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La oportunidad de olvidar

BUENOS AIRES -- “Que el domingo cueste lo que cueste…” El cantito bajó de las tribunas en casi todos los estadios durante el fin de semana. Claro, la próxima fecha llegará ese plus diseñado en el torneo transicional de la AFA para mitigar una programación tirando a delirante: los clásicos.

Como los bises de los cantantes populares, la fecha (doble) con los partidos más tradicionales es un suplemento de entusiasmo y temperatura en el show. Pero, por sobre todo, les permite a los equipos grandes un compás de espera, un paréntesis a sus campañas deslucidas y la posibilidad de una compensación.

Se sabe que un triunfo en el clásico provee una buena dosis de la felicidad semestral. Si bien hay equipos más necesitados que se arremangan para exprimir la oportunidad al máximo (Newell’s, casi en las antípodas de su enemigo histórico), lo cierto es que a los clubes más importantes esta fecha de fantasía les viene como anillo al dedo.

La honrosa excepción es San Lorenzo. Se acomodó en el techo de la tabla y no depende de ganarle a Huracán para arrancarle una sonrisa a su gente. Claro que, a diferencia de otras potencias, está más obligado a protagonizar el torneo doméstico ya que lo eyectaron en forma precoz de la Copa Libertadores.

Tanto Boca como River han depuesto su interés en el campeonato de transición. El equipo de Barros Schelotto quedó a once puntos del líder Lanús, de formidable campaña. Y, en la otra zona, los de Gallardo ostentan un discretísimo noveno puesto. Pero nadie hablará de esto durante la semana que comienza.

Nadie recordará tampoco las cuantiosas inversiones realizadas por ambos para que instituciones mucho más austeras, como Lanús, Estudiantes, Godoy Cruz y Arsenal sean las que libran la pulseada por llevarse el título. Tampoco se dirá demasiado de los compromisos de Copa. Boca avanzó a la siguiente fase y juega para quedar primero en el grupo. River recibe a un rival al que le hizo cuatro en Venezuela. No disparan demasiada adrenalina estos compromisos.

El Superclásico demandará toda la atención, a pesar del pobre antecedente inmediato (0 a 0, en el Monumental, en el primer cruce de clásicos, ayer nomás). Y los dos entrenadores dispondrán su artillería más selecta para quedarse con tres puntos que garantizan serenidad durante un buen tiempo.

A Racing también le conviene la vigilia del clásico con Independiente. Se comentará menos la derrota inesperada con Boca, el magro empate con Argentinos Juniors y la campaña insulsa (un cómodo séptimo puesto). En el medio, el equipo de Facundo Sava tiene una excursión a Bolivia por la Copa Libertadores. De su suerte en las alturas del país vecino dependerá la urgencia con la que afronte el clásico. Hasta con una derrota por un gol seguirá viaje en la Copa, de modo que el compromiso es asequible.

Independiente, por su parte, ni siquiera tiene la zanahoria de la Libertadores. Viene de levantar cabeza en el triunfo ante el blando Vélez, oportunidad en la que también salió fortalecido el entrenador Mauricio Pellegrino, responsable de algún cambio no del todo simpático ni políticamente correcto. De trayectoria inestable, Independiente por lo menos merodea la cima de la tabla. Posición aún insuficiente para las exigencias de su público.

Lejos de estas expectativas de corto plazo, los equipos chicos citados más arriba piensan en otra escala. En logros mayores, en dejar un registro en la historia. Este torneo está invirtiendo los roles habituales.