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El Mundial de la calle

No todo es glamour en las zonas aledañas a los estadios en Sudáfrica AP

JOHANNESBURGO -- El campeón Italia dijo adiós y de qué forma, terminando como el peor equipo del Grupo F con apenas dos puntos y decidió despedirse justo en Ellis Park, el estadio más representativo de Sudáfrica, por toda la historia que lo rodea.

Recuerdo hace un par de meses cuando el viaje al Mundial empezaba a tomar forma y durante una agradable velada en casa veía un reportaje de la BBC, en donde mostraban todos los riegos de estar en Sudáfrica.

Aquel reporte de una hora metía miedo. El conductor Louis Theroux había decidido visitar la ciudad sudafricana y presentaba imágenes aterradoras. Barrios con viviendas demolidas, gente viviendo en edificios abandonados, ejércitos privados de guardias armados y violentos, asaltantes que por 500 rands (como 80 dólares) podían matar a quien les dijeras.

Además, la cámara de la BBC recorría las zonas marginales. Ciudades perdidas con casas de cartón y habitantes dispuestos a sepultar a pedradas a quien se robara un teléfono celular.

La situación de verdad era para preocuparse. Estaba preparando un viaje a un lugar para asustar a cualquiera. Parecía más peligroso que pasear por el Eje 1 Norte frente a Tepito en un BMW una noche de viernes de quincena y con los vidrios abajo.

Mi primera impresión al llegar a Johannesburgo no cambiaba mucho el panorama. Mi conductor me llevó por la zona de Alexandra y era justo como lo pintaba la BBC. Barrios marginales con montañas y gente viviendo en medio de los desechos.

Después de tres semanas en Joburg he descubierto una cara muy diferente de Sudáfrica, aunque el sitio que visitó Louis Theroux sí existe y está a unos pasos del Ellis Park, el mismo estadio en donde Italia se despidió de la Copa.

Johannesburgo se divide en Regiones y la zona cercana al Ellis Park era conocida como la Región 8 y fue la zona de mayor bonanza entre 1990 y 1996. Durante esos seis años fue considerado el corazón económico de este país.

Pero a raíz de la desaparición del Apartheid los dueños de las empresas cerraron sus oficinas y dejaron decenas de edificios abandonados, los cuales fueron tomados por nigerianos, por desempleados, por vagos, por vendedores de drogas y los convirtieron en una de las zonas más peligrosas de la ciudad.

En la actualidad la policía sudafricana acepta que en cualquier esquina en el barrio de Bertrams puedes adquirir todo tipo de droga, o puedes toparte con un asaltante --como ya le paso a varios periodistas que intentaban llegar a Ellis Park-- pero ni siquiera los policías se atreven a entrar.

"Estábamos en la esquina esperando la luz verde cuando un negro nos rompió la ventana y se metió todo el cuerpo, yo aventé el celular al suelo", relató en la sala de prensa un periodista hindú, quien perdió su mochila con la computadora. "Era un chico como de unos 18 años o menos".

Da miedo caminar por Bertrams rumbo a Ellis Park, y eso que en los últimos tres años el gobierno sudafricano gastó dos billones de rands para mejorar el entorno. Restauró las fachadas de los edificios abandonados que en realidad son multifamiliares; arregló la Derby Road, la principal calle aledaña al estadio; instaló algunos comercios que hasta hoy todavía funcionan; y la Terrace Road Mansions fue convertida en una zona habitacional de bajo costo.

Los cambios acentuaron los contraste, pues a un lado del Ellis Park hay dos restaurantes de franquicia estadounidense de gran lujo y se ve que tienen pocos días de funcionamiento. Pero justo frente a ellos, hay unos pequeños locales comerciales de escasos cinco metros cuadrados, con tremendas rejas, y en donde venden fruta colocada en el suelo.

Hoy La zona de Ellis Park intenta ocultar su realidad bajo las banderitas de plástico que cuelgan en las esquinas. Pero es un maquillaje superficial que no cubre sus cicatrices y que no curará las heridas.

Porque el rencor que se siente en estas calles tiene cientos de años acumulándose y no basta un mes de fútbol para cambiar el sentir de los habitantes de estas zonas más que marginales, que siguen viendo a los blancos con recelo y que buscan cualquier forma de revancha, aunque sus víctimas sean extranjeros que no tengan la menor idea de que Bertrams fue un barrio de ricos que un día salieron huyendo y convirtieron esta zona en una tierra de nadie.