Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 5y

Champions League: hacia una final inédita y apasionante

El fútbol premió el descaro juvenil del Ajax, la electricidad del Liverpool, la solvencia del Barcelona y la insistencia del Tottenham. La Champions dejó por el camino al campeón en octavos de final, junto al eterno aspirante PSG o el deprimido Atlético y arrastró ya en cuartos en una noche de infarto al Manchester City como un día antes había expulsado a la Juventus. Se llegó a las semifinales y en cuatro partidos sin vuelta atrás se decidirán los asistentes a la gran fiesta del Wanda Metropolitano, que vivirá una final inédita… Y a todas luces apasionante.

Se entiende imposible a primera vista vislumbrar en Madrid un favorito cantado. Huyó con determinación Valverde de acoger ese papel alertando que antes el Barça deberá jugar una semifinal “que será muy difícil” enfrentado a un Liverpool que le eliminó en los tres cruces precedentes y que se presentó en esta última ronda aplastando al Porto con igual o mayor potencia que el campeón español pasó por encima del Manchester United.

Semifinal de pronóstico abierto, el duelo entre culés y reds enfrentará a dos maneras opuestas de entender el fútbol: la paciencia y el toque contra el vértigo y la intensidad. Podría decirse que el ganador obtendría una consideración mínimamente de favorito en Madrid, puesto que el Liverpool, actual subcampeón, ya jugó otras dos finales en 2005 (ganador) y 2007 (derrotado), sabiéndose manejar a estas alturas de un torneo en el que la experiencia siempre es un grado.

Salah y Mané; Van Dijk, Milner, Wijnaldum, Firmino, Alisson… Jürgen Klopp dirige a un equipo tan pendiente de conquistar su primera Liga inglesa tras 29 años de sequía como de volver a reinar en el Continente a través de una apuesta indiscutiblemente ambiciosa en el césped…

Antes deberá cruzar su carácter con el Barça de Messi, líder indiscutible de un equipo que mezcla momentos de fútbol sublimes con minutos de tedio en el que la solvencia y seriedad ganan terreno a la brillantez en pos de un objetivo claro e indiscutible.

El equipo azulgrana rompió el maleficio que le arrastró en los tres últimos años y pasó sin más contratiempos por encima del Manchester United para confirmar su ambición tras completar hasta el momento una temporada continental magnífica en cuanto a resultados se refiere. Presentarse en la final de Madrid, aspirante como es al triplete, sería el mejor desemboque de una temporada que apunta a histórica en el Camp Nou.

¿INVITADOS?

La otra parte del cuadro enfrentará a dos equipos por cuya presencia en la semifinal pocos habrían apostado al comenzar la temporada. El Ajax, subcampeón de la Europa League en 2017, no jugaba unos cuartos de final de la Champions desde 2003 y la última vez que disputó las semifinales fue en… 1997, por tercer curso seguido tras ganar y perder consecutivamente la final de 1995 y 1996.

Equipo joven, atrevido, descarado y brillante en su apuesta futbolística de indisimuladas raíces cruyffistas, el grupo comandado por Erik ten Hag no solo dio el campanazo con total justicia frente a Real Madrid y Juventus, sino que antes fue capaz de arrancarle dos empates al Bayern Múnich en la fase de grupos después de superar hasta tres rondas previas eliminando consecutivamente a Sturm Graz, Standard de Lieja y Dinamo Kiev.

Imaginar al Ajax en la final invita a echar la mirada atrás en una comparación con el legendario equipo que a mediados de los 90 catapultó a la gloria Van Gaal. Jovenzuelos como Kluivert, Kanu, Seedorf, Davids, Overmars o Reiziger mezclados con los hermanos De Boer, Litmanen, Finidi o Van der Sar, que no superaban los 25 años de edad y fueron capaces de acabar con el gran Milan de Capello en 1995 y pelear la final hasta los penalties en 1996 a la Juventus de Lippi, Del Piero y Deschamps.

Una final entre Barça y Ajax representaría un duelo entre hermanos o, si se prefiere, entre padre e hijo; enfrentado el mismo fondo con una forma de la que se alejó un poco más el equipo de Valverde y que mantiene inalterable el de Ten Haag. Pero para llevar su alegría y descaro a Madrid el equipo holandés deberá antes superar a un Tottenham que primero dejó en el camino, en la fase de grupos, al Inter de Milán, después pasó por encima del Borussia Dortmund en los octavos de final y en los cuartos fue capaz de congelar las esperanzas de un Manchester City al que el papel de favorito arrastró a una eliminación increíble.

Pochettino ha magnificado el papel de unos Spurs que si bien es cierto lograron mantener a su columna vertebral en la plantilla al comienzo de temporada, son los únicos que no invirtieron ni un euro en el mercado de fichajes y que han sobrevivido con audacia a todos los inconvenientes del camino en un Champions a la que ya aspiran sin disimulo.

En su cuarta participación en la Champions, quinta si se tiene en cuenta la antigua Copa de Europa, el Tottenham es el club con menos historial en este torneo, en el que alcanzó su tope con los cuartos de final de 2011, cuando fue abrasado por el Real Madrid de Mourinho. Solo una vez, en 1962, jugó la semifinal, cayendo frente al Benfica de Eusebio que dirigía Bela Guttmann.

Sin Kane, lesionado, y varias dudas que se mantendrán hasta el último instante, el Tottenham de Pochettino personaliza la mezcla de estilos que protagonizan estas semifinales: toque y vértigo, atrevimiento y conservadurismo, posición y electricidad.

Pase quien pase a la final del Wanda Metropolitano, el primero de junio el Real Madrid tendrá un digno sucesor en el nuevo campeón. Un campeón que deberá confirmar que su personalidad, fútbol y suerte le hacen merecedor del título.

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