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Con el sello de Almirón

Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- Lanús es sin dudas la gran revelación del torneo argentino. No importa lo que pase en la final contra San Lorenzo: gane o pierda, el Granate terminará este semestre con saldo más que positivo.

Y mucho tiene que ver con este presente Jorge Almirón, el entrenador que llegó para reemplazar nada menos que a Guillermo Barros Schelotto. El ex DT de Independiente, que venía cuestionado en el Rojo por el rendimiento del equipo, potenció todo lo bueno que dejó el Mellizo.

En 2013, Guillermo ganó la Copa Sudamericana y logró que Lanús, más allá de algunos altibajos, se mantuviera siempre en la pelea en los torneos locales.

Almirón mantuvo la base que venía trabajando con Barros Schelotto, incorporó jugadores que terminaron siendo clave y logró darle al equipo la solidez y la efectividad que le estaba haciendo falta.

José Sand, Pablo Mouche, Iván Marcone y José Luis Gómez se sumaron esta temporada y terminaron siendo clave: Sand, por caso, es el goleador del torneo.

Poco se esperaba de él a los 35 años y varias experiencias frustrantes, pero el Pepe volvió a ser el goleador implacable del Lanús se consagró campeón, allá por 2007.

Mouche es titular indiscutido, Marcone se ganó un lugar en le mediocampo y Gómez sorprendió a todos por la solidez que mostró en el lateral derecho.

Ellos se sumaron a la base formada por Fernando Monetti, Diego Braghieri, Gustavo Gómez, Maxi Velázquez, Román Martínez y Lautaro Acosta. Ni hablar de Miguel Almirón, quien es una de las grandes figuras del equipo: llegó con Guillermo, pero explotó con el actual entrenador.

En cuanto al sistema táctico, el Lanús de Almirón no se diferencia tanto del de Guillermo: los dos apuestan a la búsqueda del arco rival, con un 4-4-3 definido.

Lo cierto es que Almirón encontró una buena base de jugadores, un plantel armado, pero acomodó lo que consideró necesario y en poco tiempo consiguió un equipo sólido, ofensivo, solidario y con una idea clara de juego.

Los números no dejan dudas: ganó su zona casi sin despeinarse, marcando una gran diferencia sobre el resto. Ahora, le queda dar el toque final.