Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 6y

Messi termina su maldición frente al Chelsea con ayuda de Iniesta

BARCELONA -- Lionel Messi ya le marcó al Chelsea. Probablemente su rival menos estimado en Europa, aquel al que no había batido y ante el que sufrió una lesión que le apartó de una final de Champions en 2006. No ganó el Barcelona, pero el empate, que le ofrece el vestido de favorito de cara a la vuelta, le ofreció una noche feliz al crack azulgrana.

Lo hizo gracias a Andrés Iniesta, quien ya es el personaje atado a la leyenda de Stamford Bridge, el estadio en el que marcó el gol más celebrado del Barça moderno y en el que ofreció esta vez la asistencia mágica. Apareció en el momento oportuno y le dio a Messi un pase de oro. Tal como en 2009... Pero intercambiándose los papeles.

Le ocupó 730 minutos a Leo, divididos en nueve partidos, acabar con esa historia que golpeaba la memoria azulgrana en los últimos años. Desde que lanzó un penalti al travesaño de una portería que en aquel tiempo, 2012, defendía Petr Cech, el Chelsea había pasado de ser un rival incómodo a ser especialmente antipático.

Y en la portería legendaria, aquella en la que Iniesta, en 2009, marcó el gol de todos los goles, el más recordado de la historia moderna del Barça en Europa (finales al margen), acabó la pesadilla de Messi. Fue un regalo. Y al Barça no se le hacen regalos.

Christensen sacó el balón de mala manera. El error habitual de cada partido, solo uno pero en ocasiones definitivo, como éste, que acabó con el balón en pies del capitán. Cambiando los papeles, por la misma banda, esta vez fue Iniesta quien asistió a Messi y no al revés. Y si en 2009 Andrés lanzó un obús hacia la escuadra izquierda de Cech, en 2018 Leo disparo raso a derecha de Courtois.

El Chelsea, tan bien plantado durante 75 minutos, imposible de sorprender con una defensa excepcional, se derritió de mala manera, se desnudó en una jugada que sonaría casi ridícula en un torneo de esta exigencia. Y apareció Iniesta para que anotase, por fin, Messi.

Messi marcó, de esta manera, su gol número 98 en la Champions League y batió a su 29º rival distinto en la competición. Un gol especial, indiscutible, por ser el rival que era y por la trascendencia que tuvo esa diana.

Messi derribó otro muro en su carrera hacia la eternidad. Y cada vez le quedan menos por superar.

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