37 y 1:25. Los cuatro dentro de lo normal que es entre 1:25 y 1:40. Posiblemente su ángulo de acercamiento fue un poco más agudo en el último gol de campo que en los primeros tres, pero la razón es que le llegó la presión. Es imposible simular este tipo de situaciones durante las prácticas. Algunos jugadores responden a la presión, otros no. Lo que nos lleva a otro "Parcellismo": "Haz tu trabajo". Ni Walsh, ni Peterson, hicieron su trabajo en el último cuarto del partido y le costó al equipo.

El último juego de la ronda de comodines se perfilaba para un paliza de los Washington Redskins a los Green Bay Packers. Aaron Rodgers estaba fuera de ritmo. Abrió completando sólo un pase en ocho intentos para sólo 11 yardas. Había sufrido un safety. Kirk Cousins parecía estar en su día y la ofensiva de Washington movía el balón sin dificultad, hasta que DeSean Jackson se arrugó a la hora de la verdad. Era la sexta jugada de la segunda serie ofensiva de los Redskins. Jackson recibió el pase de Cousins en una trayectoria por el centro y buscó la esquina de la zona de anotación. Ha Ha Clinton-Dix cerró el espacio y Jackson, en lugar de lanzarse hacia el pilón, corrió colocó el balón en su brazo externo, como debe de ser para evitar un balón suelto, pero nunca entró a las diagonales. El resultado fue un primero intento en la yarda 1. Washington perdió 1 yarda en las dos siguientes jugadas y 5 en un castigo por retraso de juego de Cousins. Lograron el gol de campo, pero la labor de la defensiva inspiró a los Packers. Washington desaprovechó el momento de tomar el control total de la situación. Poco después, a pesar de perder 0-11, Green Bay empezó a entrar en ritmo y a adueñarse de la situación.

Finalmente, vimos este fin de semana, la importancia de tener a un mariscal de campo estelar. Los pasadores de los equipos visitantes habían sido titulares 37 veces en postemporada, los de los equipos locales ninguna. Vaya que esa falta de experiencia pesó. Para la ronda divisional, mi semana favorita en la temporada de la NFL, tendremos a cuatro quarterbacks que fueron primeras selecciones globales en sus respectivos drafts: Peyton Manning, Carson Palmer, Alex Smith y Cam Newton; y a cinco pasadores que han sido campeones del Super Bowl: Manning, Tom Brady, Ben Roethlisberger, Aaron Rodgers y Russell Wilson.

Todos los participantes están conscientes, en particular Manning, del último “Parcellismo” de esta nota: “No desaprovechen esta oportunidad. No asuman que porque están ahora en los Playoffs van a regresar otra vez”.