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Siempre son el fusible

Zielinski, el hombre record, lleva varias temporadas en Belgrano FotoBaires

BUENOS AIRES -- El torneo de 30 equipos dejó cosas positivas y negativas, pero una verdad irrefutable: el largo plazo no garantiza, en absoluto, la continuidad de los entrenadores. Ellos fueron, y serán, los fusibles cuando los resultados no acompañen.

Una de las supuestas virtudes que en la previa iba a tener el nuevo formato era la tranquilidad de los técnicos a la hora de trabajar. Claro, los campeonatos cortos ayudaban a apurar los plazos y a hacer más grande la impaciencia.

Sin dudas, un mal arranque dejaba a los equipos casi sin chances de pelear el título. Sin embargo, esta primera temporada del torneo largo dejó un saldo negativo en cuanto a la continuidad de los ciclos: de 30 equipos, 14 terminaron con la renuncia del entrenador. Un número importante, si se tiene en cuenta que sólo hubo dos descensos y 10 equipos llegaron desde la B Nacional, haciendo en esta temporada la primera experiencia en Primera tras muchos años.

A los pocos meses la teoría de que el torneo largo era sinónimo de continuidad de los DTs quedó descartada. Jugadas 10 jornadas, ya habían renunciado siete entrenadores, y con el correr de las fechas el número se fue incrementando. Lógicamente, el segundo tramo del torneo siempre resulta el más sensible: el desgaste y las presiones son mayores cuando comienza la etapa de definiciones.

De los grandes, salvo Independiente, donde Jorge Almirón le cedió su lugar a Mauricio Pellegrino, Boca, River, Racing y San Lorenzo mantuvieron a sus entrenadores. Los Millonarios, campeones de la Libertadores con Gallardo, la Academia, último campeón del torneo local, y el Ciclón, ganador de la Libertadores 2014 y de buen torneo con Bauza, no pasaron sobresaltos.

Los Xeneizes, en cambio, tras la eliminación copera ante River, vivieron momentos delicados, pero Rodolfo Arruabarrena pudo superar con personalidad los obstáculos y resistir, hasta llegar a fin de año con la conquista de dos coronas.

Los Barros Schelotto en Lanús, Pedro Troglio en Gimnasia, Gustavo Alfaro en Tigre y Ricardo Zielinski en Belgrano tampoco vieron sus puestos en peligro: los cuatro venían con crédito y muy buenos antecedentes en sus campañas anteriores.

También, por llegar desde la B Nacional y alejarse rápidamente de la zona de descensos, se ganaron el derecho a seguir Fernando Quiroz en Aldosivi, Sergio Lippi en Sarmiento, Ricardo Rezza en Temperley, Leo Madelón en Unión, Néstor Gorosito en Argentinos Juniors y Carlos Mayor en San Martín de San Juan.

Miguel Angel Russo, de mala campaña con Vélez producto de la gran cantidad de jugadores que se fue a lo largo del certamen, resistió hasta la última fecha pese a los cuestionamientos. En la vereda opuesta se encuentra el Chacho Coudet, de enorme temporada con Rosario Central.

La lista de renuncias comenzó con Reinaldo Merlo en Colón, jugadas apenas tres fechas, y siguió con Omar Labruna en Chicago, Roberto Sensini en Rafaela, Walter Perazzo en Olimpo, Gabriel Heinze en Godoy Cruz, Néstor Apuzzo en Huracán, Mauricio Pellegrino en Estudiantes, Matías Almeyda en Banfield, Américo Gallego en Newell’s, Gabriel Schurrer en Crucero del Norte, Martín Palermo en Arsenal, Julio César Falcioni en Quilmes y Darío Franco en Defensa.

En algunos casos se vivieron situaciones curiosas: en Chicago, tras la renuncia de Labruna asumió Alejandro Nania, quien duró un par de fechas y también se fue (lo reemplazó Forestello); lo mismo ocurrió en Defensa con el Turu Flores, quien tras un breve paso le cedió su lugar a Ariel Holan.

Algo está claro: el fútbol argentino no deja mucho margen para el error y no admite equivocaciones. Quedó demostrado que ya no importa si el torneo es corto, mediano o largo. No hay proyecto que valga. Lo único que importa es ganar.