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El objetivo era entrar

Racing y Huracán superaron la primera fase de la Copa Libertadores EFE

BUENOS AIRES -- Tanto Huracán como Racing lograron permanecer en la Copa Libertadores. Llegaron de modos distintos: con aprieto y mucho de suerte en un caso; como un proceso natural en el otro.

Pero en ambos ejemplos se trata de una transición. De un paso formal que se agota en sí mismo y que tal vez no establezca un precedente hacia el futuro.

De todas maneras, queda un margen para pensar en la suerte hipotética de ambos en el torneo más importante del continente.

En cuanto a Huracán, se debe señalar cierto dogmatismo que atenta contra sus reales posibilidades.

Qué quiere decir esto. Que, a pesar de que sus características aconsejan apostar a la elaboración, optó, en su excursión a Caracas, por lo que dice el manual redactado hace cien años y sin atender a las peculiaridades de cada equipo.

Dejó un campo enorme entre sus posiciones de defensa y el pobre Ávila, que no es un superdotado. Alternativa canónica de los clubes que juegan de visitantes en tierras remotas.

Pero sucede que Huracán tiene a Montenegro y a Toranzo, que cuando aúnan voluntades –y lo demostraron en la visita a Venezuela– construyen lo mejor que puede ofrecer Huracán en términos ofensivos.

Pudo más la costumbre, sobre todo con un resultado favorable en el primer encuentro. El reflejo de agruparse atrás y probar el ingenio heroico de un solo delantero que, sin auxilio, no puede resolverlo todo. Es darle una responsabilidad injusta, que lo excede.

Deberá revisar esta estrategia Huracán, en vistas de compromisos superiores al que afrontó el pasado martes.

Racing, sin un plan del todo distinto, se vio beneficiado por el mayor volumen de su plantel.

Algunas esporádicas iluminaciones de sus hombres creativos le pueden dejar dividendos decisivos. Además, cuenta con un delantero excepcional, Bou, que está en la cresta de la ola.

En la revancha, terminó de cocinar un resultado que sonaba previsible. La superioridad se hizo evidente en Avellaneda. El triunfo, aunque ajustado en el marcador, fue el corolario de un proceso lógico.

Puebla, un equipo movedizo y con recursos técnicos de la mitad hacia adelante pero con fallas defensivas de grueso calibre, aguantó hasta donde pudo en la revancha, cita en la que debía apostar doble.

Bou, justamente al aprovechar una deficiencia defensiva, hizo la diferencia.

Pero, en lo sucesivo, no se puede esperar todo de Bou. Ya se dijo en este espacio: Romero, aun con sus canchereadas –muy visibles ante el Puebla– es una herramienta esencial para ampliar el repertorio ofensivo.

Su talento aclara jugadas, abre caminos, genera rutas profundas. Quizá resienta el equilibrio defensivo, cierta homogeneidad que el equipo consiguió con Cocca –un entrenador de una racionalidad tirando a conservadora–, pero acaso es un cambio a considerar cuando el equipo sólo ofrece orden y buenas intenciones.

De todos modos, esto recién comienza para Huracán y Racing. Pasado este escollo circunstancial, es momento de plantearse la Copa como una competencia de largo aliento. Más allá de estrategias coyunturales y el resultado de una noche.