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Cambia, todo cambia

BUENOS AIRES -- En cuatro años pueden cambiar muchas cosas. La economía de un país, las costumbres de una persona y hasta la forma de vivir de un pueblo. Todo puede sufrir grandes modificaciones en ese período. También el mapa futbolístico del planeta, como sucedió entre 2006 y 2010.

Hace 48 meses, Italia y Francia estaban definiendo el Mundial de Alemania 2006 tras eliminar a equipos como España, Brasil y el propio local. Estaban invictos y, cada uno con sus armas, habían alcanzado la definición con justicia.

Gianluigi Buffon y Fabio Cannavaro eran los pilares de la Azzurra y Zinedine Zidane y Franck Ribery las estrellas de Les Bleus. Después de vencer a Alemania en la semifinal, el equipo de Marcello Lippi disputaba su sexta final, mientras que el de Domenech había vencido a Portugal en semis y participaba de su segunda definición.

Cuatro años después, Italia y Francia se despiden de la Copa del Mundo en la fase inicial, sin haber ganado ni siquiera un encuentro. Por primera vez en la historia, ambos finalistas del Mundial anterior quedaron eliminados en la ronda de grupos. Un triste récord para dos Selecciones que llegaron a Sudáfrica con grandes ambiciones.

El caso del cuadro galo era más previsible, por cómo llegaba al torneo y por los múltiples problemas internos que atraviesa una generación de futbolistas que está más cerca del retiro que de la gloria. Además, integraba el grupo de la muerte y por eso su eliminación no fue un gran batacazo, aunque sí la forma: fue un equipo sin reacción, sin alma.

En cambio, la actuación de Italia sí supone una verdadera sorpresa, no tanto por el juego que podía llegar a desplegar el equipo, sino por lo accesible de la zona F. Sin dudas, el entrenador que más conforme se retiró del sorteo de Ciudad del Cabo fue Marcello Lippi. Un debutante como Eslovaquia y un combinado casi amateur como Nueva Zelanda no supondrían grandes problemas para el campeón reinante. Sin embargo, nada salió como estaba previsto.

La Azzurra perdió su Mundial mucho antes del once de junio, porque Lippi comenzó a fracasar cuando dio la convocatoria. La idea tristemente defensiva que plantearía el técnico en este torneo estaba clara con sólo echar un vistazo a los 23 nombres que conformaron la nómina. Jugadores como Riccardo Montolivo, Simone Pepe o Angelo Palombo le ganaron el lugar a Francesco Totti, Alessandro Del Piero o Mario Balotelli, Parece un despropósito, pero el inefable Marcello murió con su pensamiento.

Contra Eslovaquia sólo se consumó algo que ya se había gestado tiempo atrás. Un equipo sin alma y sin ideas deambuló por el estadio de Pretoria. Italia perdió por errores que en un tiempo fueron sus grandes virtudes: desacoples defensivos y desconcentración. El equipo reaccionó cuando entró el único jugador capaz de preocupar al adversario: Andrea Pirlo.

Sin embargo, su ingreso no alcanzó porque el resultado ya era negativo y aunque gracias a él la pelota supo correr con fluidez por los pies italianos, no se pudo dar vuelta la historia. Por eso, su derrota es justa y debe servir como un aviso para todos: hay que atacar desde el arranque, porque más tarde puede ser inútil.

Siempre hay grandes sorpresas en las fases de grupos de los Mundiales, aunque nunca hubo un doble campanazo semejante a este. Francia e Italia, finalistas en 2006, se despiden con pena de Sudáfrica 2010. Sí, cambia, todo cambia.