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River Plate, un retorno

BUENOS AIRES -- Ayer pasé por el Monumental. El estadio estaba cerrado. Pero recordé que tenía un amigo que trabaja en el sector de seguridad. Un tipo que lee y escribe en silencio desde hace mas de veinte años. Desde la época en que jugaba Buonnanote que no volvía a pisar el césped del Monumental, la última vez también lo pisé gracias a mi amigo, Oscar.

Pisar el césped de uno de los mejores estadios del Mundo, casi un mito del fútbol mundial es una experiencia única. Ayer llovía torrencialmente, bajé de mi Volks y toqué el portón del estadio. Apareció mi amigo, como siempre, de corbata, traje negro, elegante y cada día más joven. No entiendo cómo es posible que exista gente a la cual no le hace nada el paso del tiempo.

Yo ya estoy tan viejo! Entrando con todo en la senda en picada de la edad mayor... En fin, así son las cosas.

- Cucu, maestro! ¿Qué haces por acá debajo del agua? - Dando una vuelta, le dije. Pasaba por acá, me acordé de vos y bajé a saludarte. - ¡Qué lindo Volks que te compraste! - Sí, lo gané en un sorteo de compras de un supermercado. - Vení, pasá, vamos a caminar un poco por el estadio vacío...

Llovía, pero me pareció una idea genial. Caminar por una cancha de fútbol bajo la lluvia y si ese estadio es el Monumental, es todo un milagro. Recordé de Norberto Alonso, a Morete, al incansable Morresi, a Francescoli y a tantos ídolos del club.

-¿Qué pensás de este momento de River?

- Sin exagerar, Cucu, te digo que es un momento muy esperanzador, donde el equipo se está formando de nuevo y tiene muchas expectativas de crecer y volver a los primeros planos. Pero mejor caminemos, disfrutemos, miremos las tribunas vacías.

Mi amigo me dijo que vivió los momentos mas gloriosos del club, pero siempre necesitaba caminar solo por la cancha vacía. Me contó que ese era el único motivo por el cual seguía trabajando de seguridad. Me contó que ese trabajo le daba esa ventaja, caminar por la cancha de sus amores, solo, bajo la lluvia, sin que nadie lo moleste.

- Es como un ritual. En eso se ha convertido con los años, Cucu.

- Me imagino, escuchar la paz y la fuerza escondida del estadio. Como si toda la historia estuviera contenida en ese silencio de tribunas...

- Además, recordar cada gol, correr por el área vacía, mirar las tribunas desde los lugares más insólitos del estadio, es un placer Cucu. Hasta llegué a ponerme cabeza abajo y ver todo al revés.

Llovía, pero la energía del estadio era única. Nunca viví una sensación así. Uno de los grandes momentos en la vida de un hombre es reflexionar sobre la vida en un estadio vacío. Debería ser un gran ejercicio cultural y una apertura para todos los hinchas.

Volví a mi Volks todo mojado. Me despedí de mi amigo. Manejé varias horas hasta casa. Pero la energía del estadio todavía vivía en mí. Eso es lo maravilloso del fútbol, capaz de cambiar tu interior sin que te des cuenta.