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Caída y refundación

BUENOS AIRES -- River quedó eliminado de la Copa Libertadores ante el rival menos pensado. El modesto Independiente del Valle dejó fuera de carrera al campeón.

No obstante, el público premió con un aplauso generoso la actuación del equipo. Parecía satisfecho. Es que River no sólo jugó con la intensidad requerida para revertir un resultado desfavorable. También generó, con paciencia y persistencia, una innumerable cantidad de situaciones de gol.

Todos los arqueros tienen al menos una noche descollante, en la que el individuo se impone al equipo enemigo. Jornadas heroicas de uno contra el mundo. Este miércoles le tocó a Librado Azcona y sólo por eso River no redondeó una goleada.

Entonces: buen partido del equipo de Gallardo, con temperamento y juego, más beneplácito del público, que ovacionó al DT. El resultado tendría que ser una continuidad más o menos serena.

Pero no. El entrenador habló de empezar de cero, de ciclo cerrado y todos esos tópicos que se frecuentan al cabo de un fracaso.

En realidad, el agotamiento al que alude Gallardo es de antigua data. Si nos ponemos estrictos, la Copa anterior, que levantó el propio River, no fue el corolario de memorables producciones. De hecho, entró a la segunda ronda por la ventana y gracias a favores ajenos.

Pero luego se eliminó a Boca –con el rédito que eso implica– y se dio la vuelta olímpica. Olvido garantizado.

Desde entonces, la irregularidad persiguió al equipo. La zanahoria del Mundial de Clubes y la final con Barcelona disimuló fallas y complejos. Impuso, por el contrario, la idea ficticia de una entrada (o regreso) al primer mundo de la pelota.

Sólo los resultados perjudiciales y dolorosos –aunque sean inmerecidos, como la victoria insuficiente de River frente a Independiente el Valle– colocan en primer plano las crisis.

Es de buen entendedor advertirlas y obrar en consecuencia, como plantea Gallardo.

A River se le acabó el semestre. Le dijo chau a la Copa y, mucho antes, al campeonato. Tiene tiempo para preparar compromisos futuros, ninguno de alta gama (torneo doméstico y Copa Argentina).

Habrá oportunidad de evaluaciones meditadas. Análisis pormenorizados para ver quién estuvo a la altura de las circunstancias y a quiénes, como deslizó el manager Enzo Francescoli en su momento, les quedó holgada la remera de River.

Mientras tanto, a falta de la adrenalina que suministra la competencia por el premio mayor, lo más recomendable para mantener en alto la energía son las novedades, y sobre todo las refundaciones.

La ansiedad de las vísperas, el palpitar una nueva etapa, con nuevos nombres y nuevos procedimientos, revitaliza la ilusión averiada.

Es, si se quiere, un recurso político (o de marketing). Pero también una necesidad deportiva que en River se observa desde hace por lo menos un año.