Fútbol Americano
Gabriele Marcotti 7y

Cristiano Ronaldo y Alexis Sánchez impulsan a Portugal y a Chile de diferentes maneras

Para anticiparnos a la primera semifinal de la Copa Confederaciones, al partido de los campeones de Europa contra los campeones de América del Sur (o, más exactamente, los campeones de "las Américas" tras la Copa Centenario del año pasado), podemos hacerlo a través del prisma de la figura de cada equipo.

Pero nos topamos con un problema.

Cuando de un lado del paralelo tenemos a Cristiano Ronaldo, a menos que el jugador del otro lado se llame Lionel Messi, no hay simetría, no hay equivalencia posible. Alexis Sánchez es uno de los mejores delanteros del mundo en este momento, pero Cristiano es uno de los mejores de todos los tiempos y siempre está en el debate del futbolista más grande de todos los tiempos.

Pero si observamos con un poco más de detenimiento, hay un hilo común.

A menudo nos referimos a ellos por su primer nombre, una distinción reservada para la realeza del deporte: LeBron, Serena y Peyton no necesitan de James, Williams y Manning.

Tanto Cristiano como Alexis vienen de países de fútbol sólido, pero no grandioso: tienen mucha tradición y algunas figuras muy destacadas, pero suelen ser dominados por potencias regionales más grandes, y con más recursos. No obstante, ambos han llevado a sus respectivos países al éxito internacional por primera vez: El Chile de Alexis ganó la Copa América en 2015 y, un año más tarde, Cristiano triunfó con Portugal en la Eurocopa 2016.

Los dos fueron muy promocionados desde muy jovencitos, y dejaron sus ciudades costeras para jugar en lugares más importantes.

Alexis creció en Tocopilla, una ciudad al norte de Chile conocida por sus minas de sal. Cuando tenía 17 años, el Udinese italiano le pagó $2.5m a su club Cobreloa, una suma muy importante en su momento considerando su edad. Jugó de préstamo en Colo Colo en la capital chilena de Santiago, y luego en River Plate.

Cristiano nació y se crió en Funchal, la capital de Madeira, una isla en el Océano Atlántico que se encuentra a casi 1000 km de las costas continentales de Portugal. Cuando tenía 12 años se mudó a Lisboa para jugar en Sporting, donde permaneció hasta su pase a Manchester United seis años más tarde.

El talento precoz que deja su tierra a corta edad para seguir su vocación es una metáfora familiar. Lo que sorprende de estos dos si miras videos viejos en YouTube es cómo ha evolucionado su juego, respondiendo en parte al paso del tiempo (Alexis tiene 28 años y Cristiano es cuatro años mayor) y también a cómo ha cambiado el fútbol durante la última década.

El joven Alexis era casi etéreo, saltaba y flotaba por el terreno de juego. Prácticamente no trabajaba sin la pelota, sobre todo porque su equipo jugaba al contraataque, pero también porque le gustaba mucho más jugar con la pelota a sus pies.

Merodeaba por la defensa contraria en busca de espacios y pidiendo la pelota, y cuando la recibía, prácticamente no la soltaba hasta que alguien se la secaba o hasta que tenía la oportunidad de disparar. Sus críticos decían que sería un jugador completo si o cuándo aprendiera a ser más fuerte físicamente, y a desprenderse un poco de la pelota.

Hoy es una fuerza compacta, una máquina que juega con agresividad e intensidad. Parece tan contento cuando recupera la pelota como cuando anota.

A los 18 años, Cristiano tenía el mismo físico de Adonis que tiene ahora, aunque con un primer paso aterradoramente rápido que le permitía esquivar a sus rivales casi a voluntad. Se destacaba en espacios abiertos y sus gambetas rompían los ángulos.

Y también ahí los críticos encontraron fallas. Rio Ferdinand, su compañero en Man United, dijo que era un paripé --todo estilo y poca sustancia-- y otros mencionaban su falta de "producto final".

(Puede que los lectores más jóvenes no me crean en este punto, dado que Cristiano es el goleador más prolífico en la historia de las cinco grandes ligas de Europa, pero las búsquedas de Google no mienten).

Hoy por hoy su rutina de diva sigue presente, pero se la reserva para las pausas en el juego, como los festejos de goles (por lo general propios). Durante los partidos, ningún movimiento se desperdicia, todo tiene un propósito, nada se hace para los virales. Y en cuanto al "producto final", bueno, sus más de 600 goles totales hablan por sí mismos.

Pero quizá lo más sorprendente sea cómo estos dos hombres se han adaptado a sus selecciones nacionales, modificando su juego para cubrir las necesidades del equipo.

Alexis está hecho a medida para el estilo rápido e inflexible de Jorge Sampaoli, y ahora de Juan Antonio Pizzi. En un equipo repleto de líderes carismáticos --pensemos Gary Medel y Arturo Vidal-- lo importante es el colectivo y Alexis está feliz en convertirse en una pieza más del engranaje de la roja en lugar de ser la figura del conjunto, como suele ser el caso en Arsenal.

El caso de Cristiano es casi el inverso. Por supuesto que sigue siendo la figura de Madrid, pero los campeones de Europa son capaces de ganar de tantas maneras diferentes que no todo depende de él.

En su selección nacional, las cosas son diferentes. Es la autoridad para sus contemporáneos, como Nani, Ricardo Quaresma y Joao Moutinho, mientras que los más jóvenes, como Bernardo Silva y Raphael Guerreiro, lo admiran.

Si en su club es la estrella más grande de muchas en un súper grupo, en Portugal es la única estrella con una banda de soporte. Es la diferencia entre Roy Orbison acompañado por los Traveling Wilburys o por un grupo de músicos desconocidos.

No es un golpe y no es ego. Ser el punto focal significa recibir toda la presión y la atención y asumir la responsabilidad, algo que necesitan los jugadores más jóvenes de Portugal. Y esta fórmula les dio muy buenos resultados en la Eurocopa.

Tanto Alexis como Cristiano comenzaron sus viajes en lugares similares, superaron desafíos comparables y están llevando a sus selecciones nacionales a nuevas alturas.

Sólo que lo están haciendo de diferentes maneras.

Gabriele Marcotti es escritor Senior de ESPN FC. Síguelo en Twitter @Marcotti.

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