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¿Hostilidad de los rusos? Todo lo contrario

KAZÁN -- La hostilidad de Centroamérica o el Caribe no existió en Rusia hacia los mexicanos. Fue una fiesta por igual. Afuera de la Kazán Arena, una pequeña orquesta tocaba música típica de los rusos, que los mexicanos llegaban a bailar, mientras los nativos buscaban su fotografía con sombrero de charro o la máscara luchador.

“Donde sea que nos vean los rusos con nuestro sombrero”, nos piden fotografía, nos han tratado muy bien, relata una aficionada, acompañada de su familia y emocionada por el ingreso al estadio a unos minutos del partido.

“No son nada fríos ni groseros como se pudiera pensar”, expresa otro seguidor mexicano, quien goza de la fiesta en Kazán organizada por Rusia, pero ambientada por los aproximadamente dos mil aficionados aztecas que viajaron desde México y diferentes partes de Europa.

Algunos mimos recibían a la gente, mientras las voluntarias ofrecían abrazos y guiaban a la gente a encontrar la puerta de su ingreso. Una larga fila de fans esperaba a que le pintaran una pequeña bandera de su país y algunas seguidoras, incluso, pedían que de un cachete llevaran los colores de Rusia y del otro, los de México.

Gabriel Campos, miembro de la Ola Verde, y constante en los viajes de la Selección Mexicana con su traje de Jorge Campos, era reconocido por los locales de esta ocasión y era otra de las sensaciones con quienes muchos pedían su foto del recuerdo.

Los disfraces de mariachis y del Chapulín Colorado, también figuraban en las inmediaciones del inmueble y hasta los tragos de tequila se compartían unos y otros, con la fiesta cada vez más cerca.

Rusia se contagió poco a poco del futbol y del ambiente y color de los mexicanos, siempre llamativos y distintos por su manera tan peculiar de disfrutar del futbol. En Kazán, no hubo hostilidades ni un ambiente tenso antes del encuentro. La batalla ya nada más sería sobre el campo de juego.