SAO PAULO (Enviado especial) -- Cuando James Rodriguez envió el centro a la cabeza de Duvan Zapata que terminó en el gol de la victoria ante Qatar en el Morumbí, una sociedad que nació hace ya más de una década revivió en la Selección Colombia. Cuando quienes hoy protagonizan la esperanza nacional en la Copa América no eran más que promesas comenzaron a darles alegrías a la Tricolor. Ahora, irán en busca de la gloria eterna.
"Cuando tienes esas fieras allá adelante es mucho más fácil, porque son dos personas que siempre quieren hacer goles y eso te da algo positivo siempre", afirmó el número diez tras el triunfo ante los asiáticos. Se refería a Zapata y a Radamel Falcao García, quien ingresó en el segundo tiempo. En su explicación queda clara la trascendencia que tiene para un armador, para un creador de juego, tener por delante delanteros de jerarquía. Juntarlos es la única forma de potenciar ambas características.
Su historia en común comenzó a mediados de la década del 2000, en un microciclo de la selección sub 17. Luego, se reencontraron en la previa del Torneo Esperanzas de Toulon 2011. En aquel certamen que fue fundamental en la relación de esta generación con la camiseta nacional, Colombia se coronó campeona después de vencer a Francia en la Final por penales. James anotó dos goles y fue elegido figura del certamen, mientras que Zapata convirtió el único gol de la Tricolor en la definición.
Pocos meses después, en el Mundial sub 20 de 2011 que se disputó en su país, volvieron a compartir un plantel en el que también estaban Santiago Arias y Luis Muriel. James ya era una promesa destacada del continente, había sido campeón con Banfield de Argentina y era figura de Porto en Europa. En cambio, Duvan solo tenía un puñado de partidos en la primera de América de Cali. De todos modos, su entendimiento fue instantáneo.
En los primeros cuatro encuentros, todos ganados por el combinado dirigido por Eduardo Lara, el cucuteño se destacó y convirtió tres goles, mientras que el caleño solo sumó algunos minutos. La dupla apareció en todo su esplendor contra México en cuartos de final. Aquel día en el Campín, Zapata ingresó cuando su equipo perdía 1-0 y, tras una gran habilitación de su socio anotó el gol del empate, su único tanto en aquel torneo. Luego, el Tri ganó 3-1 y eliminó al anfitrión.
Pasaron varios años hasta que volvieron a darle una alegría al pueblo colombiano. Fue en la última fecha de las Eliminatorias para la Copa del Mundo de Rusia 2018, en la que el seleccionado de José Pekerman necesitaba al menos un empate frente a Perú en Lima. El encuentro estaba complicado cuando Duvan ganó en las alturas y le dejó limpio el balón para la definición goleadora de James. Roles invertidos pero el mismo final: éxito colombiano y clasificación al Mundial.
James fue un habitual en la Selección absoluta desde incluso antes de la llegada de Pekerman. Su calidad era indiscutible y por eso no tardó en adueñarse de la diez. El caso de Duvan des diferente. Con el Tigre Falcao por delante, tardó varios años en ser citado por primera vez. Fue en marzo de 2017, para una doble jornada de Eliminatorias. A finales de ese año, llegó la jugada que metió a Colombia en el Mundial, que no fue suficiente para que el autor intelectual de aquel gol comprara pasaje. Lo que le dio un lugar que parece definitivo en el plantel fue su extraordinara última temporada en Atalanta. Queiroz le dio confianza y él marcó su primer gol en el amistoso ante Perú en Lima y repitió dos veces más en esta Copa.
“James y Duván son dos jugadores de élite, se conocen, tuve la oportunidad de tenerlos en la Selección, los dos son muy inteligentes y cuando uno tiene a jugadores de esas características, tiene que saber aprovecharlos”, afirmó Eduardo Lara en declaraciones recogidas por el diario El País. La capacidad de complementarse será fundamental en las fases finales de la Copa América, en la que cualquier ventaja debe ser aprovechada. Una sociedad de primer nivel internacional como esta puede ser la clave de la selección nacional para hacer historia en Brasil.