Fútbol Americano
Nick Miller 5y

Pochettino demostró que está listo para cosas grandes en la paliza de Tottenham a Dortmund

LONDRES -- A esta altura, ya deberíamos saber que no debemos dudar de Mauricio Pochettino.

La paliza que Tottenham le propinó a Borussia Dortmund fue un recordatorio de que si, o cuándo, el argentino decida irse de Spurs, podrá elegir exactamente dónde quiere ir. La jerarquía de Manchester United obviamente conoce muy bien el talento de Pochettino --Real Madrid y Paris Saint-Germain también estarían interesados-- y después de ver las limitaciones de Ole Gunnar Solskjaer contra PSG el martes, si comparamos el desempeño del noruego con lo que sucedió en Wembley el miércoles, es evidente por qué no se están apurando en ofrecerle el cargo permanente a su DT interino.

Cuando se anunció la alineación de Tottenham que enfrentaría a Dortmund, hubo cierto grado de confusión y dudas. ¿Cuatro centrales? ¿Pochettino había canalizado a Tony Pulis? ¿Serge Aurier marcando a Christian Pulisic? Considerando que seis de los últimos siete goles cedidos por Dortmund fueron a partir de centros al área, ¿por qué Fernando Llorente no era titular? ¿Sería éste el día en que Pochettino cometería un error grosero?

Qué tontos fuimos.

¿Quiénes éramos nosotros para cuestionar la sabiduría de Pochettino? Esta temporada convirtió a Moussa Sissoko en una figura capaz de ganar partidos, transformó a Harry Winks en un audaz mediocampista de contención, perdió casi un tercio de los goles de su equipo por las lesiones de Harry Kane y Dele Alli e igualmente encontró la manera de ganar partidos. Incluso hubo un momento en el que pareció que intentaría salvar a Georges-Kevin Nkoudou.

Es un hombre en quien puedes confiar. Si Pochettino te dice que puede reparar tu coche con un poco de alambre, le entregarías las llaves. Mauricio sabe.

Esta vez, el truco fue convertir a Jan Vertonghen en carrilero izquierdo. El belga, un central a quien ocasionalmente suelen convencer de jugar de zaguero, retozó como un perro al que le soltaron la cuerda por el lateral, disfrutando de un rol que probablemente nunca supo que quería jugar. Le entregó a Son Heung-Min un centro perfecto para abrir el tanteador, y más tarde llegó en el momento justo por el mismo costado para convertir el segundo gol. Bien hecho.

Después del partido, Pochettino hizo cuestión de orientar los elogios hacia sus jugadores; no por falsa modestia, sino porque probablemente sabe lo efímeras que pueden ser estas cosas.

"Hoy, 3-0; probablemente todos digan 'fantástico'", comentó. "Si el resultado hubiera sido distinto, tal vez no. Si ganamos no soy un genio, pero si perdemos tampoco es un desastre. Mis jugadores son los héroes".

Como siempre, tenía razón: Pochettino necesitaba que Vertonghen tuviera un buen desempeño para justificar su decisión. Pero esta situación también tiene su contracara: Vertonghen necesitaba que Pochettino tomara la decisión para poder mostrarse.

No obstante, las cosas no fluyeron desde el primer momento. Durante el primer tiempo, Dortmund pareció ser el equipo más proactivo, envalentonado por el extraordinario Jadon Sancho, quien movía los pies más rápido que las palas de un helicóptero y --por un tiempo, al menos-- cumplió de sobra con las grandes expectativas.

En un mundo diferente, Sancho podría haber sido jugador de los Spurs: Le habrían preguntado a Manchester City si quería incluirlo en el pase de Kyle Walker hace un par de veranos, pero en ese momento City estaba desesperado por conservar al extremo y se negó. Y ahora podemos ver porqué.

Sancho ya tiene un aura que hace a los jugadores contrarios buscarlo instintivamente por la cancha, sólo para saber dónde está, como si pudieran oler el peligro. En un momento del primer tiempo, Sissoko recibió la pelota en el área de Sancho, inmediatamente giró la cabeza de un lado a otro para ubicar al depredador, y rápidamente se deshizo de la pelota como un dibujo animado intentando deshacerse de dinamita.

Pero después del entretiempo, Dortmund se encogió y la influencia de Sancho se desvaneció. En parte por su propia culpa, pero también porque Pochettino cambió la dinámica de su equipo. El gol de Son llegó en el minuto 47, y a partir de ahí el partido estuvo prácticamente ganado.

"No tuvimos confianza [en el primer tiempo]. Tomamos decisiones apresuradas", dijo Pochettino. "No nos sentimos cómodos. No jugamos de la forma que queríamos jugar. Después de mostrar algunos videos en el entretiempo, y de hablar sobre diferentes posiciones, el equipo jugó mejor. Les ayudó a entender. Tuvimos un poco de suerte, porque la confianza crece cuando anotas".

Puede que haya habido un poco de suerte, pero luego el entrenador de Dortmund, Lucien Favre --quien condujo a su equipo a lo más alto de la Bundesliga-- no sólo lucía como un hombre que sabía que su equipo se estaba quedando afuera de la Champions League, sino que tenía los ojos tristes de un técnico que se ha visto ampliamente superado por su rival.

Pochettino es un DT de los buenos. Un entrenador como corresponde, un técnico maduro, quien no siempre está satisfecho con las herramientas disponibles, pero que piensa de manera proactiva cuál es la mejor manera de aprovecharlas en lugar de quejarse excesivamente.

"El fútbol es un deporte en el que todo el mundo da su opinión", dijo Pochettino. "Mi trabajo es preparar la estrategia, seleccionar el once titular. Todos pueden tener su opinión, pero a fin de cuentas sólo nosotros conocemos y podemos medir el nivel del jugador, y lo que queremos hacer en cada partido. Nuestros sentimientos, nuestra intuición, nuestro conocimiento. Tenemos toda la información para tomar las decisiones".

Es tentador preguntarse qué podría lograr Pochettino en un club que no tenga las restricciones financieras de Tottenham. Pero mientras sea él quien tome las decisiones, estas restricciones no parecen demasiado importantes. Nunca volvamos a dudar de Pochettino.

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