<
>

Concediendo deseos

Todos lo pedimos Getty

Si pudiéramos hacer que el técnico Javier Aguirre asistiera a una rueda de prensa después del partido entre México y Francia donde la afición, la prensa y todos los que saben de fútbol y los que no también pudiéramos decirle tres palabras a coro, lo único que Aguirre escucharía es: "¡Te lo dijimos!"

Es que no es justo que la selección mexicana nos tenga en ese sube y baja emocional, cuando todos sabemos que es capaz de lograr grandes cosas. Es como rezar porque no nos duela la cabeza al día siguiente de emborracharse en una fiesta, sabiendo que podríamos beber con moderación y ser el alma de las fiestas.

Si después de Inglaterra y Holanda el Tri nos tuvo sumidos en la desesperanza y tras ganarle históricamente a Italia nos vimos creyendo que México podría ser campeón del mundo si quisiera (ok, no exageremos pero así se sentía), el partido inaugural del Mundial contra Sudáfrica, fácil en el papel, complicado por el extra de ser la reta al anfitrión, nos lanzó de nuevo al abismo de la desilusión que ya conocemos muy bien.

Una semana después de comenzado el torneo más grande del mundo y viendo que nadie ha resultado ser lo que había prometido ("grandes" empatando miserablemente, favoritos perdiendo, etc.) realmente puedo decir que el panorama para el segundo partido de México se veía complicado, pero esperanzador... si tan sólo Guardado fuera titular, si al menos Ochoa o Michel salieran de inicio, si dejara al Guille sentado, si confiara más en el Chicharito, si nos sacáramos la lotería y pudiéramos pagarle a Aguirre lo que le paga la Federación...

Entonces llego el día del juego contra Francia y la hora de las alineaciones. Sabíamos que Francia no andaba bien y que con el equipo que tiene el Tri podría ganarle, siempre que esté bien repartido. Y aunque ya el Maza nos había bocabajeado declarando que "seremos fiel a nuestro sistema porque nos gusta" (y a mí me gustan las minifaldas pero en mí no funcionan), teníamos la leve esperanza de que Aguirre reordenara sus ideas y se le ocurriera el once ideal, el que ya todos tenemos en la cabeza.

Pero no. Conejo Pérez seguía en la portería, Guille Franco seguía siendo titular y una nación entera seguía con la boca abierta tratando de imaginarse qué le pasa por la cabeza a Javier Aguirre. "¡Te lo estamos diciendo, Aguirre!", le gritamos a la tele; "¡Deja jugar a Guardado!", le dijo la prensa; "¡Haz que Chicharito desquite lo que vamos a pagarle!", pensó la directiva del Manchester United que ha podido ver a Javier Hernández lucirse muy poco. Y el partido se volvió predecible: Vela se lesionó (otra vez) Franco se equivocó (ooootra vez), el Conejo hizo una salvada mágica (¡milagro!), Juárez fue sancionado a lo tonto y ninguno anotó.

Finalmente Aguirre tuvo una revelación y metió al Chicharito primero y a Cuauhtémoc después y las jugadas se sucedían unas tras otras mostrando que México tiene capacidad de hacer frente a equipos "grandes", que son once contra once, que es posible hacer un Mundial sobresaliente, que los campeones Sub17 siguen estando ahí con el mismo potencial.

Finalmente, y aunque sea en un escalón, Aguirre pudo cumplir su discurso de candidato en campaña y cambiar el México del "sí se puede" por el México de "sí se pudo" (y no por el de "ya valió queso", que es como mentalmente completo el comercial). Pero el Vasco debe tener en cuenta que eso lo habría podido lograr desde mucho antes, si hubiera querido... si tan sólo Guardado fuera titular, si al menos Ochoa o Michel salieran de inicio, si dejara al Guille sentado, si confiara más en el Chicharito, si nos sacáramos la lotería y pudiéramos pagarle a Aguirre lo que le paga la Federación...

¡Te lo dijimos!