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Neymar, el artista que pintó una brillante noche azulgrana

BARCELONA -- Cuando todo acababa, cuando los ánimos del Camp Nou eran ya más de agradecimiento que de pasión, emergió nuevamente Neymar. El hombre del partido, el jugador que provocó el penalti al inicio del segundo tiempo después de multiplicarse a todos los niveles, debía dar un paso más. Y lo dio. Inconmensurable.

Esperando a Messi, cuya trascendencia en el partido quedó, por una noche, por debajo de lo esperado, emergió la figura de Neymar, que pareció llevar la camiseta de Brasil para convertirse en el santo y seña de un equipo entregado a su magia. Y que fue quien decidió que la eliminatoria debía ser azulgrana. Por merecimiento, por insistencia. Por todo.

Primero provocó una falta y la clavó. Minuto 88. Después lanzó el penalti del 5-1. Minuto 91. Y para acabar, regaló una asistencia magnífica a Sergi Roberto que dio paso a la locura desenfrenada en el minuto 95. Lo dijo Luis Suárez en la víspera: el partido dura unos 95 minutos y se debe mantener la fe hasta el último suspiro.

Como lo repitió Luis Enrique y lo tomó al pie de la letra todo el barcelonismo, comenzando por un equipo entregado a esa misión impensable y que de manera heroica y se diría que imposible de imaginar consumó lo nunca visto.

El Barça entró al partido con más corazón que futbol y el PSG con más miedo que personalidad. Y a base de todo ello se fue desarrollando una película que tocó todos los géneros hasta desembocar en un final digno de quedar en los anales de la historia.

Un final del todo inverosímil, con Ter Stegen recuperando un balón, desesperado todo el Camp Nou porque rozaba el sueño y escapaba de la pesadilla. Y, claro, Neymar apareciendo en el plano para darle a Sergi Roberto el gol de su vida.

Ney fue el hombre de una noche en la que Messi se convirtió en secundario de lujo. Leo, entregado a la causa, celebró como el primero el milagro, con todo el banquillo tomando al asalto el césped mientras los jugadores del PSG, perdidos en la nada, se preguntaban qué había pasado.

Nadie lo entendía. Nadie lo comprendió. Pero el Barça, a lomos de un Neymar mayúsculo, cerró el mayor milagro de la historia de la Champions.