<
>

Corazón de campeones

BUENOS AIRES -- Este miércoles 23 de junio podía ser un día histórico para el fútbol mundial. Alemania e Inglaterra, los dos únicos campeones del mundo no-latinos, corrían serio riesgo de quedar eliminados en la primera fase de Sudáfrica 2010. Debían ganar para no depender de terceros y protagonizar el día más extraño de todos los tiempos.

Sin embargo, quienes esperaban festejar los batacazos de Eslovenia o Ghana, debieron conformarse con el sorpresivo primer puesto de Estados Unidos, ya que tanto alemanes como ingleses jugaron como lo que son: gigantes. Así, ganaron sus respectivos partidos y lograron avanzar a octavos de final, donde, vaya paradoja, chocarán entre sí.

Aunque no arrasaron a sus adversarios, mostraron lo más importante en estas instancias: autoridad. Inglaterra jugó su mejor partido en el campeonato y consiguió su primera victoria porque salió a atacar desde el principio y tuvo la fibra le faltó frente a Estados Unidos y Argelia.

La Selección que dirige Joachim Löw, en cambio, había sido uno de los mejores en la primera fecha y luego fue muy superior a Serbia, pero cayó derrotado. Por eso, una eliminación temprana hubiese sido toda una injusticia para un conjunto que intenta jugar con la pelota al ras del piso y dejó atrás aquella fama de equipo peleador y mezquino.

Este miércoles superó por 1-0 a Ghana, la única esperanza que le queda al continente anfitrión. Como en el debut, Mezut Ozil fue la gran figura y un golazo de su autoría le otorgó el triunfo al cuadro teutón. Alemania jugó su peor partido del Mundial, pero le alcanzó para dominar a las Estrellas Negras con el fútbol de Ozil y la solidez de la línea defensiva.

Tras las primeras jornadas, el mundo entero se sorprendió por los malos resultados que cosecharon los Seleccionados más importantes. Sin embargo, los grandes son grandes por una razón: demuestran todo su potencial en las situaciones límite.

Alemania e Inglaterra ahora deberán eliminarse en los octavos de final, un cruce que será el más impresionante de los ocho de dicha ronda. Dos ex campeones del mundo, los finalistas del torneo de 1966, reeditarán uno de los clásicos más importantes de Europa en una instancia inesperada pero festejada por todo el planeta futbolero.

Eso sí, allí no terminan los posibles duelos morbosos de este certamen. El ganador del gran duelo de Bloemfontein podría enfrentar a Argentina -si le gana al duro México- en cuartos de final. Es decir que estamos a un partido de volver vivir el histórico choque Maradona-Inglaterra o de disfrutar la revancha de las finales de 1990 y 1986.

LA SORPRESA ESTÁ AQUÍ
Otra de las certezas que arrojó este miércoles mundialista fue que la gran sorpresa de este torneo no saldrá de Uruguay, Corea del Sur, Ghana o Estados Unidos. ¿Por qué? Simple, todos ocupan la misma porción del cuadro y uno de ellos será semifinalista, cuando nadie lo esperaba.

¿Será el momento de la resurrección uruguaya? ¿O por fin un equipo africano se meterá entre los cuatro mejores? Interrogantes y más interrogantes, que se develarán en los próximos días. Se viene un final apasionante, esperemos que también traiga buen fútbol.